Ortega cumple 18 años consecutivos en el poder con una dictadura consolidada e inscrita en la Constitución

En estos 18 años, Ortega ha consolidado una dictadura con represión, control mediático y persecución de opositores.

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Foto: Archivo
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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • enero 07, 2025
  • 01:55 PM

Daniel Ortega cumple este 10 de enero 18 años consecutivos en la Presidencia con una dictadura consolidada e institucionalizada en la Constitución, pero enfrentando una creciente deslegitimación internacional y el éxodo masivo de nicaragüenses que huyen de la represión y la pobreza.

El dictador se consolida como uno de los líderes más longevos de América Latina y acumula un total de 28 años en el poder si se cuentan sus primeros 10 años de Gobierno durante los años 80.

Ortega, quien llegó al poder por primera vez en 1979 tras la Revolución Sandinista, ha transitado un camino político marcado por contradicciones. De opositor, que abogaba por el diálogo y la participación ciudadana frente al gobierno de Arnoldo Alemán, pasó a instaurar un régimen que centralizó el poder en el Ejecutivo, anuló la independencia de los poderes del Estado y reprime cualquier forma de disidencia.

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De caudillo a cabeza de una tiranía dinástica

Dora María Téllez, exguerrillera sandinista y excarcelada política, señala que Ortega “pasó de ser un caudillo con una base social significativa a ser un dictador, y de ahí a encabezar una tiranía dinástica junto a su esposa Rosario Murillo y sus hijos”.

Según Téllez, el régimen Ortega-Murillo no ha consolidado las instituciones, sino que las ha destruido sistemáticamente.

“Han acabado con las universidades, las iglesias, los movimientos sociales y el sistema judicial. La policía y el ejército han dejado de cumplir sus roles fundamentales y se han convertido en apéndices de represión, no en defensores de la seguridad ni de la soberanía del pueblo”, critica.

Este proceso de concentración del poder ha llevado a Nicaragua a una crisis social y económica sin precedentes. Más del 12% de la población ha emigrado desde 2018, según organismos de derechos humanos, quienes ven en la migración masiva el resultado de la falta de oportunidades y del estado de terror que domina al país.

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El Ortega opositor: entre el diálogo y la crítica al presidencialismo

En su etapa como líder de la oposición en los años 90, Ortega expresó repetidamente la necesidad del diálogo como mecanismo para superar las contradicciones políticas. En declaraciones públicas, criticó el presidencialismo y subrayó la importancia de la consulta con diferentes sectores del país. “Un dirigente político debe estar abierto a escuchar... Este país solamente puede salir adelante con la participación de todos los nicaragüenses”, afirmaba el ahora dictador.

Ortega también aseguró que de regresar a la presidencia promovería un sistema en el que el Ejecutivo estuviera subordinado al Parlamento. En una entrevista con el periodista Carlos Fernando Chamorro afirmó que fortalecer la independencia de los poderes del Estado sería "sano para Nicaragua".

Sin embargo, en su actual mandato, Ortega ha ejercido un control absoluto sobre las instituciones del Estado. La Asamblea Nacional, el Poder Judicial y el Consejo Supremo Electoral han sido cooptados por su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), eliminando cualquier equilibrio democrático.

Reformas constitucionales opacas y sumisión legislativa

En democracia, impulsar una reforma constitucional requiere consultas amplias y la aprobación de la mayoría de fuerzas políticas representadas en el Legislativo, así como la participación activa de la ciudadanía. Sin embargo, en Nicaragua, Ortega ha modificado la Constitución al menos siete veces, incluyendo cuatro reformas en 2023 destinadas a perseguir a opositores y consolidar su control político.

En la última mega reforma impulsada en noviembre del año pasado, Ortega ordenó aumentar de cinco a seis años el mandato presidencial y entregó la Jefatura del Estado a la Presidencia de la República que ahora estará integrada por dos "copresidentes" para finalmente hacer presidenta a su esposa Rosario Murillo. 

La reforma además elimina la separación de poderes y otorgar el control del Poder Electoral, Judicial y Legislativo al Poder Ejecutivo, es decir, a él y su esposa.  

Se oficializó así una dictadura, una dinastía familiar en la que todo el poder reside en la pareja con la posibilidad de heredar el poder a sus hijos.

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Felix Maradiaga, destacado opositor nicaragüense, denunció que Ortega y Rosario Murillo han instrumentalizado todas las ramas del Estado para reprimir, perseguir y despojar de derechos fundamentales a los nicaragüenses. "Han normalizado lo impensable: el despojo de la ciudadanía a quienes los desafían, el cierre de miles de organizaciones civiles, y el uso de las instituciones para sembrar terror y miseria"

Un país sumido en la represión y la pobreza

En 18 años consecutivos en el poder y cuatro mandatos presidenciales, Ortega no ha logrado levantar la economía del país que sigue siendo uno de los más pobres del continente, con los salarios más bajos y una migración imparable.

“El país está sometido a un sistema de terror, en el que la represión y el miedo son las únicas herramientas del régimen para mantenerse en el poder. Los jóvenes han sido forzados a emigrar en masa, y los que permanecen enfrentan una escasez brutal de oportunidades para desarrollarse y construir un futuro digno”, dice la exgerrillera Dora María Téllez.

Un libreto tiránico compartido en América Latina

El analista político internacional, Napoleón Campos, señala que los proyectos tiránicos en América Latina comparten un patrón común. Estos regímenes llegan al poder mediante elecciones populares, pero una vez instaurados, transforman las instituciones democráticas en herramientas de control autoritario.

"Comienzan a convertir las casas presidenciales en nidos de corrupción, en antros de mafias y carteles, aliándose con estructuras delictivas y poderes extracontinentales, como el Partido Comunista de China y figuras como Vladimir Putin", explica.

En el caso de Nicaragua, Campos subraya que Daniel Ortega simboliza un "regreso al pasado", desmantelando los avances democráticos alcanzados con acuerdos como Esquipulas II. "Ortega ha institucionalizado la dictadura, violando los procedimientos constitucionales para entronizar su régimen en la Carta Magna, perpetuándose en el poder".

El modelo tiránico de Ortega está siendo replicado por otros líderes de la región, como Nayib Bukele en El Salvador. "Bukele copia pasos importantes de Ortega, mientras la situación en Venezuela se convierte en un hoyo negro de la política hemisférica", dice.

Según el analista, la resistencia de estos regímenes frente a sanciones internacionales y su capacidad de manipular organismos multilaterales para obtener recursos demuestran que se necesita una respuesta más contundente. "Si no hay cambios en Managua o Caracas este año, el mensaje será claro: los poderes antidemocráticos pueden resistir y perpetuarse", advierte.

Maradiaga también describió el régimen de Daniel Ortega como "una de las dictaduras más longevas y corrosivas de América Latina". Según Maradiaga, la permanencia de Ortega en el poder no responde a la voluntad popular ni a un liderazgo legítimo, sino a un sistema de control político meticulosamente diseñado para perpetuar su dominio.

"Lo que vemos en Nicaragua no es simplemente una dictadura consolidada, sino una dictadura bicéfala y familiar, amparada por una Constitución manipulada para servir a los intereses de una familia corrupta y represiva", afirmó. Esta maquinaria represiva incluye un Consejo Supremo Electoral convertido en oficina de control, una Corte Suprema de Justicia subordinada al régimen, y un aparato de seguridad estatal utilizado para silenciar cualquier oposición.

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