EDITORIAL | La peligrosa visita del presidente de Irán a Managua

Ortega, innecesariamente, está llevando al país a la confrontación entre Washington y Teherán. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y la relación con Irán no supone ningún beneficio para Nicaragua

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  • junio 12, 2023
  • 10:40 PM

El 21 de enero de 2007, 11 días después de que Daniel Ortega, regresó al poder, el entonces presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad visitó Nicaragua con la promesa de fortalecer la cooperación entre los dos países. Lo mismo dijo en 2012, cuando aterrizó en Managua para participar en la investidura inconstitucional de Ortega. 

De aquella relación, restablecida por Ortega en 2007, no hay nada que se pueda rescatar. Irán ni siquiera figura en los informes de cooperación externa del Banco Central de Nicaragua (BCN) ni hay inversiones importantes de la nación persa en nuestro territorio. 

Este martes, otro mandatario iraní llega a Managua con la misma promesa de antaño. Es Ebraim Raisi, un siniestro y ultraconservador, responsable del asesinato de más de 4,500 disidentes políticos.

Ahmadinejad y Raisi han coincidido en diferentes tiempos que Nicaragua comparte con Irán un mismo enemigo: Estados Unidos. De esta forma, Ortega está involucrando innecesariamente a Nicaragua en la confrontación entre Estados Unidos e Irán. Pero no se puede esperar menos de un dictador que al igual que Raisi muestra simpatía por las sátrapas de Vladímir Putin, y su guerra con Ucrania, y Kim Jong-un, el líder supremo de Corea del Norte.

Irán es una amenaza. No en vano Estados Unidos ha sancionado a ese país por sus programas nucleares y las graves violaciones a los derechos humanos. Como si no fuese suficiente su cercanía, Ortega en marzo pasado reclamó el derecho que tienen todos los países a tener armamento atómico “para que nos respeten”. “En este mundo lo que cabría es que todos buscáramos cómo tener nuestra armita atómica”, dijo con prepotencia durante la visita a Managua del canciller iraní Hossein Amir-Abdollahian.

Meses antes, en agosto de 2022, Ortega autorizó el desarrollo de energía atómica “con fines pacíficos” en Nicaragua, pero integró a las tareas al Ejército de Nicaragua, la principal institución encargada de la Defensa Nacional. Una filtración de los papeles del Pentágono de abril reciente, publicados por The New York Times, revelaron que el Ejército de Nicaragua, al mando del general Julio César Avilés, sostuvo conversaciones con el régimen de Irán sobre “la posibilidad de reforzar su cooperación militar como una manera de contrarrestar la influencia estadounidense en América Latina”.

No sabemos los alcances de los acuerdos reales entre Irán y Nicaragua. Lo cierto es que la visita de Raisi a Cuba, Nicaragua y Venezuela, no agrada a Estados Unidos. Su presencia es incómoda y peligrosa, aunque está claro que Ortega busca cualquier apoyo internacional al costo que sea.

Los países democráticos de América Latina y Estados Unidos deberían sancionar con vehemencia la reciente visita de Raisi al hemisferio, y más en el contexto de una guerra en las puertas de Europa librada por Putin. Sin embargo, el dictador nicaragüense no está midiendo las consecuencias.

Ortega no puede ni debe llevarnos a escenarios como el de la Guerra Fría. Se olvida del alto costo político, económico y social que eso supuso. Relacionarse con Irán, como lo está haciendo, implica más aislamiento internacional y más tensión con la Casa Blanca, con la que mantiene de por sí unas deterioradas relaciones diplomáticas. 

Cabe recordar que Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial. En 2022, el 61% de las exportaciones tuvieron como destino Estados Unidos generando US$5,728 millones. También es el principal emisor de remesas: de los US$3.224,9 millones que llegaron en 2022, más de US$2.400 provinieron de Estados Unidos, es decir el 76%. 

En cambio Irán no representa ningún beneficio. Nuestro intercambio comercial con el país persa es pírrico. En 2018, Nicaragua apenas exportó US$66,607.

Ante lo expuesto, es sumamente imprudente que Nicaragua se acerque a Irán y exhiba con pompa su posición antagónica con Estados Unidos, país que, estamos seguros, responderá de alguna forma como lo hizo recientemente al sancionar a personas y entes de Irán, China y Hong Kong por ayudan a Irán a esquivar los castigos financieros.

Ortega debe saber que está jugando con fuego.

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