A las Madres de Abril
La mejor defensa de los derechos humanos es la que hacen las víctimas, cuando conocen sus derechos, cuando en cada acción y cada reclamo se va lo más auténtico y profundo de sus sentimientos y convicciones.
- abril 17, 2020
- 06:13 AM
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La mejor defensa de los derechos humanos es la que hacen las víctimas, cuando conocen sus derechos, cuando en cada acción y cada reclamo se va lo más auténtico y profundo de sus sentimientos y convicciones.
MANAGUA — Dos años de lucha tenaz por lo que más querés en la vida merece más que la cuantificación dolorosa de datos estadísticos o elaboración de informes, análisis, ponencias o exposiciones ante los organismos internacionales de Derechos Humanos. Esta vez, quiero reconocer en las Madres de Abril (AMA) su compromiso, persistencia y coraje que impulsa a los defensores y defensoras de derechos humanos en el acompañamiento a las víctimas en la búsqueda de verdad y justicia.
Siempre he creído y aquí lo reitero, la mejor defensa de los derechos humanos es la que hacen las víctimas, cuando conocen sus derechos, cuando en cada acción y cada reclamo se va lo más auténtico y profundo de sus sentimientos y convicciones, recogido en aquel reclamo que nos llega a lo más hondo de nuestro ser: “Eran estudiantes, no eran delincuentes”.
Y es allí donde ubico a las Madres de Abril, las AMA, vinculándolas hoy, con el origen de los movimientos de Derechos Humanos en Latinoamérica o Centroamérica; las luchas que se han librado a lo largo de las respectivas historias han iniciado con acciones de las madres en reclamo de justicia por su hijo encarcelado, aquella solidaridad que se manifiesta en las puertas de las prisiones que no deberían existir.
Ha sido el grito persistente de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en busca de los 30 mil desaparecidos en Argentina, de los familiares de detenidos desaparecidos en Chile, México, Guatemala y El Salvador, algunas fueron asesinadas en el ejercicio de su labor, como Marianela García Villas, presidenta de la CDHES y vicepresidenta de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), y no es por casualidad entonces que el movimiento de derechos humanos en nuestro continente haya estado mayoritariamente encabezado por mujeres contribuyendo al derrumbe de dictaduras, fuente de esas violaciones de derechos humanos que niegan justicia y matan las ansias liberadoras de los pueblos.
Las largas caminatas en los pasillos del Consejo de Derechos Humanos en la ONU o su reclamo con el aporte de sus propias vivencias en las audiencias de la CIDH han contribuido eficazmente a fortalecer los mecanismos de protección internacional de los derechos humanos con el impulso y apoyo a convenciones, declaraciones o resoluciones.
Y es en este espacio vital de nuestras realidades donde se ubica la Asociación Madres de Abril, AMA, en nuestra Nicaragua donde hoy más que nunca necesita, verdad, justicia y reparación, esa justicia que como grito desgarrador les sale del alma frente al recuerdo de sus hijos, de sus niños muertos, asesinados cobardemente por un régimen demencial.
“PROHIBIDO OLVIDAR”
Con convicción y profundo agradecimiento por su ejemplo, por su fortaleza y persistencia en momentos de impotencia, como defensora de derechos humanos, les digo, las necesitamos, son el pilar fundamental en esta lucha que debemos continuar.
Y aquí hago mías las palabras de la autoevaluación de AMA: “podemos decir que la conformación de AMA como tal y sus acciones han tenido un gran impacto en la sociedad nicaragüense, porque: I) se ha reivindicado el derecho de las víctimas a tener su propia voz, a actuar sin intermediario en su exigencia de verdad y justicia; II) ha dado fuerza moral al conjunto de la sociedad, el que las madres hayan sostenido de forma sistemática la denuncia, alzado su voz a pesar de su dolor, de las precarias condiciones de vida de la mayoría, de la represión y el asedio permanente que mantiene el régimen sobre las familias; III) el Manifiesto por la Verdad y la Justicia con sus cuatro pilares tuvo un gran impacto, porque fijó una ruta y un norte en el tema de la Justicia sin impunidad”.
*La autora es presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).