Semana Santa en Nicaragua marcada por la peor represión religiosa de su historia

Una activista política y un defensor de derechos humanos consideran que el asedio y vigilancia contra la iglesia católica es la “peor represión religiosa de la historia del país”.

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Foto tomada de la página de Facebook de la Catedral de Managua.
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Despacho 505
  • abril 16, 2025
  • 04:00 AM

La Iglesia católica nicaragüense y su feligresía conmemoran la Semana Santa con la prohibición de las procesiones en las calles, sin poder usar pólvora ni realizar oraciones por Nicaragua en las misas. Una activista política y un defensor de derechos humanos consultados por DESPACHO 505, consideran el asedio y vigilancia en las iglesias, como la “peor represión religiosa de la historia del país”.

Es el tercer año consecutivo en el que el régimen encabezado por los codictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo impone “iglesia por cárcel” a las procesiones católicas que recuerdan la pasión, muerte y resurrección de Cristo, al extremo que hasta los tradicionales viacrucis fueron prohibidos. “Si salen en procesión van presos” ha advertido la Policía a los sacerdotes.

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Para la vicepresidenta de la Unión Democrática Renovadora (Unamos), Dulce María Porras, Nicaragua vive la peor represión religiosa en toda su historia republicana, recrudecida principalmente desde 2018, tras el estallido social de abril de ese año, que fue aplacado por la dictadura a sangre y fuego con saldo de al menos 355 asesinados, miles de ciudadanos heridos y decenas de miles obligados al exilio.

La dirigente política recuerda que el clero católico decidió ponerse del lado del pueblo y denunciar las sistemáticas violaciones de derechos humanos, algo que los tiranos Ortega y Murillo no le perdonan a la institución cristiana por lo que hasta ahora la mantiene bajo una creciente represión.

“La represión ha escalado de una manera brutal. Al extremo que ahora los sacerdotes tienen que pedir permiso para hacer misas, para hacer procesiones, no pueden elevar una oración por Nicaragua, por uno de los muchachos asesinados o por los presos políticos, nada de eso porque los meten presos”, denuncia la opositora exiliada.

Porras recalca que “el nivel de represión es horrible”, porque además han expulsado a monjas, desterrados a obispos y sacerdotes y han prohibido la entrada a otra gran cantidad de religiosos.

“Solo para citarte un ejemplo, 91 sacerdotes han sido expulsados e impedidos de entrar al país, y aparte de eso, tenemos cierta cantidad, un tercio de ellos están aquí en Costa Rica. Entonces, la represión ha escalado de una manera brutal”, detalló la opositora.

Las violaciones a la libertad religiosa en Nicaragua han llegado a tal extremo que este año el régimen prohibió la tradicional judea infantil en todo el país. Esto ocurre mientras en las escuelas públicas los menores son adoctrinados en favor del régimen sandinista. 

Represión religiosa es terrorismo de Estado

Por su parte el secretario ejecutivo del Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh), Danny Ramírez-Ayerdiz sostiene que, particularmente en esta Semana Santa, se evidencia que la represión religiosa es peor que en los años anteriores, porque se ejerce un patrón de violencia en contra de la población.

“La prohibición de las expresiones y ritos de cualquier fe son una violación directa contra los feligreses respecto de su derecho de la libertad de conciencia que les permite expresar lo que creen, tanto en privado como en público. Así, en ese contexto, los ataques generalizados contra las personas que profesan su fe públicamente se ven inmersos en el terrorismo de Estado que busca normalizar en la población la violencia y asumir una conducta resignada de que el sufrimiento que inflige el Estado es necesario”, apunta el defensor.

Ramírez-Ayerdiz coincide con Porras en cuanto a que “no hay registros de una represión religiosa que se compare con la actual”. Recuerda que lo más cercano a la violencia estatal contra la fe es la que perpetró el gobierno sandinista en los años 80, que también hostigaba, intimidaba y expulsaba a los sacerdotes pero en una escala menor a la actual.

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“La persecución religiosa actual es peor sobremanera, porque es esencialmente un crimen de lesa humanidad, es decir, una ofensa gravísima para la existencia de la humanidad”, acusa el directivo de Calidh.

Añadió que el Índice Mundial de Persecución calificó a Nicaragua con 71 puntos de 100, lo que ubica al país, bajo la dictadura Ortega-Murillo, “con una peligrosidad muy alta para ser cristiano y la razón de esta peligrosidad es la paranoia estatal”.

“Todas estas prohibiciones de no hacer procesiones obedecen a que las iglesias son los últimos espacios donde los nicaragüenses pueden reunirse, y esto afecta también a evangélicos que suelen hacer vigilias, bautismos y otras actividades en la calle. El Estado quiere una sociedad forzosamente cotidiana, pero a golpe de amenazas”, concluyó el defensor.

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