La hora de los jóvenes

La de ahora es una oportunidad como pocas veces hemos tenido en nuestra historia para terminar por fin con esa maldición que arrastramos ya casi 200 años, esa sucesión interminable de dictaduras y guerras.

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  • abril 08, 2019
  • 10:51 AM

La de ahora es una oportunidad como pocas veces hemos tenido en nuestra historia para terminar por fin con esa maldición que arrastramos ya casi 200 años, esa sucesión interminable de dictaduras y guerras.

Jóvenes, créanme: la dictadura está hoy herida de muerte. Toda la sangre derramada en esa heroica lucha que ustedes empezaron cuando despertaron a este pueblo dormido, todo el dolor, todo el sufrimiento de este año que ha sido uno como no ha habido otro, han dado ahora sus frutos y la dictadura está a punto de morir.

No permitan que ocurra ahora lo que con frecuencia ocurre en momentos como este, en que el pueblo pone los muertos y las élites ponen los vivos. No permitan que ese grupito que ahora se encuentra dialogando con la dictadura se alce con el triunfo que ustedes consiguieron y que pertenece a todo un pueblo, que pertenece a ustedes.

La dictadura estaba lista para rendirse cuando apareció la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y le lanzó un salvavidas y ahora frente a nuestros ojos están repartiéndose los restos de una batalla que ustedes ganaron. Estamos viendo como de nuevo las élites quieren robarle al pueblo su victoria. No permitan que nos impongan el odioso pacto que ahora están acordando en el Incae esos dos grupos representantes del pasado, que mirando nada más que a sus propios intereses están traicionando a nuestros muertos, sordos al clamor de las madres, insensibles al sufrimiento de nuestros presos y presas y al dolor de nuestros heridos y de nuestros exiliados. Ustedes saben cuál es la ruta y esa ruta no pasa por el Incae.

La de ahora es una oportunidad como pocas veces hemos tenido en nuestra historia para terminar por fin con esa maldición que arrastramos ya casi 200 años, esa sucesión interminable de dictaduras y guerras. Tenemos ahora la oportunidad de romper ese círculo vicioso. Tuvimos esa oportunidad en 1979 cuando la lucha del pueblo armado derrocó a la dictadura de los Somoza, pero un pequeño grupo se apropió de la victoria del pueblo y la naciente democracia murió entonces en la cuna apenas asomando su rostro al nuevo día.

Luego de una lucha de décadas la sociedad nicaragüense se conformó con poco, con muy poco. Los jóvenes revolucionarios solo hicieron lo que habían aprendido a hacer de la dictadura, no fueron diferentes, y la sociedad toda fue de nuevo sometida y regresó a las cadenas que recién había abandonado. Entonces no sabíamos lo que era ser libre, entonces no sabíamos cómo se construye la democracia y ese pequeño grupo que se adueñó del poder no tenía ningún interés de crear una sociedad democrática.

En 1990 tuvimos otra vez la oportunidad de fundar una democracia cuando luego de una cruenta guerra civil y unas elecciones vigiladas un nuevo grupo ascendió al poder, pero otra vez el grupo que triunfó con nuestros votos pactó con los perdedores para escamotearle su victoria al pueblo, como tantas veces ha ocurrido en nuestra historia.

Es que las élites temen al pueblo y lo desprecian y su voto no cuenta para ellas. Esta vez tiene que ser diferente. Esta vez puede ser diferente. No desperdiciemos esta oportunidad, pues si no actuamos ahora tendremos que regresar a este mismo punto dentro de 20, 30 o 40 años y veremos, como ahora, morir a nuestros hijos y nietos, tratando de alcanzar lo que hoy está a nuestro alcance. Si ahora no actuamos con energía la maldición de repetir ese ciclo de dictaduras y guerras seguirá colgando sobre nuestras cabezas. Hoy podemos romper ese ciclo. En el Incae sólo están intentando continuarlo.

La diferencia del momento actual con esos dos momentos de nuestra historia, en que estuvimos a punto de romper la maldición antidemocrática, es que los jóvenes de ahora no son los mismos que los jóvenes de entonces. La juventud de ahora sabe que este es un mundo diferente que el de sus padres y abuelos y no quieren vivir en el pasado, ya que saben que una nueva sociedad es posible y quieren construirla para vivir en ella.

Saben que es posible vivir en libertad, libertad para amar a quien querramos, libertad para ser quienes querramos ser, libertad para soñar, libertad para dejar nuestro espíritu volar. Libertad para ser jóvenes. Libertad para ser. Queremos una sociedad donde podamos expresar nuestras potencialidades, donde podamos realizar nuestros sueños, donde el único límite a lo que podemos ser estará dado por nuestra capacidad de imaginar. Queremos justicia, queremos democracia y queremos una sociedad de iguales, una sociedad inclusiva en la que quepamos todos sin excepción.

Jóvenes créanme, este es su momento. La dictadura se ha quedado sola como los muertos. Lo único que tiene son esos zombis suyos montados en camionetas matando, robando, secuestrando. Eso es todo lo que tiene y hasta sus antiguos seguidores se han ido marchando. No se puede gobernar y no va a ninguna parte un país de zombis, de asesinos a sueldo. La dictadura y sus aliados necesitan de ustedes, necesitan humillarlos, doblegarlos, someterlos, pero esta vez no lo conseguirán. Nosotros somos más que ellos, nosotros tenemos la razón, ellos solo tienen sus fusiles. No permitan, jóvenes, que otra vez como lo hicieron tantas veces un grupo pequeñito le robe la victoria al pueblo. No dejen que los dinosaurios conviertan en presente el terrible pasado que arrastran y al que por la fuerza y con maña nos quieren regresar.

Hay que reclamar la victoria que nos pertenece. Tenemos que desconocer ese diálogo de los ancianos, de los segundones de la dictadura y los segundones del capital, que solo pretende regresar al país adonde se encontraba hace un año, de donde según ellos nunca debió salir. Tenemos que desconocer ese pacto y empezar un nuevo diálogo, un diálogo sin la dictadura, un diálogo entre todos nosotros en que nos ponemos de acuerdo sobre cómo será la sociedad que queremos ahora construir. Vamos a darle el último empujón a la dictadura. La tumba fría le espera. Créanme jóvenes, se los dice alguien que ya estuvo ahí donde ustedes están parados, que más de una vez vio sus esperanzas e ilusiones robadas, destruidas. Si no me creen a mí, miren en derredor y véanlo ustedes mismos con sus propios ojos.

Nota: El presente artículo es responsabilidad exclusiva de su autor. La sección Voces es una contribución al debate público sobre temas  que nos afectan como sociedad. Lo planteado en el contenido no representa la visión de Despacho 505 o la de su línea editorial. La publicación  no significa que este medio valide los argumentos o considere las opiniones como cierta.

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