Daniel Ortega, un tirano rodeado en su propia paranoia

Analistas políticos consideran que la paranoia de Daniel Ortega de pelearse con sus antiguos aliados latinoamericanos podría cerrar las puertas a una posible liberación de los presos políticos, a través de un acuerdo político.

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Los dictadores nicaragüenses Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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  • agosto 28, 2024
  • 08:19 AM

La decisión del dictador Daniel Ortega de pelearse con sus antiguos aliados de la izquierda Latinoamericana solo provocará aislamiento y la pérdida de votos en los foros internacionales, consideran analistas políticos consultados por DESPACHO 505.

La opositora Haydée Castillo explica que declaraciones como esas (las pronunciadas por Daniel Ortega), evidencian que "poco a poco la dictadura va quedando en el aislamiento"

"En los grandes foros internacionales, multilaterales, como en el caso de la Organización de Estados Americanos, podíamos ver a un gobierno de Brasil, del presidente Lula, tratando de amoldar las resoluciones para que no fueran drásticas, como cuando se hizo una resolución que hablaba sobre cómo nos quitaron la nacionalidad y Brasil decía que pusieran la palabra supuestamente, como si no habían testigos", recuerda Castillo.

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Hasta junio pasado, cuando se celebró en Paraguay la quincuagésima cuarta edición de la Asamblea de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Brasil abogaba porque no fueran tan fuertes las resoluciones de ese organismo en contra de la dictadura nicaragüense de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Consecuencias para el régimen

A partir de este lunes 26 de agosto, es muy poco probable que eso vuelva a ocurrir, puesto que en esta fecha Ortega utilizó en contra del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva una "violencia verbal diplomática", a como calificó las expresiones de Ortega el opositor Juan Sebastián Chamorro.

“Si querés que te respete, respetame, Lula y no andés ahí de arrastrado”, le dijo Ortega a Lula, en reclamo porque el brasileño ha puesto en duda el supuesto triunfo electoral de Nicolás Maduro en Venezuela.

Ortega sufrirá las consecuencias en un corto plazo de ese aislamiento en el que se está hundiendo, considera Castillo, porque está perdiendo votos que antes le ayudaban en organismos como la OEA y las Naciones Unidas (ONU).

"Va a tener implicaciones en los temas económicos, en la cooperación internacional, y probablemente por eso es que está hablando también de compactar el Estado, por un tema de quedarse solo con fieles, pero también para resguardar ese flujo de dinero que toman ellos de las arcas del Estado", comentó la también activista de derechos humanos.

La paranoia de Ortega

El politólogo Félix Maradiaga cree que Ortega ve enemigos por todos lados y eso es la causa de su profundo aislamiento internacional y de que su régimen sea uno "en descomposición, donde el miedo y la represión han sustituido cualquier vestigio de gobernanza democrática".

"En su obsesión por ver la supuesta mano injerencista de Estados Unidos detrás de cualquier acción que promueva el cumplimiento del derecho internacional, Ortega ha erosionado sus relaciones con líderes progresistas de América Latina que alguna vez fueron sus aliados. Este comportamiento lo ha transformado en una especie de Corea del Norte tropical, donde cualquier vínculo con la comunidad internacional es percibido como una amenaza existencial", expresa Maradiaga.

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Además de con Lula, Ortega también ha tenido roces con los presidentes de izquierda Gabriel Boric, de Chile, y Gustavo Petro, de Colombia, quien también se ha mostrado moderado a la hora de pronunciarse sobre la dictadura de Ortega, al contrario de Boric, quien sí ha criticado al nicaragüense abiertamente.

En septiembre del año pasado, recuerda Maradiaga, Ortega atacó a Boric llamándolo "pinochetito" durante un discurso.

"Estas declaraciones reflejan no solo su desconexión con la realidad, sino también su creciente desesperación por mantenerse en el poder a cualquier costo", señala el opositor, quien afirma que el rechazo internacional a Ortega incluye a la izquierda europea, afirma Maradiaga.

"Ortega se ha convertido en un tirano rodeado de su propia paranoia, rechazado incluso por sectores de la izquierda más extrema en Europa, que todavía apoyan a regímenes como Cuba y Venezuela, pero han decidido tomar distancia de Ortega, considerándolo indefendible.

Lo negativo

El aspecto negativo de este aislamiento de Ortega radica en que se cierran las puertas para posibles negociaciones en favor de, por ejemplo, los presos políticos, indican los opositores nicaragüenses.

"Ortega tiene meses, sino años de estar aislado de estos gobiernos de izquierda. Les ha cerrado las puertas, les ha negado la comunicación, los ha ofendido. Aquí ya pasó a otro nivel de ofensas, de ataques y aleja más la posibilidad de buscar una solución, de parte de estos gobiernos, a buscar algún tipo de, ya no digamos un arreglo político, pero al menos la liberación de los presos políticos, que era algo que, por ejemplo, sentíamos nosotros que los gobiernos de izquierda tal vez podían incidir sobre Ortega", comenta Juan Sebastián Chamorro.

Maradiaga, por su parte, indica que "la retórica incendiaria y represión brutal de Ortega han llevado a Nicaragua a un aislamiento internacional cada vez más profundo, sacrificando cualquier posibilidad de mantener relaciones constructivas".

Lo positivo

Lo positivo, recalca Haydée Castillo, es que paulatinamente los mismos gobiernos que apoyaban a Ortega ahora están viendo quién es realmente el dictador nicaragüense.

"Este es un proceso que si bien es cierto es lento, no va a la velocidad que quisiéramos nosotros para liberar a los presos políticos, para salir de este gran drama de terrorismo de Estado que tenemos, pero creo que son pasos interesantes que se va dando en la medida que gente que antes, digamos, por lo menos se ausentaban para no votar en contra de la dictadura o al menos se abstenían, ahora van teniendo cada vez más claro de con quién están tratando y van teniendo mayor certeza de lo que antes no creían al pueblo de Nicaragua, a los liderazgos, a la oposición, a los defensores de derechos humanos, que en realidad en Nicaragua no hay un gobierno, tampoco es una izquierda, ni hay una revolución, ni son solidarios, ni socialistas, ni pueblo presidente, sino que realmente lo que hay es una dictadura pura y dura, que lo único que prioriza en este caso son sus privilegios", explica Castillo.

La opositora invita a que se aproveche este momento para seguir denunciando los crímenes de Ortega para "profundizar más ese aislamiento político, diplomático y económico, no del pueblo de Nicaragua, sino de la dictadura Ortega Murillo".

Maradiaga también ve aspectos positivos en el aislamiento en el que ha caído el régimen Ortega Murillo y lo califica como un triunfo para los nicaragüenses.

"El juicio de la historia ya es claro: Daniel Ortega es un dictador que ha llevado a su país a la ruina por su insaciable sed de poder. Su aislamiento internacional no es solo el resultado de sus exabruptos, sino también un reflejo de la creciente repulsa global hacia su régimen. Para quienes siempre fuimos sus opositores, no hay duda de su perversidad. Pero el hecho de que incluso sus antiguos aliados lo vean ahora como lo que es, un dictador que destruye Nicaragua, es un triunfo para la memoria histórica y para la verdad", finalizó diciendo Maradiaga.

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