Carta abierta a los y las policías
El pacto con Arnoldo Alemán, el control de los poderes del Estado, la apropiación privada de la cooperación venezolana y alianza con magnates locales, así como la implementación de fraudes electorales y el control de medios de comunicación, fueron algunas de las maniobras que Ortega usó para consolidar su dictadura.
- abril 18, 2019
- 11:22 PM
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Muchos policías de línea y efectivos especializados como los antimotines, se han convertido en vulgares pistoleros de una familia corrupta, autoritaria, mafiosa y asesina. Pero no todas ni todos y eso me da esperanzas
Compañeras y compañeros policías:
Iba a decir hermanos policías, pero decirles compañeros ya es bastante atrevimiento, y no es que tenga dudas sobre si somos compañeros o no, porque ustedes proceden de hogares pobres, modestos y sencillos, es decir, desde esa perspectiva son parte del pueblo nicaragüense, lo cual nos une, también el hecho de que la Policía haya nacido como una institución de un proyecto de redención de los oprimidos, independientemente de que este hubiera fracasado, es decir, hay un origen social e institucional que nos articula de manera indisoluble.
Esta unidad natural que existe con las personas de ambos sexos que laboran como policías, todos las personas debemos tenerla presente cuando pensemos en ustedes, por ejemplo, cuando queramos insultarlos producto de nuestra indignación por tantas heridas, ofensas y escarnio recibidos. Sabemos que también tienen su mamá y papá, abuela y abuelo, hijos, muchos de ellos niños y niñas. No hay duda de que forman parte de la ciudadanía empobrecida y víctima de los poderosos.
La duda sobre si somos compañeros o no se debe a que es inevitable preguntarse ustedes son asesinos o ¿cuántos de ustedes lo son, ya sea como policías o como paramilitares?, ¿cuántos dispararon al pecho y a la cabeza y tienen un rosario de crímenes en su cuenta? ¿Cuántos de ustedes lanzaron balas contra los estudiantes y mucha gente que participó en marchas, tomas de universidades, en las barricadas y en los tranques y en todo tipo de protesta contra la dictadura orteguista en todo el territorio nacional? ¿Cuántos de ustedes fueron torturadores en El Chipote y luego testigos enmascarados en los sucios y amañados procesos judiciales?
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También uno se puede preguntar, ¿cuántos de ustedes se negaron a cumplir las órdenes de asesinar? ¿Cuántos dispararon al aire o al piso, cuántos evadieron tirar al cuerpo, cuántos de ustedes se dieron cuenta que quienes criticamos y nos oponemos a la dictadura somos ciudadanos y tenemos derecho a protestar y a cuestionar al régimen de la familia Ortega-Murillo? ¿Cuántos de ustedes se vieron obligados a participar en secuestros y capturas y evitaron golpear a la gente, se abstuvieron de darles puñetazos y patadas y de tirarlos con violencia a las tinas de sus camionetas?
¿QUIÉNES AGREDIERON A MIGUEL Y A LUCÍA?
Soy periodista, tengo derecho a preguntar ¿quiénes de ustedes asesinaron a mi colega de Bluefields, Ángel Gahona?, ¿quiénes de ustedes con sus fusiles hirieron y con sus manos, clavas y revólveres, golpearon a varios periodistas y comunicadores sociales?, ¿quiénes de ustedes les pusieron sus armas en la sien y luego los obligaron a tirarse al piso? ¿Quiénes de ustedes los maltrataron verbalmente, quiénes de ustedes los retuvieron, quiénes de ustedes les robaron sus teléfonos, cámaras fotográficas y de video, o les destruyeron sus equipos de trabajo, cuántos de ustedes les sustrajeron sus computadoras? ¿Quiénes de ustedes agredieron sicológica y físicamente a Miguel Mora y a Lucía Pineda?
De la misma manera es justo preguntarse ¿cuántos de ustedes participan a regañadientes en las agresiones, amenazas y hostigamientos a mis colegas periodistas y comunicadores independientes de Nicaragua? ¿Cuántos de ustedes no querían allanar las instalaciones de los medios de comunicación 100% Noticias, Esta Semana, Esta Noche y Confidencial?
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Al verlos en las calles con sus uniformes negros, sus escudos transparentes, sus fusiles de guerra como si fueran un ejército invasor que ocupa nuestras ciudades, al observarlos en sus relucientes camionetas institucionales, pienso que son parte del pueblo, pero también me pregunto ¿quién de ustedes asesinó a Alvarito Conrado? ¿Quiénes de ustedes arrestaron a doña Coquito, a doña Flor y a Alex, el corredor que corre para correr a Daniel, y a las miles de personas que han llevado a prisión desde abril del año pasado?
Es terrible verlos a ustedes, observar su conducta peligrosa, sus movimientos agresivos, sus operaciones en los barrios, sus allanamientos y sus capturas de jóvenes sin orden judicial, sus secuestros a plena luz del día en centros comerciales, calles y rotondas. Pareciera que andan de cacería utilizando el poder que les da estar armados y contar con la autorización para ello de parte de los mandos superiores y de El Carmen.
"La Policía Nacional, su institución que, en vez de estar al servicio de la ciudadanía, se convirtió en un ejército privado de una familia, la Ortega Murillo"
POLICÍA QUE RENUNCIARON FUERON REPRIMIDOS
Espero que estén conscientes de lo profundamente desacreditada que está la Policía Nacional, su institución que, en vez de estar al servicio de la ciudadanía, se convirtió en un ejército privado de una familia, la Ortega Murillo. Sus desmanes están documentados, incluso con fotografías y videos, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) y el Grupo Internacional de Expertos Interdisciplinarios (GIEI) ha señalado a este cuerpo, de haber cometido delitos de lesa humanidad.
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Entonces estas actuaciones antipopulares, represivas, sangrientas, en favor de una familia que se ha entronizado en el poder, me suscita dudas sobre si debo llamarlos o no compañeros. ¿Me comprenden? No es fácil tratar con ustedes, pues muchos policías de línea y efectivos especializados como los antimotines, se han convertido en vulgares pistoleros de una familia corrupta, autoritaria, mafiosa y asesina. Pero no todas ni todos y eso me da esperanzas.
También hay que tomar en cuenta que cientos de policías renunciaron a su uniforme porque se negaron a reprimir, porque no estaban de acuerdo con tratar de una forma salvaje, brutal e inhumana a su pueblo. Reconozco la valentía de estos policías y los riesgos que corrieron al ser consecuentes con su conciencia. Sé que a una policía de las que renunció, le asesinaron a un hijo; y a otros los han capturado y torturado en prisión. Estos policías son heroicos, tienen el reconocimiento de la ciudadanía.
"Un gobierno autoritario y asesino no puede representar los intereses de la sociedad, por lo que moral y éticamente no tienen por qué servirle ni le deben obediencia".
Y los que no renunciaron, los que no dispararon al aire ni al piso, los que, por el contrario, con sus balas mortales asesinaron de uno o más tiros en la cabeza a varios compañeros, los que han aparecido en videos bailando de manera festiva la canción al “Comandante Zekeda”, los que se convirtieron en sicarios de una familia, como si le trabajaran al Chapo Guzmán y no a la ciudadanía de Nicaragua, estos, definitivamente, no son compañeros.
SI PUEDEN RENUNCIAR, ¡RENUNCIEN!
Ahora que estamos claros por qué les digo compañeros y compañeras policías, y quiénes lo son en realidad, y quiénes por corruptos y criminales han perdido esta condición, los exhorto, a los primeros, a no seguir reprimiendo a la ciudadanía, y a los segundos, a continuar manteniéndose al margen de la represión en lo posible.
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Quiero decirles compañeros policías que ustedes son parte del pueblo, son parte de la ciudadanía nicaragüense que es la principal protagonista de la resistencia cívica y pacífica contra la dictadura orteguista. Si pueden renunciar, renuncien, si fuera muy peligroso, no lo hagan, pero mantengan sus fusiles en una dirección en la que no esté la población. No acepten órdenes represivas.
Hay demasiadas evidencias que indican con claridad y de manera rotunda y categórica que un gobierno autoritario y asesino no puede representar los intereses de la sociedad, por lo que moral y éticamente no tienen por qué servirle ni le debe obediencia. Les pido por favor que no disparen a la población, que no allanen casas, que no capturen a ninguna persona, que no repriman las marchas ni las protestas relámpago que por doquier se desarrollan, y busquen cómo disimular su desacato para no tener problemas.
En el primer aniversario del estallido social del 18 y 19 de abril, saludo a los policías que se comportaron como seres humanos, como personas conscientes y solidarias durante la matanza cometida por órdenes de los Ortega-Murillo, evitando mancharse en este inaudito baño de sangre; y hago un llamado a los efectivos policiales de línea, no a los mandos superiores, no solo a que desacaten las órdenes de reprimir al pueblo, sino que, en el momento decisivo, se integren a la resistencia pacífica de la ciudadanía.
Cordialmente,
Nota: El presente artículo es responsabilidad exclusiva de su autor. La sección Voces es una contribución al debate público sobre temas que nos afectan como sociedad. Lo planteado en el contenido no representa la visión de Despacho 505 o la de su línea editorial. La publicación no significa que este medio valide los argumentos o considere las opiniones como cierta.