El “testamento” de Ortega: Rosario Murillo, copresidenta

En 2007, Daniel Ortega prometió a Rosario Murillo que la llevaría a la Presidencia  de Nicaragua. Diecisiete años después, convertido en dictador y con el peso de sus 79 años ordenó reformas constitucionales para compartir el poder y en caso de morir sea ella la heredera absoluta

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  • noviembre 27, 2024
  • 06:51 AM

Daniel Ortega ordenó una reforma constitucional exprés en Nicaragua que mantuvo oculta hasta que el documento llegó al plenario del Legislativo. Esa combinación de prisa y secretismo parece más el testamento de un hombre que siente cercana la muerte que una norma suprema: “hereda el poder”, “asegura la sucesión dinástica”, “evita conflictos”, y cumple una promesa conyugal, coinciden analistas.  

En la enmienda, que ya fue aprobada en la primera de dos legislaturas, la voluntad del dictador es heredar a su esposa Rosario Murillo el poder que ha usurpado en los últimos 13 años, desde que se reeligió presidente en 2011, en contra de la prohibición que le imponía la Constitución.

Se trata de una deuda moral que Ortega tiene con Murillo, luego de que ella lo apoyó cuando fue acusado de violación por su hija Zoilamérica Ortega Murillo. A ello se le suma la obsesión de Murillo por alcanzar el poder absoluto en Nicaragua y que aceleró, incluso, la muerte de su cuñado y exjefe del Ejército, Humberto Ortega, luego de que se atrevió a anular la posibilidad de que ella sucediera a su hermano en la Presidencia del país.

“Si falta Daniel Ortega, para mí, Humberto Ortega, no hay posibilidad de que nadie de ese grupo de poder pueda ejercer la influencia frente a un proceso”, declaró Humberto Ortega al medio Infobae en mayo pasado.

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Ante la insistencia sobre la posibilidad de que Murillo fuera la sucesora, el exjefe militar reiteró: “Nadie. Nadie. No quiero mencionar a nadie en particular. Sin Daniel no hay nadie, porque, con todo y todo, Daniel es el único líder histórico que aún conserva los créditos de esa lucha. Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni Somoza pudo establecer a su hijo”. 

Tras sus declaraciones, el general retirado terminó como prisionero político hasta su muerte, el pasado 30 de septiembre. Y, contrario a sus previsiones, su hermano eligió a Murillo.

Opositores nicaragüenses señalan que el verdadero “golpe de Estado”  lo ha dado Ortega con la nueva Constitución que unge a Rosario Murillo. 

Para Dora María Téllez, los Ortega Murillo “han resuelto la sucesión”. Sin embargo, llama la atención sobre el trámite exprés al que han recurrido.  “Si alguien se apura para resolver el asunto legal de la sucesión es porque están previendo necesitarla”, apunta.

“Por las contradicciones que había entre Ortega y Murillo, y que las había señalado Humberto Ortega en su entrevista con Infobae en mayo (pasado), ahora se resuelven haciendo esta coPresidencia. Ella acepta que él continúe y él acepta que ella sea la copresidenta, porque ella quería ser presidenta y sustituir a Ortega y llegaron a un arreglo entre ellos, por eso te hablo de una dictadura conyugal”, señala por su parte el sociólogo Óscar René Vargas, quien conoce a Ortega desde los años sesenta del siglo pasado.

Para el opositor y exdiputado Enrique Sáenz el arreglo entre la pareja para crear una Presidencia bicéfala evita un “conflicto que podía generar repercusiones a nivel del país”.

El problema, agrega Sáenz, es que se trata de una “transacción conyugal, una repartición del poder” y no de cambios legales en la Constitución Política del país.

“Circulaba que ella sería la candidata y asumiría la sucesión. También circuló que Ortega estaba en proceso de decidir que no iba a soltar el poder y lanzarse nuevamente. Ahora pretenden que reconozcamos ya la sucesión dinástica”, indicó Sáenz.

Promesa incumplida

Hasta hace poco, Daniel Ortega tenía un problema serio con su esposa Rosario Murillo, pues desde antes de que él regresara al poder (2007) le había prometido que, cuando eso se concretara, ella sería la siguiente presidenta de Nicaragua. 

Es una promesa que, para muchos, nace de cuando en 1998 Murillo apoyó a Ortega frente a la acusación que por violación le hizo en mayo de ese año la hija de ambos, Zoilamérica, biológica de Murillo y adoptiva de Ortega. Si él retomaba el poder lo compartiría con ella.

Sin embargo, afirma una fuente del sandinismo que pide anonimato, Ortega le ha venido mintiendo a Murillo desde antes de las elecciones presidenciales de 2011, lo que a través de los últimos años ha producido discusiones violentas entre ellos.

En abril de 2009, personeros del orteguismo comenzaron a pregonar que Rosario Murillo podía ser la candidata presidencial, en vista de que la Constitución Política le prohibía la reelección consecutiva a Ortega y de que no había encontrado eco una propuesta del orteguismo para cambiar el sistema político del país, de presidencialista a parlamentarista. Tampoco el orteguismo contaba con los votos suficientes para reformar la Constitución.

El sueño de Murillo, de ser candidata presidencial del Frente Sandinista (FSLN) en las elecciones de 2011, se vino abajo cuando, en octubre del 2009, Ortega encontró burlar la prohibición que le imponía la Constitución Política, a través de una sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) que le permitió ser candidato nuevamente y seguir en la presidencia de forma fraudulenta en los comicios presidenciales.

Murillo no estaba contenta con la influencia que le permitía su marido en el gobierno mediante el cargo de secretaria de Comunicación y Ciudadanía, desde el que se hacía cargo de casi todo, exceptuando el Ejército.

Ortega aminoró la frustración de Murillo prometiéndole que en 2016 sí sería ella la candidata presidencial del Frente Sandinista (FSLN) y, desde 2014, Murillo anduvo en campaña electoral. “Rosario presidente 2017” se leía en calcomanías que comenzaron a aparecer pegadas en vehículos que circulaban en todo el país.

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No obstante, en junio de 2016, la asamblea sandinista designó candidato presidencial nuevamente a Ortega, dejándole a su criterio escoger a su compañero de fórmula. Dos meses después, Ortega se inscribió como candidato en el poder electoral llevando a su esposa como su candidata a vicepresidenta.

Esta vez, el argumento de Ortega, según la fuente, fue que ella todavía no era aceptada como lideresa por el llamado sandinismo histórico, es decir, los viejos militantes sandinistas que participaron en la lucha de los años setenta contra la dictadura somocista.

La promesa seguía ahí, que en 2021 sí sería ella la candidata presidencial del FSLN. Pero, las protestas de abril de 2018 agarraron a Murillo sola en Nicaragua, pues Ortega estaba en Cuba tratándose médicamente, por lo que recayó en ella la orden inicial de reprimir las manifestaciones “con todo”, es decir, con armas de guerra y paramilitares, según han indicado exfuncionarios del régimen, como la exfuncionaria del Banco Central (BCN), Ligia Gómez.

La orden de Murillo, el “vamos con todo”, bajó a través de Fidel Moreno hacia los secretarios políticos del FSLN el 19 de abril, cuando ocurrieron los tres primeros asesinatos, especificó Gómez.

La imagen de Murillo quedó tan daña entre la población y esa fue la nueva excusa de Ortega para ser él nuevamente el candidato presidencial en 2021, siempre con ella como vicepresidenta.

Para las elecciones de 2026, Murillo nuevamente reclamaba el cumplimiento de la promesa, pero Ortega quiere morir en el poder y no quedar a expensas de una Murillo presidente, explica la fuente.

Es por ello que Ortega llegó a un acuerdo con ella, de reformar la Constitución para que los dos sean presidentes.

Ortega y la muerte

Se sospecha que fue Murillo quien apuró las reformas constitucionales ante una eventual muerte de Ortega, debido a la precaria la salud de este último.

En el artículo constitucional reformado 136 se habla de que ante la muerte de uno de los dos copresidentes, el otro “terminará el periodo por el que fueron electos” y no habrá elecciones. Solo se llamará a elecciones en “caso de falta definitiva” de los dos.

Los problemas de salud de Ortega se conocen desde 1994, cuando sufrió un infarto en La Habana, Cuba, y desde entonces viaja con frecuencia a la capital cubana a chequearse.

Un ginecólogo que atendía a las mujeres de la familia Ortega Murillo, Richard Sáenz, ha indicado que en la casa de El Carmen, donde también funciona la Casa Presidencial, Ortega tiene a su disposición un hospital completo, equipado para atenderlo especialmente.

El hecho de que Ortega acostumbra a presentarse solo de noche en sus comparecencias públicas, ha hecho suponer que padece una enfermedad que no le permite exponerse al sol. Uno de sus biógrafos, Kenneth Morris, aseguró en el libro Unfinished Revolution que la enfermedad de Ortega es Lupus eritematoso, una enfermedad que inflama el cuerpo y daña la piel.

Mientras que el poeta Ernesto Cardenal afirmó, a la agencia de noticias EFE en 2009, que Ortega sufre “una enfermedad sanguínea que no le permite exponerse al sol y por eso gestiona de noche”.

En los últimos años, Ortega se ha visto disminuido físicamente, pues camina lento y pareciera que se tambalea. Se viste con chaquetas que le cubren gran parte del cuello y completamente los brazos. En los videos en los que se aprecia de espalda, da la sensación de que usa pañales para adultos.

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Además, quienes lo conocen de cerca afirman que suele dormir hasta noche y despertarse tarde, por lo que la parte operativa del gobierno la maneja Rosario Murillo casi totalmente.

Últimamente, es su hijo Laureano Ortega Murillo quien se encarga de recibir a las visitas oficiales de otros estados, especialmente de China y Rusia, además de que es quien viaja en visitas oficiales a otros países.

Murillo, la heredera

Las reformas constitucionales serán aprobadas en segunda legislatura cuando los diputados regresen de las vacaciones de fin de año. El 11 de enero de 2025 los nicaragüenses amanecerán con una nueva presidenta: Rosario Murillo.

“El 11 de enero ya tendríamos una nueva presidenta, porque van a ser presidentes los dos. Ese día ya ella queda también como jefa de las fuerzas armadas.”, expresa un jurista que pide anonimato para no sufrir represalias.

Las reformas consolidan y fortalecen la “dictadura matrimonial”, denunció el secretario general de la OEA, Luis Almagro, porque les otorga más poderes a los dictadores nicaragüenses.

Por ejemplo, la reforma al artículo 133 crea la copresidencia, una figura que no existe en ningún otro país del mundo. Y, el 135, amplía el periodo presidencial de cinco a seis años, para que puedan permanecer más tiempo en el poder.

El artículo 137 les permitirá dirigir la economía del país y a los demás poderes del Estado, a los que ya no llaman como tales, sino que solo les denominan “órganos”. Es decir, ya no hay división ni independencia de poderes. Ortega y Murillo controlarán todo el gobierno, lo que incluye a las alcaldías y a los gobiernos regionales del Caribe.

Otro artículo cuestionable es el 138 que les permite nombrar como vicepresidentes a quienes ellos quieran.

Además, a partir de enero próximo, junto Ortega y Murillo serán jefes supremos de las Fuerzas Armadas del país, la única institución estatal a la que aún no tenía sometida a ella.

Por último, un jurista señala que Ortega y Murillo gobernarán al estilo cubano, con el modelo de “partido único”, pues de ahora en adelante los opositores zancudos quedan a merced de una Constitución supuestamente de corte “socialista” y “revolucionario”, según lo denominan.

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