Las 24 horas de vértigo que vivió Nicaragua por la frustrada liberación del obispo Álvarez
La expectativa de todo un país fue seguida de cerca por el mundo. Monseñor Álvarez amaneció hoy en su celda de "La Modelo" y con su decisión le da una lección de moral y valentía a la dictadura que lo tiene secuestrado.
- julio 06, 2023
- 03:00 AM
- Despacho 505
- Copyright Despacho 505
El país ha dormido poco. Las últimas 24 horas se han vivido con vértigo en Nicaragua. “¿Qué pasó con el obispo Álvarez?”, es la pregunta que llegó a sustituir hasta los saludos en este país que Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, han convertido en una nación convulsa otra vez.
Lo que se maneja es que monseñor Rolando Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa, el personaje de las noticias más recientes, amaneció de nuevo en una celda del Sistema Penitenciario Nacional, “La Modelo”, en Tipitapa, después de ser sacado de allá en un intento más para consumar la exigencia de los dictadores de que acepte un destierro del país, “donde tiene derecho a vivir con libertad”, tal y como ha señalado monseñor Silvio Báez.
Fue devuelto a prisión porque no quiere irse. “Vergüenza total”, dice un religioso que no puede contener un sentimiento, que explica a DESPACHO 505, se mueve como olas de mar y su orilla, “va de la ira al dolor y viceversa”. Si, los carceleros lo regresaron al calabozo como cuando Jesús fue de Pilatos a Herodes y de Herodes a Pilatos, para un martirio que no pidió, pero que su deber de santo le exigía, explica con analogía bíblica.
Con la acción de ayer, Ortega y Murillo, cometen un nuevo acto de saña que da la razón al papa Francisco cuando llegó a decirles “groseros”, con tintes de “dictadura comunista o hitleriana”. Cuando se podría creer que nada puede ser peor que 355 asesinatos y ser sospechoso de cometer crímenes de lesa humanidad, se viene con esto: Ortega negocia la libertad de un religioso que para el sumo Pontífice es “un hombre serio, muy capaz”, según declaró en marzo de este año.
HORAS DIFÍCILES
Las últimas horas han sido difíciles para todo un país que cumple cinco años viviendo bajo la bota policial y paramilitar y que camina bajo la mirilla de fusiles AK-47 que manipulan uniformados desde camionetas policiales y otros vestidos de civil desde la tina de camionetas doble cabina con placas de particular, aunque todos saben que son del Estado.
LEA TAMBIÉN: Monseñor Silvio Báez: «Rolando y nunca negociará» su destierro «pido a la Iglesia denunciar esta injusticia»
Las redacciones de los medios nicaragüenses de línea independiente no apagan sus monitores desde el martes cerca del mediodía, cuando se filtró que hubo movimientos en la celda donde el religioso paga más de 26 años de prisión por decisión del dictador. Han doblado turnos para mantenerse pendientes de "lo más último", redoblado el estrés a “sus fuentes confidenciales” con llamadas cada cuarto de hora y han dormido con un ojo cerrado y el otro abierto, “abrazados” al teléfono y a las portátiles conectadas en línea.
Lo mismo ha pasado en las redacciones de los grandes medios fuera de Nicaragua. No han parado de exigirle a sus corresponsalías más sobre el obispo, más sobre la negociación, más sobre su paradero. Para muestra un número: 1.400 titulares se reprodujeron al minuto de divulgarse el primer tweet que alertó que habían pláticas entre el régimen, el Vaticano y el Clero para excarcelar a Álvarez .
Se trataba de la liberación de uno de los presos políticos más importantes que ha tenido América Latina en los últimos años, en manos de una de las dictaduras más crueles que padece el continente, según ha calificado en DESPACHO 505 el analista internacional Santiago Cantón y que, según el mismo papa Francisco, está dirigida por una persona en “desequilibrio”.
SE DISPARAN LAS ALERTAS
“Es difícil encuadrar todo lo que ha pasado en estos tres días”, dice un periodista de Managua que ha llevado el caso Álvarez para una agencia de noticias. “Incluso uno no ve fronteras entre un día y otro, es una especie de línea de tiempo, sin tiempo”, señala.
No obstante, cree, como muchos, que desde el martes cerca del mediodía hasta este miércoles, fueron 24 horas de “una alerta sobre otra”. “Las alertas son los nuevos elementos cada cierto tiempo de una gran noticia como esta, fue un estallido, era una noticia que estaba en todos lados, en segundos y cada vez con nuevos elementos”, explica.
Este martes cerca del mediodía y con una diferencia de minutos, dos tweets advirtieron que la noche del obispo Álvarez había sido removido de su celda de “La Modelo”. El primero fue el del periodista independiente Emiliano Chamorro que por años cubrió la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) para el diario La Prensa y el otro, de la activista de derechos humanos Bianca Jagger. El traslado del obispo fue el primer evento que disparó “la alertas”.
Al menos dos horas después, los medios de información lograron que fuentes ligadas a la Iglesia confirmaran de forma extraoficial la información, con detalles muy escuetos, debido a que dijeron, se manejaba en un círculo muy cerrado, de “alto nivel.
“La confirmación extraoficial de fuentes eclesiales fue un segundo evento importante en el caso y por supuesto, el silencio oficial de todo el día se sumó después”, dijo el periodista.
En ese tiempo y hasta el final del martes, ni la Iglesia católica, que difunde información en las redes sociales de sus diócesis, ni el régimen, que controla ocho de los nueve canales de televisión que funcionan en señal abierta en el país y más de 150 estaciones de radio, dijeron ni una sola letra de lo que se estaba informando.
FRACASAN LAS NEGOCIACIONES
A primera hora del miércoles más fuentes discretas dieron nuevos elementos. Lo primero que informaron es que las negociaciones se empezaban a estancar por la decisión del Álvarez de negarse al destierro. Hace cinco meses rechazó ser expulsado como a los 222 presos políticos que el régimen montó en un avión y mandó a Estado Unidos en febrero pasado.
LEA TAMBIÉN: Monseñor Rolando Álvarez rechaza por segunda vez la libertad vía destierro
A esas horas se habían agregado otros eventos: monseñor estaba ya en manos del Clero y Ortega había ofrecido, además, la salida de dos sacerdotes a quienes enjuició y condenó a puerta cerrada; a uno por supuesto abuso contra una menor y a otro por agredir supuestamente a una mujer, así como la suspensión de un proceso investigativo contra tres curas más por supuestas anomalías financieras en Cáritas de Nicaragua.
Pero Ortega y Murillo, que acostumbra a ver a los reprimidos por su régimen como monedas canjeables, no fue aceptado por monseñor Álvarez. El religioso insistió en que la libertad debía ser sin condiciones, rechazó el destierro y se dispuso a darle una lección de moral y valentía a la dictadura. El Vaticano lo respaldó en todo momento y Ortega, no tendría más remedio que volver a echarse la carga pesada de regresarlo a prisión, aunque el mundo le exija que debe soltarlo sin condicionamiento, como él ha pedido.
“Monseñor Rolando Álvarez no quiere salir de Nicaragua. Quiere ser libre, sin condiciones, en su país”, escribió a esas horas en su red social el obispo hondureño José Antonio Canales, quien ha dado seguimiento a la situación de su colega.
LEA TAMBIÉN: Sinapred reporta erupción en el volcán San Cristóbal, el más alto de Nicaragua
A las 11:00 de la mañana de este miércoles, en las afueras de Catedral, en Managua, un cardenal Brenes que se mostró a la ofensiva desde el primer momento salió a negarlo todo. Tras dos horas de espera, monseñor Leopoldo Brenes dijo a los periodistas que lo aguardaron, que lo que se había dicho era “especulación”, que él no había visto al obispo, que sus familiares si en sus visitas y que continuaba en prisión.
El jerarca confirmó sin decirlo, el retorno del religioso al confinamiento donde lo tiene el régimen, una de las tres opciones que según una fuente diplomática había dado el dictador: Roma, el exilio donde él quisiera y o la celda de nuevo.
Con su decisión, monseñor Rolando Álvarez le demostró una vez más que su lucha por la libertad no es un discurso de tarima arreglada y colorida, como los que acostumbra a dar el dictador a un público selecto que Murillo le escoge, obligados a pensar y vestir camisas iguales. “El mundo entero ahora sabe que lo que monseñor quiere: es su libertad, sin condiciones y en su país”, dice el periodista.