Rusia incrementa su influencia en América Latina: Nicaragua le compra armas y pide entrenamiento militar
Crece la influencia económica y política del Kremlin en la región. Sus principales socios son regímenes autoritarios o poco democráticos, Nicaragua en la lista.
- Managua, Nicaragua
- septiembre 19, 2024
- 12:36 PM
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América Latina se ha convertido en un objetivo clave de Rusia en su lucha por incrementar su poder geopolítico en el mundo. El Kremlin ya incluye en la política exterior y orientación democrática de varios países, incluidos Nicaragua.
Así lo advierte el Centro para el Estudio de la Democracia (CSD) en un informe titulado “El Alcance Global de Rusia: Manual del Kremlin en América Latina y el Caribe”, presentado en una videoconferencia en la que participó DESPACHO 505.
En América Latina, Rusia emplea una combinación de captura del Estado, coerción económica, tácticas de poder agudo y guerra de la información para alcanzar sus objetivos geopolíticos.
La captura del Estado se refiere a la infiltración en las estructuras de gobierno y económicas de una nación mediante la corrupción, la manipulación y el establecimiento de profundos vínculos con las élites y los líderes políticos locales.
En Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega se ha ofrecido para ser el centro de las operaciones de Rusia en Centroamérica y se ha convertido en uno de sus principales socios. La mayor atención se ha centrado en la venta de armas entrenamiento militar y apoyo de inteligencia venta de armas.
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“Rusia ha forjado estrechos vínculos con el gobierno de Ortega, proporcionándole ayuda económica, entrenamiento militar y apoyo de inteligencia. Esta relación ha permitido a Rusia establecer una presencia significativa en América Central, donde puede ejercer influencia sobre la dinámica de seguridad regional y contrarrestar los intereses de Estados Unidos”, revela el informe.
Los cinco países claves para Rusia
El informe examina los métodos que Rusia ha utilizado para establecer y expandir su influencia en América Latina, centrándose en cinco países: Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil y Panamá, que han sido identificados como cada vez más vulnerables a una coerción autoritaria extranjera más fuerte.
En Venezuela, por ejemplo, Rusia se ha convertido en un aliado económico y militar fundamental del régimen de Maduro. A través de préstamos masivos, empresas conjuntas en el sector petrolero, y el suministro de equipos militares y entrenamiento, Rusia se ha posicionado efectivamente como un salvavidas para el asediado gobierno venezolano.
Esta relación no sólo proporciona a Rusia un punto de apoyo estratégico en el hemisferio occidental, sino que también le otorga una influencia considerable sobre las decisiones de política exterior de Venezuela. La dependencia económica de Venezuela del apoyo ruso se ha traducido en una política exterior a menudo alineada con la agenda global de Moscú, incluida la oposición a las sanciones estadounidenses y los esfuerzos diplomáticos contra el Kremlin.
Uno de los ejemplos más significativos de esta estrategia es la implicación de Rusia en el sector energético en toda América Latina. Las compañías petroleras rusas han multiplicado por siete sus exportaciones de productos petrolíferos a América Latina desde el inicio de la guerra en Ucrania, alcanzando un máximo de unos 300-330.000 barriles diarios, alrededor del 5% del total de las ventas diarias de petróleo ruso al exterior.
Con un precio medio del gasóleo ruso en el mercado mundial de unos 100 dólares por barril, Rusia ha venido generando unos ingresos anuales de al menos 12.000 millones de dólares por su negocio petrolero en América Latina.
A finales de 2023, Brasil, que dependía de Rusia para aproximadamente el 40% de sus importaciones de gasóleo, se convirtió en el quinto mayor importador de productos combustibles rusos. Esta dependencia otorga a Rusia una considerable influencia sobre el mercado energético brasileño. En Venezuela, la empresa Rosneft controla la exportación de más de 100.000 barriles diarios, garantizando el flujo de petróleo a India y China a pesar de las sanciones de Estados Unidos.
Por otro lado, Panamá ha sido utilizada por miembros de la élite política y social rusa para realizar actividades ilícitas a través de su opaco sistema financiero.
Los medios de comunicación
En Venezuela, Bolivia y Nicaragua, donde los gobiernos están más alineados con los intereses geopolíticos rusos, los medios de comunicación rusos han ganado una tracción significativa.
Los líderes de izquierdas como el venezolano Nicolás Maduro o el nicaragüense Daniel Ortega suelen presentarse como férreos defensores del pueblo y de los mandatos democráticos, ocultando la realidad de su régimen autoritario y el declive de sus países.
La democracia puede frenar a Rusia
El crecimiento de la influencia rusa en la región se podrá revertir en la medida en que los regímenes políticos de América Latina sean democráticos o semidemocráticos, dice Armando Chaguaceda, coordinador de investigación de la organización Gobierno y Análisis Político AC (GAPAC).
El problema es que hay una realidad geopolítica que ya rebasa el esquema mínimamente democrático y ante esa realidad los retos son otros y mucho más elevados.
“La influencia rusa ya no es solo desinformación, de cooperación para la evasión de sanciones, sino que se trata de la alianza de una potencia global con actores autoritarios que han aniquilado —o están en vía de— a sus adversarios locales en el campo democrático. Las respuestas tienen que ser de otro tipo”, advierte.
Rusia ha fortalecido su rol no solo como un actor global, sino también regional o hasta nacional en algunos países de la región. “Los niveles de interpenetración de la cooperación autoritaria entre Estados como Rusia y Venezuela, y Nicaragua y Cuba son tan importantes para incluso la perdurabilidad de estos regímenes que estamos hablando de un actor clave”, dijo.
Miriam Kornblith, directora Senior para América Latina y el Caribe en la Fundación Nacional para la Democracia (NED), destaca que el reporte tendrá un gran impacto porque comprende que va a generar más conciencia sobre la influencia rusa en los países.
“La opinión pública en la región no está suficientemente consciente ni alerta acerca de esta influencia maliciosa que ejerce Rusia en la región”, dijo.