EDITORIAL | Son niñas, no madres

En el Día Internacional de las Niñas instamos al Estado de Nicaragua a definir una política de género integral que contribuya a poner fin a las maternidades forzadas.

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Comité Editorial
  • octubre 11, 2024
  • 07:00 AM

En Nicaragua, al menos cinco niñas son obligadas a ser madres cada día.

En Nicaragua, el 13% de las niñas se casa antes de cumplir los 15 años. 

En Nicaragua, 8 de cada 10 agresiones sexuales tienen como víctimas a niñas de entre 10 y 14 años.

Los datos mencionados apenas esbozan una compleja realidad que enfrentan las niñas de Nicaragua. Los embarazos forzados a lo que se ven expuestas no sólo las obligan a abandonar sus infancias, sino que dejan secuelas biológicas, sociales y psicológicas de por vida. 

De ahí que sea urgente una política de Estado integral que contribuya a poner fin a las maternidades forzadas a las niñas de Nicaragua y que contemple la educación sexual y reproductiva. El Estado debe garantizar a las niñas una vida libre de violencia sexual para que puedan desarrollarse a plenitud. Sin embargo, desde que Daniel Ortega regresó al poder en 2007 hemos visto un retroceso sin precedentes que hace de Nicaragua un país hostil y desesperanzador para ellas. El mensaje que se manda desde el Ejecutivo es que los violadores pueden violentar a las niñas con total impunidad y que ellas deben sí o sí ser madres a sus cortas edades. 

En 2011, un niña indígena de 12 años del Caribe Norte de Nicaragua quedó embarazada tras sufrir una violencia sexual. La respuesta del Ministerio de Salud (Minsa) fue obligar a la menor a dar a luz pese a que su vida corría riesgo. La pequeña finalmente pudo tener al bebé mediante una cesárea y desde el Gobierno, en voz de Rosario Murillo, se catalogó el hecho como un “milagro de Dios”. 

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Más de una década después, nada ha cambiado en Nicaragua. Las niñas siguen siendo víctimas de delitos sexuales que derivan en maternidades no deseadas. No obstante, el Estado de Nicaragua debe entender que el aborto legal es un derecho necesario para resarcir los irreparables daños que provoca una violencia sexual y por consiguiente una maternidad impuesta. 

No podemos seguir arrebatándole el futuro a las niñas de Nicaragua ni obligarlas a asumir maternidades cuando a sus edades deberían estar labrando sus sueños. Son niñas, no madres. 

 

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