Julio César Avilés, de general a peón

Julio César Avilés llegó al mando del Ejército con un juramento de lealtad a la Constitución, terminó sometiéndolo a la dictadura Ortega-Murillo. Su legado: corrupción, violaciones a los derechos humanos y la pérdida del prestigio militar

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Despacho 505
  • febrero 21, 2025
  • 03:45 PM

El 21 de noviembre de 2009, en un acto público en Managua, Daniel Ortega, quien había retornado al poder dos años antes y ya maniobraba para perpetuarse asaltando las urnas, anunció el nombramiento del entonces mayor general Julio César Avilés Castillo como nuevo comandante en jefe del Ejército de Nicaragua.

Ante cientos de sus seguidores, a quienes buscaba movilizar en favor de su “reelección”, aún prohibida por la Constitución, Ortega firmó el Acuerdo Presidencial 301-2009, designando al quinto jefe del cuerpo castrense desde su profesionalización en los años 90, en reemplazo del saliente general de ejército Moisés Omar Halleslevens Acevedo.

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El nombramiento de Avilés Castillo cumplió con el relevo de mando establecido. Es lo que se venía haciendo desde 1995, cuando el jefe fundador, Humberto Ortega Saavedra -el hermano del dictador fallecido en 2024 como preso político-  entregó el cargo a Joaquín Cuadra (1995-2000).  Le siguieron dos jefes más: Javier Carrión McDonough (2000-2005) y Halleslevens (2005-2010), un especialista en inteligencia y contrainteligencia militar.

El ascenso de Avilés marcó un punto de inflexión en la historia del Ejército, transformándolo en un instrumento del poder civil. Cegado por la ambición de poder y riqueza, el nuevo comandante en jefe subordinó a las fuerzas armadas al proyecto dinástico del matrimonio Ortega-Murillo.

Su primer juramento al frente de las Fuerzas Armadas lo hizo el 21 de febrero de 2010. En su discurso  prometió respetar la Constitución de Nicaragua y ser leal a los principios y doctrina de la institución militar, pero pronto cometió su primera traición, dice un analista en temas de defensa.

“Desde su llegada al mando del Ejército, Avilés ha irrespetado la Constitución, la doctrina y el honor militar al bajar la cabeza ante los dictadores y arrastrar al Ejército a una serie de escándalos de graves violaciones de derechos humanos y una red de corrupción que han hecho perder el prestigio que tenía esa institución a la que la población tanto respeto le tenía”, dice experto.

“Avilés enterró el honor militar en Nicaragua”, zanja.

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¿Quién es Julio César Avilés?

Con 69 años de edad, de los cuales 46 ha vestido el olivo militar, Avilés asumirá este 21 de febrero su cuarto periodo al mando del Ejército de Nicaragua. Llega sancionado po tener responsabilidad directa en actos de corrupción y en las graves violaciones a los derechos humanos en el paísl, incluidos crímenes de lesa humanidad. 

Hijo mayor del veterano abogado conservador Julio Avilés Martínez y Oneyda Castillo Vega. ´El Chele´, a como le decían en el  barrio San Antonio, de Jinotepe, Carazo, nació el 11 de agosto de 1956. Tiene cuatro hermanos: Ivón, Claudia, Alma Celeste, quien médica militar con el grado de Coronel; y Bolívar Antonio, quien se preparo 6 años en Cuba bajo el programa del Ejército 'Los Carlitos' pero se retiró en 1990, cuando se terminó la guerra, porque su objetivo era evadir el Servicio Militar.

Avilés quiso estudiar la carrera de Derecho en la estatal Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-León) y desde esa época -1976- milita en las filas del Frente Sandinista (FSLN). Fue un guerrillero urbano en la lucha revolucionaria contra el dictador Anastasio Somoza que lideró el partido rojinegro, una hazaña que Ortega utilizó como trampolín político. 

Quienes le conocen, han contado que el licor al calor de unas buenas rancheras son parte de los gustos culposos del general Avilés. También lo describen como un aficionado a los caballos y a las haciendas ganaderas.

Está casado con Concepción Marenco de Salinas y tiene 11 hijos biológicos y dos “de crianza” hijos de una de sus hermanas. Su origen es humilde, no viene de una familia “pudiente”, dice un militar retirado. Sin embargo, menciona, ahora tanto él como todo su círculo familiar “es adinerado al amparo del uniforme”. 

De la guerrilla a Cuba 

Avilés abandonó los estudios en León para dedicarse por entero a la lucha antisomocista. A inicios de 1978, cuando conspiró clandestinamente en el barrio Open 3, hoy Ciudad Sandino, sin conseguir un desempeño notable. De allí pasó al frente Norte. Fue subordinado de jefes guerrilleros como Antenor Rosales, Francisco Rivera (El Zorro), Julio Ramos y Omar Cabezas, todos ellos comandantes guerrilleros y altos jefes fundadores del Ejército Sandinista tras el derrocamiento del dictador Somoza. 

Tras el triunfo Sandinista en 1979 y fundado el Ejército Popular Sandinista (EPS) Avilés no ocupó ningún cargo de jefatura, sino que fue enviado inmediatamente a Cuba a cursar estudios en la especialidad de tanque y transportes. No fue entrenado en mando táctico de tropas, sino en una especialidad de retaguardia, o lo que ahora se llama logística. 

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A su regreso de Cuba estuvo en la zona de guerra, en la primera región: Estelí y Nueva Segovia; y posteriormente en la Sexta Región, Matagalpa, hasta 1988, año en el que fue trasladado a Managua. A inicios de los años 90, ya finalizada la guerra, Avilés tuvo su mejor golpe de suerte; el entonces jefe de la inteligencia y contrainteligencia militar, Coronel Halleslevens, se fijó en su carácter parco, obediente a ciegas, capaz de cumplir órdenes de sus superiores sin hacer preguntas ni cuestionamientos morales. Eso lo colocó en ruta hacia el poder. 

Cuando Halleslevens fue promovido a general, dejó a Avilés como jefe de la contrainteligencia y una vez que su jefe se convirtió en comandante en jefe del Ejército, ´El Chele´ fue llamado a ser jefe del Estado Mayor General para ser sucesor natural de Halleslevens. 

“Mira, eso de que en 2009, cuando Ortega lo anuncia como nuevo jefe del Ejército y que él no sabía y lo tomó por sorpresa es pura novela, porque él sí sabía, por ser jefe del Estado Mayor, le tocaba, y segundo, porque Ortega no iba a tomar esa decisión iniciando sus halagos con los militares saltando la línea de prelación”, explica el experto en temas de defensa. 

15 años de retrocesos, violaciones a DD.HH. y corrupción

Desde la llegada del general Avilés a la jefatura del Ejército, la institución militar inició un proceso de retroceso en su profesionalización, especialmente por los señalamientos por las violaciones de los derechos humanos.

Expertos consultados, recuerdan los asesinatos de exmiembros de la Resistencia Nicaragüense (La Contra). Algunos se habían rearmado con fines políticos contra Ortega y murieron en circunstancias que, según las investigaciones de organismos de derechos humanos como el desaparecido CENIDH, todo parecía indicar que se trató de  “operaciones de fuerzas especiales”.   

En enero de 2015, en Pantasma, Jinotega -al norte del país-, una “mochila bomba” mató a dos personas señaladas de pertenecer a grupos armados con fines políticos. El hecho se le achaca a las fuerzas especiales del Ejército. También se le atribuye al Ejército, el asesinato del brigadista de salud Modesto Duarte, que, según los derechos humanos, fue torturado hasta la muerte. 

Y otro crimen connotado del que se responsabilizó al Ejército, ya bajo el mando de Avilés, fue el ocurrido en noviembre de 2017, cuando asesinaron en la comunidad San Antonio de La Cruz del Río Grande, en el Caribe Sur nicaragüense, a Francisco Pérez, alias “El Charrito”, y, a sus dos pequeños hijos, Yojeisel Elizabeth y Francisco Alexander, de 16 y 12 años respectivamente. Su esposa Elea Valle ha denunciado internacionalmente de que el asesinato de su familia fue porque supuestamente su esposo se pensaba rearmarse, entonces tropas del Ejército llegaron a su casa para asesinarlo.

Avilés ha sido señalado de ser cómplice de los crímenes de lesa  humanidad perpetrados por la dictadura Ortega-Murillo. Las fuerzas armadas niegan haber participado en las matanzas de 2018, ejecutadas en la “Operación Limpieza”, integrada por cientos de paramilitares fuertemente armados con armas de grueso calibre.

En un acto militar en 2023, el general Avilés se autodenominó “soldado de la patria”. Sin embargo, analistas lo consideran un general reducido a un simple peón. Sus acciones lo confirman: abandonó el proceso de profesionalización de la institución castrense, la convirtió en una estructura corrupta y servil y, lo que es peor, permitió que Ortega eliminara de la Constitución el espíritu doctrinario militar del Ejército.

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