La paz de la dictadura
Decenas de simpatizantes de la dictadura agredieron, robaron y hostigaron a opositores y periodistas. “Queremos la paz”, gritaban, mientras profanaban Catedral.
- marzo 04, 2020
- 03:52 AM
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Decenas de simpatizantes de la dictadura agredieron, robaron y hostigaron a opositores y periodistas. “Queremos la paz”, gritaban, mientras profanaban Catedral.
Vi a mi amiga Leonor Álvarez corriendo en los patios de la Catedral de Managua mientras esquivaba a las turbas de la dictadura que querían agredirle. Segundos antes, muy típico de ella, cuestionó a un hombre que osó golpear a otro periodista que ejercía su derecho a informar. “¿Por qué le pega?, ¿por qué le pega?”, logré escucharle en un vídeo que circuló en Twitter. Leonor como otros colegas, que cubrían la misa de Ernesto Cardenal, fue salvajemente atacada por los misioneros de la paz de Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Queremos la paz, queremos la paz”, decían como robots, mientras repartían hijueputazos y golpes a diestra y siniestra, en el máximo templo católico de Nicaragua.
Pero eso fue el fin de una tarde marcada por la violencia y el irrespeto a la memoria del sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Ayer, diplomáticos, intelectuales, religiosos y ciudadanía en general asistieron a la misa de cuerpo presente en Catedral que ofició el clero de la Arquidiócesis. Ortega o Murillo, o los dos, mandaron a sus seguidores a ese lugar. El portal oficialista publicó una nota titulada “Nicaragüenses rinden homenaje al poeta y sacerdote Ernesto Cardenal”, acompañada de una foto de decenas de orteguistas sentados en las bancas, luciendo pañoletas rojinegras. Esos mismos, los delegados para protagonizar el homenaje (profanación más bien), despotricaron en pleno templo contra el poeta. Y en vez de honrar el legado de Cardenal lo calificaron de traidor y ensalzaron la imagen de Ortega.
Cardenal, que se declaró un perseguido político de la dictadura, lo siguió siendo en muerte. Tras la noticia de su fallecimiento, los Ortega - Murillo no tardaron en reaccionar y declararon tres días de duelo nacional. La orden, que en cualquier país civilizado supone un máximo respeto y honra si es por el deceso de una figura como Ernesto Cardenal, vino acompañada de una militarización del mismo sitio donde se velaba el cuerpo del poeta, acérrimo crítico de la dictadura. Su cinismo no tiene límites, al fin y al cabo, ellos imponen la paz con discursos de odio, muerte, garrote, y balas.
Nota: El presente artículo es responsabilidad exclusiva de su autor. La sección Voces es una contribución al debate público sobre temas que nos afectan como sociedad. Lo planteado en el contenido no representa la visión de Despacho 505 o la de su línea editorial.