Empleados públicos convertidos en "orejas" para espiar a los sacerdotes: "Hay infiltrados hasta en las catequesis, retiros y comuniones"

Según informantes, estos infiltrados reportan cualquier comentario que pueda interpretarse como ataque al régimen Ortega-Murillo.

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Foto: Despacho 505
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Despacho 505
  • San José, Costa Rica
  • diciembre 12, 2024
  • 02:05 PM

Las primeras y las últimas bancas de los templos católicos han comenzado a ser ocupadas por operadores del régimen asignados a labores de espionaje contra los sacerdotes. Su tarea principal es escuchar las homilías para asegurarse de que los religiosos no emitan ningún comentario sobre temas que la dictadura sandinista considere una "alteración a la paz".

Los "oreja" aparecen un buen día y se convierten en visitantes asiduos de todo tipo de actividad religiosa: "Están en comuniones,  misas de difuntos y, últimamente, hasta en las catequesis y retiros", denuncia un católico profesante.

Agrega que hasta en el patrocinio de los brindis y de las festividades que se celebran en las iglesias, así como en las conmemoraciones a los santos y las solemnidades, hay presencia de espías sandinistas, un rol que ya no solo lo ejercen la Policía y los miembros de estructuras políticas sino también trabajadores del Estado. 

En parroquias de departamentos como Estelí, Madriz, Matagalpa, León, Managua, Nueva Segovia y Jinotega, los fieles reportan que han identificado a trabajadores de alcaldías, del Ministerio de Educación (MINED), la Juventud Sandinista y otros servidores públicos infiltrados en actividades litúrgicas.

"Los sacerdotes saben quiénes son los infiltrados. He conocido casos en los que de casualidad se aparecen nuevas personas a los grupos parroquiales. Llegan a ‘pelar la oreja’ y luego se van. Con uno o dos meses les basta para identificar a la gente", explica un ciudadano.

En su zona, dice que los infiltrados suelen acercarse a las personas que visitan las parroquias y durante las misas u otros eventos les hacen preguntas maliciosas, algunas veces sobre cosas de la situación política. El objetivo es "fichar" a quienes critiquen al régimen para reportarlo con los políticos de barrio en los Consejos del Poder Ciudadano (CPC) que son los que se encargan de vigilarlos en los vecindarios.

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Vigilancia y control absoluto

Otra fuente afirma que aunque los sacerdotes ya identifican a los infiltrados gracias a la colaboración de fieles esto no impide la vigilancia. Las actividades parroquiales como catequesis, retiros espirituales y grupos religiosos son constantemente monitoreadas, incluso por quienes se encargan de los arreglos florales o la limpieza de las iglesias.

Un testimonio anónimo detalla la realidad que enfrentan: "Todo lo que es sospechoso, los coordinadores de los grupos como la Catequesis, la Renovación Carismática o los Caballeros del Santísimo lo reportan a los curas, y los curas lo que más recomiendan es discreción"

"A veces hasta los mismos floristas o los que el padre contrata para arreglar la iglesia son sandinistas, y hay que tener mucho cuidado. Ellos se mantienen al margen, pero critican abiertamente a sacerdotes como Edwin Román o Silvio Báez"agrega el fiel.

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Otra fuente destaca cómo la vigilancia se extiende incluso a los momentos de preparación para festividades religiosas: "Cuando hay solemnidades o festividades, o más bien cuando hay gente arreglando la parroquia en las madrugadas, las ventanas tienen que quedar abiertas, para que si los policías pasan, vean qué se está haciendo y así se evitan problemas".

La vigilancia y el acoso a la Iglesia Católica no solo afectan a quienes forman parte de esta institución, sino también al tejido social de Nicaragua. Mientras el régimen de Ortega intenta enmascarar su represión bajo una fachada de normalidad, la resistencia y la fe de los nicaragüenses continúan siendo un símbolo de esperanza para el futuro.

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Resistencia en la fe

La Iglesia Católica en Nicaragua enfrenta uno de los episodios más oscuros de su historia reciente. La dictadura de Daniel Ortega ha intensificado el acoso, la vigilancia y la persecución a sacerdotes, fieles y grupos religiosos, forzando a la institución a guardar silencio frente a las injusticias.

El control por parte del régimen también abarca los movimientos de los obispos que aún permanecen en el país, quienes están acompañados constantemente por agentes policiales. Las procesiones públicas fuera de los templos han sido prohibidas, eliminando una de las expresiones más visibles de la fe católica en Nicaragua.

A pesar del ambiente hostil, sacerdotes y fieles mantienen su fe y luchan por preservar sus creencias y tradiciones. Sin embargo, la amenaza de secuestros, destierros y represalias es constante.

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El control absoluto de la dictadura ha obligado a la Iglesia a guardar silencio, incluso sobre mensajes del Papa Francisco dirigidos al país. La vigilancia se intensifica durante las misas dominicales, donde los infiltrados están especialmente atentos a las palabras de los párrocos.

Un informante señala que la dictadura interpreta como provocación cualquier mensaje de esperanza, paz o libertad, como las palabras recientes de Monseñor Silvio Báez durante La Gritería.

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