Defender los derechos humanos

Desde Costa Rica, seguimos alzando la voz por las  víctimas de la opresión y denunciando los abusos de la dictadura que desgobierna  Nicaragua.

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  • abril 17, 2022
  • 07:00 PM

La defensa de los derechos humanos no tiene fronteras y se confirma con el compromiso  de mucha gente forzada al desplazamiento, que no renuncia a su derecho de seguir  defendiendo derechos. Así lo expresé, en ocasión de una campaña por la defensa de los  derechos humanos. Es mi experiencia, compartida con mis colegas del Colectivo de  Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

Los derechos humanos son universales. Desde Costa Rica, seguimos alzando la voz por las  víctimas de la opresión y denunciando los abusos de la dictadura que desgobierna  Nicaragua.

Tengo 30 años en defensa de los derechos humanos en Nicaragua, los últimos tres, desde un exilio inimaginable. Llegué a Costa Rica el 30 de diciembre de 2018, lo que no habría sido posible sin el cariño y solidaridad de entrañables amistades dentro y fuera del país; su colaboración desinteresada hizo realidad mi seguridad, la salida de mi charco y la acogida  en Costa Rica.

Entre esa gente inolvidable en un sitio super especial mi esposa, hijas, familia, ellas nunca me dejaron de acompañar y recargar las baterías del ánimo y el sentido de seguir adelante. Gracias a todas esas personas; ustedes están en mi corazón y energías positivas.

Encierro, entierro o destierro. El exilio es el recuerdo de días tensos e inolvidables, debido a tantas emociones encontradas, pues nunca había salido involuntariamente de mi país. Por supuesto, tiempos de angustia por no tener claro el panorama, ¿el qué y cómo hacer? 

En mis ideas, el exilio fue una opción con poco tiempo para la reflexión. La dictadura Ortega Murillo con su política de represión aplicó con toda su furia la cárcel, el exilio o el cementerio. Y lo sigue haciendo. Cuatro años después, todo el país está en la cárcel.

Ahora que escribo, el cuerpo se engarrota y me reclama, se estremece, se incomoda con una sensación o dolor especial, es la acumulación de tantas energías, sentimientos y  sufrimientos; también es recuerdo de tantas historias conocidas y compartidas.

Es mi memoria sobre un pueblo digno que en abril de 2018 volvió a levantar su poderosa voz,  expresando su hartazgo en una contundente expresión de legítima rebelión frente a la tiranía y la opresión.

Mi labor como defensor está estrechamente relacionada a la memoria, la denuncia, las  búsqueda de la verdad y la justicia, con los desgarradores llantos y reclamos de las madres y familiares de tantas personas asesinadas; de las personas detenidas y torturadas, de miles de personas, en su mayoría juventud, lesionadas; dolor y sufrimiento, llorar con esas  familias a las que he conocido allá y acá, anduvimos con varias de ellas en el instituto de medicina legal, cuando preguntaban por sus seres queridos privados de la vida por las balas de la dictadura, cuando intentaban poner denuncia ante la Policía y Fiscalía al servicio de la familia Ortega Murillo. 

La respuesta con sentido de impunidad estaba preparada, en la  lógica de negar su responsabilidad en los crímenes de lesa humanidad.  Desde el exilio, con el Colectivo Nicaragua Nunca Más, seguimos documentando, denunciando las violaciones a los derechos y conociendo los testimonios de nicaragüenses que continúan sufriendo la brutal represión, de diferentes partes, sectores y edades. 

Cuatro años de sistemática represión siempre nos producen dolor, indignación y a veces frustración por la generalizada indefensión, sin poder estar en Nicaragua y acompañar a las víctimas. La opción y decisión de defender derechos y denunciar los abusos de ese poder dictatorial, implicó riesgos para toda la población que optó por vivir en libertad. 

Si abril de 2018 fue  una explosión contra el acumulado de abusos de poder, cuatro años después la indignación se ha multiplicado. Abril y los meses que le siguieron en 2018, nos cambió para siempre y no tengo dudas que marcó el final de esa otra dictadura dinástica militar y sangrienta.

Con el ejemplo de las víctimas asesinadas, la valentía de todas las personas presas políticas, por la población nicaragüense que resiste adentro y fuera del país; por las miles de personas que buscan en otras tierras, la vida negada en Nicaragua y que también sueñan con volver, reafirmo el compromiso de seguir documentando las violaciones a los derechos humanos y denunciando a la tiranía Ortega Murillo, con la convicción de que los perpetradores rendirán cuenta y que Nicaragua será libre.

*El autor es director del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más

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