Los "pecados" del padre Rafael Ríos Gadea, el sacerdote que niega la persecución religiosa en Nicaragua

El sacerdote ha acusado a la Iglesia de esconder "delincuentes" en 2018, bendice obras de la dictadura y ha sido directivo del equipo de beisbol de Jinotega.

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El padre Rafael Ríos Gadea, párroco en La Concordia, Jinotega.
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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • octubre 07, 2024
  • 10:19 AM

Con casi 30 años de vida sacerdotal, el sacerdote Rafael Ríos Gadea, ha sido declarado un traidor de la fé católica. Negar la persecución religiosa que padecen sus hermanos en Cristo bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo lo ha puesto en el centro de un torbellino mediático. Sin embargo ese no es el único ni el peor de sus "pecados".

Ríos Gadea negó el asedio, la intimidación, desapariciones forzadas, amenazas, encarcelamiento, exilio y destierro que han padecido decenas de religiosos católicos; expresiones de una escalada de violencia tan grave que llevó al papa Francisco a referirse al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo como una dictadura "guaranga" o grosera.

De no ser porque resultan ofensivas al sufrimiento de los católicos en Nicaragua, las declaraciones del sacerdote no son para nada sorpresivas. Él ha mantenido fuertes vínculos con los Ortega Murillo, incluso, a pesar de que su padre fue prisionero político durante el primer régimen sandinista de los años ochenta.

"Quitémonos de la mente lo que muchos dicen, que en Nicaragua hay persecución religiosa. La persecución religiosa se da cuando es por odio a la fe y se persigue a todo aquel que es hijo de Dios", dijo el padre Ríos Gadea en una sesión especial de la Asamblea Nacional, realizada el pasado 4 de octubre de 2024 en el municipio de La Concordia.

"Cuando se delinque y se comete un delito, paga el que comete el delito, pero no es la Iglesia", agregó el sacerdote y terminó  tildando de delincuentes a los sacerdotes que han sido desterrados por la dictadura Ortega Murillo.

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Hermano de sangre lo refuta

Un hermano del cura, Félix Benito Ríos Gadea, lo cuestionó en un post público colgado en Facebook: "Hay que preguntarle al presbítero (Rafael Ríos García), desde su ética, ¿cuál es su definición de los delitos de sus hermanos sacerdotes", escribió.

Félix Benito Ríos Gadea, quien en algún momento estudió también para sacerdote, pero ahora es laico, recordó al padre salamero, que laboró en el Seminario Nacional de Nicaragua:

“No todo acto de hombre es un acto humano. Negar la realidad del dolor por las tantas agresiones a la dignidad de los compatriotas, es solo solo un acto de hombre, por lo inhumano y por lo anticristiano”, espetó.

Bautizó al nieto de los dictadores

Uno de los actos más recientes a favor de la dictadura por parte del padre Rafael Ríos Gadea, fue que participó en el bautizo del hijo de Camila Ortega Murillo, hija de los dictadores, en junio pasado.

Sin embargo, el sacerdote tiene un alto historial de complicidad con el régimen, empezando porque es muy cercano a Leonidas Centeno, exalcalde sandinista de Jinotega que ha sido señalado varias veces por corrupción en la Contraloría General de la República, además de ser operador político de la dictadura en esa ciudad del norte del país.

Ríos Gadea también ha figurado como directivo del equipo de beisbol Brumas de Jinotega, financiado por la alcaldía orteguista de ese departamento y que participa en el campeonato de Primera División conocido como el "Pomares".

La dictadura utiliza al padre Ríos Gadea para que aparezca frecuentemente bendiciendo obras o actividades de las instituciones del régimen. Como ejemplo, en el año 2012, bendijo la inauguración del mercado de Jinotega, acompañando al entonces alcalde Leonidas Centeno.

En el año 2023, bendijo la apertura del plan de protección y seguridad a la cosecha cafetalera que el Ejército ejecutó en Jinotega.

Además, el padre Rafael Ríos Gadea ha señalado a la Iglesia de haber escondido a "delincuentes" en 2018, refiriéndose a los manifestantes que se refugiaron en las parroquias católicas, huyendo de la mortal de la represión de la dictadura durante las protestas de ese año, en las que más de 300 nicaragüenses fueron asesinados por policías y paramilitares.

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