Ser mujer en Nicaragua

En la última década 630 mujeres nicaragüenses fueron víctimas de femicidios. En lo que va de este 2020, once mujeres han sido asesinadas.

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  • marzo 08, 2020
  • 02:47 AM

MANAGUA — Crecer mujer en un país empobrecido, misógino, violento y corrupto como Nicaragua es crecer con miedo. Desde pequeñas entendemos que ver a ambos lados al cruzar la calle no será la única medida de seguridad que tendremos que aprender. De niña recuerdo cómo mi mayor miedo era ser abusada sexualmente.

Crecí viendo noticias de nota roja todos los días durante el almuerzo, con los relatos de niñas raptadas o abusadas, crecí aprendiendo a cómo sentarme y vestirme de “forma apropiada” al salir a la calle y decir si alguien tocaba mi cuerpo de forma inapropiada.

Soy la primera feminista de mi familia. A los 15 años el feminismo llegó a mi vida y a los 17 lo asumí sin miedo. No obstante, mis primeras lecciones no las aprendí en los libros, las aprendí en la vida: diría que mi bisabuela de 93 años es la primera aproximación feminista que tuve.

Ser feminista en Nicaragua es sobrevivir y resistir ante este sistema y sus diversas violencias. Por años en Nicaragua los movimientos de mujeres han sido uno de los principales focos de resistencia social y lucha por los derechos humanos, han sido muchas quienes han labrado el camino para que las feministas de mi generación nos reconozcamos dentro del entorno social y reclamemos nuestro derecho a ser y estar.

Por esto Daniel Ortega se ha ensañado con el movimiento de mujeres, quienes no solo fueron de las primeras en señalarlo como un hombre que no debía ocupar ningún puesto público al ser un abusador sexual, sino también por su actuar corrupto y autoritario.

El actuar del Estado de Nicaragua es un ejemplo de las múltiples violencias con las cuales las mujeres vivimos en Nicaragua desde hace muchos años. La impunidad sobre los femicidas y la falta de justicia para las mujeres asesinadas durante años ha sido una de nuestras principales luchas.

CAMBIOS. El Movimiento Feminista en Nicaragua ha sufrido diversos cambios a través del tiempo. Durante y después de la Revolución muchas de estas mujeres fueron llevadas a masculinizar sus prácticas con el fin de luchar contra el sistema de esa época y posicionar las demandas de los derechos de la mujer.

A partir de la década de 1990, la cooperación internacional jugó un papel importante en el desarrollo de organizaciones en pro de la defensa de los derechos de las mujeres y a su vez esta transformó las dinámicas, enfoques de los movimientos y a las mujeres que las conformaron.

Al igual que todo movimiento social, los movimiento de mujeres en Nicaragua tienen sus diferencias, sin embargo ha sido esta diversidad que ha permitido que los movimientos de mujeres crezcan y se fortalezcan a través de los años.

En esta última década diversos movimientos feministas y espacios para mujeres han surgido, nos hemos reconocido en la lucha de nuestras hermanas y también nos hemos cuestionado el futuro del movimiento. Muchas han creado nuevos espacios con grupos de mujeres jóvenes, donde la discusión no solo se ha tornado en resistir y luchar sino también al cuido y al autocuido como método de resistencia.

Del autocuido y la sororidad del movimiento feminista podemos traducir elementos fundamentales para esta lucha que hemos emprendido desde abril de 2018. En el feminismo reconocemos nuestro cuerpo y nuestra vida como nuestro primer espacio de resistencia. Al iniciar abril con las primeras protestas de Indio Maíz éramos mujeres jóvenes quienes guiábamos las marchas, nuestro llamado a través del micrófono siempre fue a resguardar la integridad física, no responder con violencia ante las provocaciones y permanecer unidos y unidas.

Así también las mujeres hemos sido de los grupos que han insistido en transformar el discurso de “Patria libre o morir” a “Patria libre y vivir”, porque entendemos que ante las violencias ejercidas por un Estado que busca eliminarnos asesinándonos, vivir será nuestra principal resistencia

FUTURO. El movimiento de mujeres tiene mucho que aportar en la construcción de un Estado libre y democrático. Las mujeres siempre hemos estado en la lucha y desde abril esta fuerza se ha demostrado aún más. Mujeres de distintas generaciones hemos convergido e intercambiado las ideas, estamos en las calles y también en los espacios políticos.

Para nosotras fiscalizar este proceso de búsqueda de libertades, derechos y democracia será importante. Pues el movimiento feminista se entiende a sí mismo no sólo como una lucha por los derechos de las mujeres sino que abarca todas las interseccionalidades que le atraviesa.

Por esto nos reconocemos en las otredades, es decir, en otros grupos que socialmente han estado vulnerados por las violencias y el Estado. Como lo son los grupos indígenas y afrodescendientes, movimientos campesinos y diversos sectores que han sido olvidados y silenciados.

Como joven feminista perteneciente a espacios políticos reconocer esta característica y que otros actores del escenario político puedan también reconocerla significará dar paso a verdaderos cambios, unos que cambien las bases de las estructuras que ya están establecidas y podamos caminar hacia un estado más libre, que se base en el respeto de derechos humanos e igualdad de oportunidades para todos y todas.

Romper con los modelos políticos que sientan sus bases en el machismo, autoritarismo y corrupción será importante para que esta transición social-política no solo sea un cambio de caras.

En el futuro, espero una Nicaragua libre de verdad, una en la que las mujeres no seamos ciudadanas de tercera clase para el Estado y que nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos no sea violentado. Deseo mayor participación política de las mujeres en lo público. Quisiera que en Nicaragua se brindara educación y mayor protección  para niñas y adolescentes. No imagino una nueva Nicaragua sin justicia para las víctimas de femicidio y una donde ser mujer y caminar libre sea posible.

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