Guillermo Cochez, exembajador de Panamá ante la OEA: “Lo único que hace falta en Nicaragua es invadirla”

El exembajador panameño valora, tras la farsa municipal, que “ya se ha hecho de todo” para buscar una solución a la crisis que vive Nicaragua, no obstante persiste por la intransigencia de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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  • noviembre 08, 2022
  • 12:25 AM

El exembajador de Panamá ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Guillermo Cochez, sigue de cerca la actualidad de Nicaragua y estuvo pendiente de las elecciones municipales de este domingo 6 de noviembre. “¿Cuál ha sido la trascendencia de las elecciones municipales en Nicaragua?”, se pregunta Cochez. Y él mismo se responde: “Ninguna”.

Cochez, abogado de 77 años de edad, es también político y, además de embajador, ha sido diputado y alcalde de la capital panameña. En los últimos años se ha convertido en un analista de la situación en Latinoamérica y es especialmente crítico de países como Venezuela, Cuba y Nicaragua, que tienen regímenes totalitarios.

En entrevista con DESPACHO 505, Cochez explica que las elecciones municipales en Nicaragua de este año 2022 han sido “intrascendentes” por la falta de credibilidad y lo único que han hecho es que Daniel Ortega se siga “hundiendo” ante los ojos de la comunidad internacional.

Según él, aunque Ortega acumule mucho poder en Nicaragua, y más aún con estas elecciones municipales, eso no le garantiza estabilidad ni legitimidad ante los países del mundo. Igualmente, critica al dictador nicaragüense por estar “tocando” lo más íntimo del ser nicaragüense: su religiosidad, al atacar a la Iglesia, y prohibir procesiones.

Ante eso, Cochez alienta a los nicaragüenses al decir que aunque ahorita vean difícil deshacerse de Ortega “de repente, ocurren situaciones imprevistas”.

¿Qué ha escuchado de las elecciones municipales que se realizaron  este domingo en Nicaragua?

Que Ortega se va a hacer de todo el poder en los municipios de Nicaragua, porque la oposición no está participando.

¿Cómo se recibe eso entre la comunidad internacional?

El problema que tiene Nicaragua ahora mismo, y que, por supuesto afecta a todos los nicaragüenses, es que, dentro de la agenda de las grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Europea, el tema de Nicaragua, la violación de los derechos humanos en ese país, la falta de condiciones democráticas, está en un lugar muy, muy por debajo del interés de todos estos países. Pero, cada vez que Daniel Ortega y su esposa Rosario (Murillo) cometen este tipo de irregularidades, como ir a unas elecciones municipales en las mismas condiciones que se dieron las elecciones presidenciales, lo que la comunidad internacional ve es que siguen hundiéndose, pero es muy poco lo que se va a poder hacer a nivel internacional porque creo que ya se ha hecho todo por Nicaragua y lo único que hace falta es invadirla.

¿Cree posible una intervención militar?

Eso no va a ocurrir. Pero, repito, el problema está en que las aspiraciones de los nicaragüenses no son vistas como una prioridad dentro de la lista de la geopolítica mundial para países como Estados Unidos y los países que integran la Unión Europea, que son los que más han estado solicitando fundamentos democráticos en Nicaragua. Y eso es una verdadera pena.

Con las elecciones municipales, Ortega intenta que la comunidad internacional las vea como válidas, ¿cree que lo logra?

En lo absoluto lo puede lograr, porque si ya hizo lo que hizo a nivel de las elecciones presidenciales, ¿Qué se puede esperar de las elecciones municipales? Fíjate tú, ¿Cuál ha sido la trascendencia de las elecciones municipales en Nicaragua? Ninguna, a nivel de la prensa internacional, porque no le dan importancia. Y lo poco que ven de lo que ocurre en Nicaragua es la conveniencia de Daniel Ortega de legitimarse, pero esas legitimizaciones ya no tienen valor a nivel internacional, porque ya están corroídas en el fondo por la elección presidencial que a todas luces fue ilícita, que a todas luces fue inconstitucional, que a todas luces fue el producto de sentencias de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, que carece totalmente de independencia.

Si ya Ortega tiene el control de todo en Nicaragua, ¿hay alguna manera que eso se pueda revertir en el corto plazo?

Un gobernante puede tener todo el poder que quiera, como lo está haciendo Daniel Ortega, pero eso no le garantiza la estabilidad, no le garantiza el reconocimiento internacional, no le garantiza que lo vean con otros ojos, con aquello de que, bueno, hizo elecciones municipales, ¿ya eso es democracia? No, porque para que haya democracia tiene que haber libertad de prensa, tiene que haber libertad de movimiento, tienen que estar presentes los actores políticos que adversan a un Gobierno determinado y eso no se da en Nicaragua. Entonces, lo que haga Daniel Ortega y su atolondrada esposa, Rosario Murillo, simplemente lo que hace es profundizar más las grietas que tiene el régimen sandinista a nivel mundial.

¿Cuenta Ortega con el apoyo de los gobernantes de izquierda de Latinoamérica?

Fíjate que ya hay países que se dicen de izquierda, como el de Chile, que no admiten lo que ocurre en Nicaragua y lo censuran en diferentes foros, porque es una vergüenza que todavía haya países que apoyen a Nicaragua, a Cuba o a Venezuela, a pesar de que esos países no solamente han llevado a la ruina económica a sus países, sino que han destruido paso a paso con una metódica decisión todas las instituciones del país, como hoy ocurre Nicaragua, que hasta los propios jueces nombrados por ellos ya están saliendo, huyendo, de Nicaragua, porque saben que con ese régimen no hay ningún futuro.

¿Qué piensa de esas fugas en Nicaragua?

Lo que corresponde a los que están adentro, que no corran peligro, es quedarse y seguir insistiendo, apoyando a los presos políticos, y los que están afuera seguir, como lo hacen ustedes, de dar noticias, mantener viva la llama de la libertad en Nicaragua. Dirán, bueno, pero eso es muy simbólico. Bueno, tarde o temprano, eso va a producir un efecto como se produjo en Panamá y que hoy, 32 años después de aquello, estamos repitiendo en mi país lo mismo que se dio en 1989, cuando los militares no querían soltar el país. El partido gobernante, que era el mismo de (Manuel Antonio) Noriega en 1989, que ganó las últimas elecciones, está haciendo todo lo posible para mantenerse en el poder violando toda regla de institucionalidad, nombrando magistrados en los organismos electorales y en la Corte Suprema de Justicia afectos a ellos. Y pareciera que es la repetición de una película que ya vimos. Es lo mismo que puede estar pasando en Nicaragua. Daniel Ortega está haciendo un esfuerzo tremendo para parecerse cada vez más a la dinastía Somoza y eso tarde o temprano tendrá su fin. 

¿Qué cree que pasará con Ortega?

Esta semana escuché algo interesante, de un militar panameño que estudió milicia en Nicaragua, me dice: mira lo próximo que va a pasar, no sé si eso sea cierto, será que Daniel Ortega se asile en Cuba y deje al mando a su esposa, que es la que verdaderamente está controlando el poder. Cuán cierto podría ser eso, no lo sé, pero en cualquier momento eso puede ocurrir y repetir una historia que conozco de mi país. Noriega había llegado a un acuerdo con los norteamericanos para dejar el poder, se lo había comunicado al presidente de aquel entonces, Manuel Solís Palma, se había reunido con los coroneles para decirles me voy, he llegado a un arreglo con los norteamericanos para que no me persigan, y, ¿qué ocurrió?, cuando llegó a la casa de las personas con las que tenía una relación íntima en ese tiempo, lo convencieron de que no hiciera eso. Lo mismo puede pasar con Ortega, que gente muy cercana a él le está diciendo “mira yo creo que es hora de buscar un cambio, es hora de que las cosas caminen por otro sendero porque nos estamos hundiendo todos”, y de repente podría aceptar, pero hay muchos intereses a su alrededor que le impiden y son los mismos intereses que lo llevarán a la caída, porque tarde o temprano la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo tendrá que acabar, ojalá que más pronto de lo que pensemos.

¿Mira similitudes entre Daniel Ortega y Manuel Antonio Noriega?

Sí. Es que todos los dictadores se parecen. Al final de sus mandatos quieren tener más poder porque piensan que con más poder nadie le va a poder cuestionar su estabilidad, nadie los va a poder tumbar, y entonces están equivocados, porque la voz del pueblo es la voz de Dios, y los pueblos tienen su límite, y el pueblo de nicaragüense está llegando a ese límite.

¿Cómo está viendo la persecución de Ortega a la iglesia Católica?

Un pueblo, quizás hasta más devoto, me refiero en tradiciones cristianas, que el nuestro, pero le están tocando lo más íntimo de su ser como nicaragüenses, es su religiosidad, su manera de ir a la iglesia, su manera de expresarse en procesiones, todo eso se lo están quitando y entonces eso la población no lo va a tolerar, tarde o temprano va a haber un estallido. De repente alguien que se envalentone y haga lo que hicieron con Somoza, a uno en Nicaragua y otro cuando estuvo en Paraguay.

¿La OEA todavía tiene incidencia sobre lo que pasa en Nicaragua?

La OEA cada vez pierde más incidencia, pero no por la misma organización, sino porque los países que la integran, muchos siguiendo pasos de Daniel Ortega, y me refiero a Venezuela, Bolivia, Argentina, México, están haciendo lo posible para que la OEA no sea la veedora de las cosas que ocurre en cada uno de nuestros países, porque así les interesa a ellos desarrollar sus tiránicos gobiernos. Me refiero a México con Andrés López Obrador, Maduro con Venezuela, Arce con Bolivia, los Fernández en Argentina, a ellos lo que les interesa es debilitar la OEA, no es porque el organismo sea malo, sino porque el organismo, al debilitarlo, es incapaz de mirar lo que ocurre en esos países en términos de violación de los derechos humanos, en términos de violación de las garantías constitucionales democráticas de cada país. O sea, que la OEA responde, no por la misma organización, sino por los países que la integran.

¿Ve una solución cercana en Nicaragua?

Si tú me hubieras hecho esa pregunta en noviembre de 1989, que, si yo le veía una solución a lo que pasaba en Panamá, estando Noriega en el poder, habiendo fusilado a los que trataron de dar el golpe el 4 de octubre de 1989, yo te hubiera dicho que no. Lo que pasa es que, por ejemplo, a mí me detuvieron tres semanas antes de la invasión. Yo venía de Estados Unidos, de una reunión de la OEA precisamente, me detuvieron. Y cuando salí, con los ojos vendados y con una capucha, con las manos esposadas, me hicieron firmar un documento que decía que no me habían hecho daño, yo dije, mira, yo firmo, lo que sea con tal de irme de aquí, y me hicieron prometer y jurar que yo salía de ahí y no iba a activarme más. Salí de ahí a seguir con lo que yo estaba. Y eso es lo que va a ocurrir, la gente ya les pierde el miedo a los dictadores. Y eso es lo que los nicaragüenses tienen que hacer. De repente, ocurren situaciones imprevistas.

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