Gustavo Porras, el “oportunista" sin trayectoria en el FSLN sumiso a Rosario Murillo
Quienes conocen a Gustavo Porras, dicen que es sobrado en defectos:prepotente, déspota y vengativo, un oportunista sin competencia, lo que le ha permitido escalar en el orteguismo
- mayo 20, 2024
- 10:15 AM
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Si alguien puede llegar a ser considerado un advenedizo dentro de las filas del Frente Sandinista es Gustavo Porras. No tiene historial guerrillero, no participó en ninguna acción antisomocista, ni se halla de él alguna tarea revolucionaria después de 1979.
Su caso es “tan grave”, que voces autorizadas de aquel Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que encabezó una rebelión popular armada que derrocó a Anastasio Somoza y sacó a su familia del poder hace 45 años, hasta lo recuerdan como un somocista “moderado”. El mismo Porras, ha dicho que su trabajo dentro de la estructura rojinegra, comenzó hasta en 1984, cuando vio una oportunidad para integrarse a los sindicatos de salud.
La comandante guerrillera Mónica Baltodano, es una de las autoras más prolíferas de las memorias de aquel sandinismo que luchó más de 40 años para acabar con la dictadura de la familia Somoza. Admite si, a DESPACHO 505 que, sobre Porras, no hay nada escrito en sus cuatro volúmenes sobre las andanzas del sandinismo y sus figuras destacados, porque él no participó en nada relacionado a la insurrección que culminó el 19 de julio de 1979.
“Más bien era como si simpatizara con Somoza, o al menos eso decían compañeros de clases que sí, se integraron a la lucha”, dice Baltodano que ha trabajado a largo de 12 años en la recopilación de aquellos acontecimientos históricos. Muchos de los relatos que integran la abundante memoria, fueron contados por sus protagonistas, algunos antes de fallecer y otros que yacen retirados de la vida pública vencidos por la edad. Y no, el nombre de un Gustavo Eduardo Porras Cortés, no aparece por ningún lado.
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¿Dónde estaba el 19 de Julio de 1979?
El excanciller sandinista Víctor Hugo Tinoco compartió facultad con él. “Él se vinculó al Frente Sandinista después del triunfo”, señala sin muchos rodeos. El recuerdo que Tinoco tiene de Porras, es el de un universitario sin ningún interés en otra cosa que en sus clases. Más de una vez, llegó a considerar “vagos sin futuro” a los rebeldes como Tinoco que se integraron al movimiento Frente Estudiantil Revolucionario (FER), el semillero de cuadros del que más tarde se nutriría el FSLN.
La distancia fue tal que el 20 de julio de 1979, cuando todo el país se citó a la plaza para celebrar la salida de Somoza de Nicaragua, Porras ya hecho un médico que prestaba horas en el hospital Oriental de Managua, ahora “Manolo Morales Peralta”, se negaba a ir porque al fin y al cabo nada “tenía que ver” con lo que pasaba.
El desaparecido Carlos Tünnerman, contó a la revista Magazine de La Prensa, que a Porras casi “lo jalonearon” para que aceptara ir. Rememoró que la insistencia de sus colegas, se debió al hecho de que utilizarían su auto, un Volkswagen color rojo, que el joven doctor manejaba con ínfulas de pudiente. “Definitivamente a Gustavo Porras solo lo conocí después del triunfo de la revolución”, confirma por su lado Dora María Téllez.
Téllez, otra comandante guerrillera también con méritos suficientes para hablar del antiguo sandinismo, dice para este reporte, que ve en Porras el personaje más representativo de quienes se apoderaron del Frente Sandinista para sacar cuanto provecho han podido, aferrados a un poder que se ejerce sin moral alguna. “Es una persona con un alto nivel de servilismo a los Ortega-Murillo, alguien sin pensamiento propio”, expone.
Porras y el decreto maldito que soterró a Ortega
Quienes conocen a Porras, dicen que es sobrado en defectos. Es prepotente, déspota y vengativo, un oportunista sin competencia, lo que le ha permitido escalar en el orteguismo dejando atrás a otros que por acciones del pasado se creyeron indispensables para el partido que la familia de El Carmen, la residencia en Managua de Ortega y Murillo, manejan como fundación privada-familiar.
A Porras, unos le acuñan parte de la autoría del decreto nefasto que prendió al país en abril de 2018, las crueles reformas a la seguridad social, igual que le acuñan también, ser uno de los que apoyó la solución que encontró el régimen para “salir del hoyo”, aunque significó entrar “al fango sangriento” que los maneja acorralados hasta la fecha. “Porras no quería cargar con la caída del régimen, así que se ató a los Ortega-Murillo y se fue de cabezas a ser uno de los responsables de las matanzas”, dice un médico que lo conoce y que, por encontrarse en Managua, pide hablar con identidad protegida.
“Es posible que, aunque uno no lo entienda, Ortega y Murillo lo hagan pagar por ese error de cálculo alguna vez, aunque no sabemos cuándo, porque por ahora, son cómplices y él (Porras) hace de todo para congraciarse con ellos, más con Rosario Murillo”, dice el médico.
“El doctor Porras le ha jurado fidelidad a Murillo y ha recibido a cambio responsabilidades importantes para la sobrevivencia del régimen”, agrega al respecto el analista político Oscar René Vargas, quien también reflexiona sobre la llegada del exsindicalista al anillo de poder de los dictadores. “No hay duda, que ante la ausencia de cuadros hábiles y una organización en declive se usa lo que hay y el doctor Porras, ha encajado muy bien demostrando su fidelidad ciega a la pareja del poder”, dice el analista a DESPACHO 505.
Porras, el doctor-administrador de empresas
Los 69 años que tiene Porras le han dado para tener una buena hoja de vida, tanto que pudo salir de su perfil de medicina interna, un título obtenido en la Universidad Autónoma de Nicaragua UNAN-León, para lograr una licenciatura en Administración de Empresas en la confiscada Universidad Centroamericana, UCA.
Quienes lo conocen creen que el dato no debe pasar desapercibido por dos razones. La primera es que hizo la carrera sabiendo que eran necesarios para él los conocimientos gerenciales por los negocios que ha hecho crecer a la sombra del régimen mientras se muestra como un revolucionario forjado en los sindicados de izquierda, en cuyas oficinas casi envejeció y lo segundo, es que pertenece a ese grupo de orteguistas que se valieron de la formación jesuita y cuando Ortega los vio como enemigos, renegaron contra ellos y se lanzaron contra la UCA. “Se trata de un oportunista, un aprovechado”, señala Baltodano.
El perfil de Porras en la Asamblea Nacional dice que nació en Managua, un 11 de octubre de 1954. Ello quiere decir que, en cinco meses, cumplirá nada menos y nada más que 70 años, lo que lo hace parte de un viejo inventario de aquella organización política que emergió con brillos, pero que ahora, luce opaca en manos de una pareja también de ancianos que retienen el poder en Nicaragua con la fuerza de las armas.
Gustavo Eduardo Porras Cortés estudió su primaria y secundaria en el Instituto Pedagógico de Managua, el mismo centro donde estudió Daniel Ortega y Arnoldo Alemán. En los pocos perfiles que ha permitido, compartió que creció en las cercanías al Colegio Bautista y los que lo conocieron de niño, lo recuerdan como “un gordito” con pocas habilidades para los juegos de calle. Es hijo de doña Guillermina Cortés, una costurera de buen nombre que confeccionaba vestidos para mujeres pudientes de la Managua de los años 70 y Gustavo Porras, un abogado jinotegano, que trabajó años en el Banco Central.
En primaria y secundaria fue un buen alumno y su racha de aplicado la repitió en la facultad de medicina, donde primero se graduó de médico general y después se especializó en medicina interna. Tiene un diplomado en Gerencia de Hospitales del Programa Interfacultativo de la Universidad de Chile y de ahí para allá, un manojo de reconocimientos honoríficos que nada tiene que ver con lo que ahora hace. Ha tenido dos matrimonios y solo con el último tuvo dos hijos.
Como médico trabajó en el hospital “Manolo Morales Peralta”. Fue en sus pasillos y vestido de bata blanca impecable, dónde lo sorprendió el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979, mientras otros, ahora reducidos a nada en este Frente Sandinista de Ortega y Murillo, llegaron a la capital barbados, flacos y con arma colgadas a pechos hinchados de orgullo por haber sacado a balazos al tirano de la época.
Llegó tarde a Fersalud, pero…
Pareciera una ironía de la historia revolucionaria de este Frente Sandinista que cada uno de sus cuadros hacen todo lo contrario a lo que gritan en plazas públicas o frente a las cámaras y micrófonos de las radios y televisoras de sus jefes. Porras, por ejemplo, se deshace en atacar a los empresarios y exaltar a los trabajadores, pero es considerado “el principal” castrador de los sindicatos del país. “Ese fue su principal trabajo para Ortega”, dice Dora María Téllez. “De los sindicatos, como el de él como sindicalista nada queda”, agrega Baltodano.
Porras se integró a la Federación Trabajadores de la Salud (Fetsalud) en 1984. Siempre fue reacio a las entrevistas sobre su historia política porque pocos fundadores de la organización que nació para defender a los trabajadores de la salud, le reconocían méritos. Al contrario, fue en sus primeros años que se reveló como un dirigente que haría de todo para acaparar poder y control, así fuera con el uso de “golpes debajo del cinturón”.
Fetsalud fue fundada en 1974, diez años antes que Porras se incorporara a ella. Aun así, encontró la forma de hacerse de ella con una simple acción: convencer a la dirigencia que alinearse al FSLN de los años 80 era la mejor idea del mundo. Y una vez que se dejaron cooptar, como ocurrió con otros movimientos sociales de la época, el médico internista pidió su recompensa. Ascendió rápidamente y en poco tiempo alcanzó el nivel de una dirigencia que nunca se ganó en ningún terreno de batalla.
Pero ya llegaría el momento en que él tendría la oportunidad para demostrar que podía cambiarse la bata blanca impecable por camisetas baratas de color rojo para verse como un verdadero sindicalista con estilo sandinista. Fue en los años 90. Fue agitador y quema buses. Responsable también de las asonadas de aquellos años.
La traición a los médicos pro salarios
A mediados de esa década, varios médicos ajenos a Fetsalud y que se autodenominaron “Médicos Pro Salarios” paralizaron el sistema de salud por seis meses para exigir mejoras salariales.
Aunque Porras, ni Fetsalud eran parte de aquella demanda, cuando los médicos Pro Salarios llegaron al Ministerio de Salud de la época a negociar el fin del paro, ahí los esperaba él, con una agenda debajo de las axilas y con una mano en una de las sillas como para que nadie se la quitara. Los médicos Pro Salarios, que no eran sindicales sino especialistas con una demanda especifica, lo dejaron sentarse pensando en que sumar era mejor que restar.
Cuentan algunos médicos de aquel movimiento que todavía viven el país, que lo mismo ocurrió en 2006 cuando otra demanda del mismo movimiento buscaba que los salarios de los médicos se igualaran a los de la región. Pero Porras apareció en escena más claro de otra intención que sumar, como ellos lo pensaron la primera vez.
Porras aparentemente llegó instruido esta vez de que Fetsalud debía verse más en las demandas y restarle protagonismo al movimiento medico independiente. Y así fue. De repente, la gente de Fetsalud estaban primero en los puntos de reclamo y Porras comenzó a robar cámaras expresando que el sandinismo, entonces en oposición, respaldaba la lucha de los médicos y agregaban a la demanda al resto de trabajadores de la salud. Así solidificaba su vida de agitador, como ya lo hacia el desaparecido Roberto González desde la Central Sandinista de Trabajadores, CST, que, por cierto, pasó sus últimos días atacando a Porras hasta que un infarto fulminante acabó con su vida.
El doctor Porras ejecutó “vasectomía” a los sindicatos
Para 2007 que Ortega volvió al poder, Porras ya había extinguido el movimiento médico Pro Salario y Fetsalud tenía el monopolio de las huelgas y las asonadas que marcaron los años en el que el Frente Sandinista fue oposición y el responsable de provocarlas. Sin pudor alguno, Porras ordenó despidos de hospitales públicos a los dirigentes Pro Salarios, una de sus peores traiciones. Pero no fue todo, se centró en controlar todo el sistema de salud a través de los sindicatos.
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Fuentes del orteguismo lo acusan hasta hoy día de haberle hecho la guerra a la doctora Maritza Cuan, la primera ministra de salud de Ortega que se negaba al sometimiento y que apostó a hacer su propio “feudo” con los médicos Pro Salarios. Pero no pudo, Porras ya venía trabajando en su descabezamiento y al no contar con una estructura sindical sólida como Fetsalud, fue fácil devastarla a ella y a los especialistas que la apoyaban.
Dora María Téllez conoció a Porras cuando ella ocupó la cartera del Ministerio de Salud. “Él (Porras) destruyó a Fetsalud”, dice con aplomo. Dice que le cuesta ver a Porras en otro lugar que no sean las oficinas del sindicato. “Es que era un dirigente que se volvió eterno, se adueñó de Fetsalud, nunca se bajó de ahí, nunca se eligió a otro dirigente que no fuera él”, señala.
Para la exguerrillera, Porras “es un esquirol”. “Su mejor trabajo ha sido aplastar a los trabajadores de la salud. Ahora los trabajadores no pueden demandar ninguna reivindicación y los mismo hizo en el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), cuya dirigencia ocupó también para rendir a los sindicatos a los pies de Ortega y Murillo”, explica. “Porras ha debilitado las estructuras sindicales, las socavó, las castró por completo”, le agrega Baltodano.
Porras “el empresario”
Nadie duda que Porras, ha alzado la mirada más allá de lo que otros en el FSLN, lo han hecho. Poco queda del sindicalista aquel de camiseta barata. En el parlamento de Ortega, cuya presidencia ocupa se le ve ahora con camisas de colores pastel, cuello chino y un reloj inteligente en cada muñeca. Los pasos que da, lo dan también dos asistentes y escoltas unos de civil y otros de uniformes.
Pero eso es tan solo una parte de lo que el poder le ha dado. Antes de llegar ahí, Porras tuvo suficiente dinero para comprarse una hacienda de 100 manzanas, nada menos y nada más que en Matagalpa, en Muy Muy específicamente donde cría ganado y siembra café. Ortega apenas tenía meses de haber llegado al poder, cuando Porras adquirió la propiedad “al cash”. 148 mil dólares, un dólar sobre otro, según una publicación de La Prensa hace 15 años.
Porras quedó fascinado con la vida en Muy Muy a dónde vivió los meses de su servicio social como médico. Juró que volvería y lo hizo en grande. Si algo ha dejado claro, es que pocas cosas a la suerte. Sus estudios de administración de empresas, por ejemplo, que tiene una distancia abismal con la medicina interna que dice ha sido su vocación de vida, tiene una clara explicación en lo que haría en la era Ortega-Murillo: sería también empresario. Y lo logró.
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Porras se vinculó hasta los tuétanos con Unimark. En septiembre de 2006, la compañía inició como un centro de llamadas, un Call Center con un capital inicial de 5 mil 633.80 dólares, pero tres años después en 2009 ya obtenía contratos estatales como uno de 460 mil dólares del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), por la compra de 20 mil tratamientos antivirales de medicina contra la gripe AH1-N1. El exsindicalista Porras despegaba así una exitosa carrera en el mercado de la medicina.
En ese mismo año, por ejemplo, Unimark, también fue beneficiada con otro contrato estatal para la adquisición de maquinaria y equipos para la planta procesadora de medicamentos de laboratorio Ramos, comprada por el régimen en transacciones que nunca han sido aclaradas. El contrato significó para su compañía nada menos que el pago de 896 mil 061 dólares, según documentó La Prensa en otra investigación.
Ya para febrero de 2017, Unimark ya manejaba negocios con el Estado de hasta más de cinco millones de dólares. “Hablamos de una persona oportunista que aprovecha los espacios que le dan y claro la fidelidad al régimen se traduce en esa corrupción”, señala Baltodano.
“El señor diputado”
A Baltodano no le cabe duda que, Porras encontró una enorme oportunidad en la desgracia de los Núñez Téllez, que en 2016 enterraron a René Núñez cuando igual que su hermano, Carlos Núñez, murió de enfermedad natural en 1990 mientras ocupaba cargos en el Parlamento Nacional.
Porras fue electo diputado en 2002. Reelegido en 2007, y vuelto a elegir en 2011, igual que en 2016. Al año siguiente, en 2017, sustituyó a Núñez en la Presidencia de una Asamblea Nacional que Ortega domina por completo y que lo vio merecedor del cargo por cumplir fielmente en mantener “dormidos” a los sindicatos.
Oscar René Vargas dice que Porras ha sobre cumplido el mandato de los Ortega-Murillo y no lo ve ir más allá, incluso descartó totalmente el rumor a lo interno de ese FSLN, que el diputado alguna vez aspiró a la vicepresidencia que Ortega reservó para su esposa. “Imposible él (Porras) nunca competiría con Rosario Murillo, él se arrodilló ante ella”, señala.
“Es un alfil muy cercano al círculo represor”, dice el analista quien cree que Ortega y Murillo ya han probado su lealtad. “Es esencialmente un subordinado dispuesto a obedecer sin pensar lo que le ordenan”, dice Baltodano.
Pocos pondrían en duda esas conclusiones, al escuchar a un médico que juró salvar vidas a costa de todo, diciendo ahora que, para él, una sanción internacional por ser responsable de crímenes de lesa humanidad, es como una medalla que con gusto exhibe, ahora en su camisa de colores pastel, y cuello chino, de las que usa después de haber tirado la bata blanca que podría recordarle el juramento hipocrático.