Terror en las filas del orteguismo por "purgas" de altos funcionarios y fieles militantes

La dictadura ha recetado cárcel y humillaciones a su círculo de poder, creando zozobra entre sus adeptos, indica estudio del Cetcam.

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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • septiembre 17, 2024
  • 10:51 AM

La dictadura de Daniel Ortega ha desatado el "terror" y la "incertidumbre" entre sus adeptos debido a las purgas que ha realizado en los últimos meses en contra de altos funcionarios y de fieles militantes, a los que ha encarcelado o humillado, según un análisis político realizado por el Centro de Estudios Interdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam).

Las eliminaciones por motivos políticos “han tocado incluso a oficiales de primera línea en el ejército y los expulsados del círculo de lealtades han recibido un tratamiento humillante cuando no han sido enviados a la cárcel acusados de corrupción.

El estudio revela que a los adeptos al régimen “les afligen las noticias de la caída en desgracia, humillaciones y encarcelamiento de muchos de ellos (funcionarios y militantes sandinistas) en las semanas más recientes”. 

Las personas allegadas al régimen o empleados públicos “examinan las listas de purgados y buscan pistas para anticipar si están expuestos a algo similar en su futuro inmediato”, revela el Cetcam.

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Algunas de las razones que les hacen temer son si en alguna ocasión han compartido con alguien críticas a las decisiones de los Ortega Murillo; si han tenido contactos, o peor aún, palabras de apoyo hacia algunos de los caídos en desgracia; si tienen familiares o amigos cercanos entre los desterrados y los desnacionalizados.

Además, “tiemblan al pensar que pidieron sobornos o extorsionaron a alguien que pudiera quejarse en el círculo más cercano del poder, o si los grupos de WhatsApp donde participan están bajo vigilancia. Los invade el miedo, la desconfianza y la incertidumbre. Sus temores tienen fundamento”.

Las "purgas"

El informe menciona los encarcelamientos, muchos de los cuales han sido disfrazados como "arrestos domiciliares" de Carlos Fonseca Terán, hijo del máximo líder del sandinismo, Carlos Fonseca Amador; Alba Luz Ramos, presidenta la Corte Suprema de Justicia; o el caso del comisionado general Marco Acuña, exjefe de la seguridad personal del dictador Daniel Ortega.

Aunque no es funcionario y ha estado alejado públicamente del Frente Sandinista (FSLN), el documento incluye también la "casa por cárcel" que Rosario Murillo impuso a su cuñado, el exjefe del ejército, Humberto Ortega. Igualmente, a Jorge Guerrero, "El Cuervo", exguerrillero sandinista y quien hasta ha sido condecorado por la Policía.

También se plasman las destituciones de Iván Acosta, exministro de Haciendo, a pesar de que en junio pasado fue nombrado como asesor presidencial ante organismos internacionales; Juan José Montoya, extesorero general y José Benito Aragón, exviceministro de Economía Familiar, Cooperativa, Comunitaria y Asociativa, entre otros.

Entre los "purgados" también hay aliados, como el líder miskito Brooklyn Rivera, quien fue secuestrado hace casi un año, el pasado 29 de septiembre de 2023, y desde entonces se encuentra bajo "desaparición forzada". Ni su familia ni los líderes indígenas saben qué ha pasado con él y piden al régimen una "prueba de vida".

Despidos y ataques

A las humillaciones de leales a la dictadura se suman los despidos de trabajadores estatales. Igualmente, se ha producido una nueva escalada del régimen en contra de las organizaciones sociales e iglesias con cancelaciones masivas de personerías jurídicas, confiscaciones y nuevos ataques.

Las “purgas” continuarán

Según el análisis del Cetcam, la dictadura es “paranoica” y no detendrá la persecución o “purgas” en contra de su mismo círculo cercano.

Ortega y Murillo, ambos encerrados en su burbuja, se creen rodeados de enemigos que están esperando la oportunidad para atacarlos, interpretan la más mínima discrepancia como traición y en cada persona ven un peligro latente”, advierten.

Los empleados públicos y los sandinistas lo saben y “por eso se autocensuran, se sobre esfuerzan por parecer leales y se hunden en la indignidad”.

Una enfermedad “incurable”

“El problema es que la paranoia no es una enfermedad curable, por el contrario, tiende a agravarse con el tiempo. Los dictadores saben que a medida que purgan a más personas, generan nuevos y multiplicados agravios, más gente con motivos para traicionarlos”, señala el informe.

Se trata de una agresión que “a menudo se extienden” a los familiares de los “purgados”. 

“El círculo perverso de la desconfianza y el temor se acelera, mientras los dictadores saben que a la menor señal de debilidad sus mismos allegados serán quienes los traicionen y aceleren su caída”, concluye.

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