Los desenlaces en Bolivia y Venezuela

La decisión boliviana de ir a elecciones donde no había garantías de pulcritud hizo la diferencia. Nunca esperaron de Evo Morales concesiones graciosas.

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  • noviembre 10, 2019
  • 08:58 AM

La decisión boliviana de ir a elecciones donde no había garantías de pulcritud hizo la diferencia. Nunca esperaron de Evo Morales concesiones graciosas.

La rebelión que hoy estremece a Bolivia sólo pudo ocurrir gracias a la decisión de la oposición boliviana de acudir a unas elecciones que se sabía podían ser manipuladas por el gobierno.

La oposición boliviana comprendió que debido a su vocación democrática, (o a la carencia de armas y ejércitos para derrocar a Evo Morales), era necesario aprovechar todas, absolutamente todas las rendijas, todas las fisuras que vaya dejando el adversario en el camino, incluida la electoral. Es un principio del poder.

De no haber acudido a esas elecciones apelando al argumento del fraude, la oposición boliviana quizás estaría limitada a atacar e insultar al gobierno desde las redes sociales, o convocando marchas no letales, convirtiendo a la denuncia en una política (craso error conceptual) y con cero resultados.

Los motivos que hoy lanzaron a miles de bolivianos a la calle fueron fraguados al calor de unos escrutinios que masacraron una esperanza de cambio el día de las elecciones recientes. Eso es un factor motivante poderoso, en tiempo real, inmediato, y con pruebas en la mano que legitiman una protesta como la que conmueve a Bolivia hoy.

De acuerdo a los resultados de una auditoría ordenada por el organismo electoral, todo indica que hubo irregularidades que obligarían acudir a una segunda vuelta, o a la destitución de Evo Morales convocando a nuevas elecciones.

Pero nunca faltan errores capitales en opositores que se enfrentan a los gobernantes pertenecientes al Foro de São Paulo. Los opositores bolivianos acudieron divididos al proceso electoral impulsados no por razones políticas de peso sino por la peor tragedia latinoamericana: las ambiciones desmedidas y el narcisismo de actores políticos clave congelados en la historia. De haber ido unidos a las elecciones, la diferencia de votos a favor de la oposición hubiese sido abrumadora y quizás hoy estarían cobrando sin mayores traumas.

Pero, retrocedamos la película, y supongamos que los opositores bolivianos decidieron no acudir a esas elecciones presidenciales bajo el argumento que Evo Morales iba a ejecutar un fraude, y por tanto era perder el tiempo. En este caso cabe preguntarnos: ¿la oposición boliviana estaría en el punto en que se encuentra hoy, es decir, poniendo en jaque a Evo Morales, convirtiendo un fraude en una victoria política de grandes dimensiones? Es evidente que no.

La decisión boliviana de ir a elecciones donde no había garantías de pulcritud hizo la diferencia. Nunca esperaron de Evo Morales concesiones graciosas. Decidieron pelearle en todos los terrenos. Gracias a Dios los bolivianos no hicieron caso a consejos de algunos venezolanos (al parecer incorregibles) que se abstienen de pelear en el terreno electoral porque “el adversario va a hacer trampa”.

Con la excepción de su torpe división hasta el día de las elecciones, los opositores bolivianos supieron aprovechar las rendijas (elecciones potencialmente fraudulentas) y hoy le han trancado el juego a Evo Morales y lo tienen realmente acosado (quizás sea expulsado del poder en las próximas horas).

La historia del poder y los éxitos asociados a éste transcurren en medio de decisiones sabias, acertadas y oportunas, donde se desatan la racionalidad y la creatividad, y se administra con criterio de escasez la emocionalidad. O sea, priva la madurez política.

Nota: El presente artículo es responsabilidad exclusiva de su autor. La sección Voces es una contribución al debate público sobre temas  que nos afectan como sociedad. Lo planteado en el contenido no representa la visión de Despacho 505 o la de su línea editorial.

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