EDITORIAL | Los desterrados y encarcelados van a ser ellos
Los líderes de la oposición que han compartido cárceles inhumanas y el avión del destierro tienen el desafío de pensar en el bienestar de Nicaragua y dejar a un lado las diferencias ideológicas e intereses particulares
- febrero 09, 2023
- 11:39 PM
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Pocos hechos nos dan alegría a los nicaragüenses desde que en 2018 estamos viviendo los días más oscuros de nuestra historia reciente bajo la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Este jueves, hemos vuelto a vivir con júbilo una masiva excarcelación de presos políticos que deja un sabor agridulce.
222 presos políticos salieron de los centros de tortura del régimen, pero han quedado civilmente muertos, sin derechos y sin la nacionalidad nicaragüense que les confiere nuestra Constitución. Ortega, unilateralmente según la Administración de Joe Biden, decidió subirlos a un avión con destino a Washington D.C. donde por fin son libres.
Ahí los esperaban decenas de nicaragüenses con banderas y el grito de “Viva Nicaragua libre”. El país entero ha celebrado la noticia que devuelve la esperanza. Nunca debieron pasar por la cárcel por pensar diferente.
Pero es la Nicaragua de Ortega y Murillo. Y siguen ocurriendo también cosas inverosímiles como el hecho de que cuatro poderes del Estado se pongan de acuerdo en tan poco tiempo para impulsar reformas a la Constitución y leyes que regulan la nacionalidad. Minutos después de que el avión despegó de Managua, los operadores del régimen dieron salida a normas que violan la Constitución y el marco jurídico.
Ortega se olvida que el derecho a una nacionalidad es inherente a la condición humana, por lo tanto su pérdida por razones políticas es inadmisible en el derecho internacional. Así, lo que haga hoy, no tiene asidero legal, porque él en sí mismo carece de legitimidad y legalidad.
Aunque Ortega se empeñe en desterrar a los nicaragüenses, ellos seguirán llevando en su sangre la esencia de pertenecer a estas tierras y el sueño de vivir en libertad, justicia y democracia. Eso quedó demostrado ayer cuando algunos expresos políticos reafirmaron su compromiso con el país.
Sin embargo, sigue preocupando la vida de monseñor Rolando Álvarez, quien valientemente decidió quedarse en Nicaragua. La dictadura debe protegerlo y garantizar su integridad física. También preocupan los al menos 39 presos políticos que no fueron excarcelados.
Y ahora que los principales líderes de la oposición están libres, entre ellos exaspirantes a la Presidencia de la República, podrán pensar sobre sus errores pasados. Muchos seguirán asumiendo la tarea de luchar por la libertad de Nicaragua, y eso pasa por revivir a la oposición sumida en un letargo, sin estrategia y sin incidencia.
Los líderes de la oposición que han compartido cárceles inhumanas y el avión del destierro tienen el desafío de pensar en el bienestar de Nicaragua y dejar a un lado las diferencias ideológicas e intereses particulares que oxigenaron al orteguismo. El país necesita unidad para que, más temprano que tarde, los desterrados o encarcelados sean ellos.