Ortega y su desprecio por la Iglesia
Nicaragua ha sido testigo en 2019 del realce de otro personaje en la lucha de la libertad y la justicia, el obispo Silvio Báez.
- noviembre 10, 2019
- 06:53 AM
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Nicaragua ha sido testigo en 2019 del realce de otro personaje en la lucha de la libertad y la justicia, el obispo Silvio Báez.
La primera vez que un obispo cristiano dibujó la línea de los límites del Estado fue en el año 390 d.C., cuando Ambrosio, jerarca de Milán, amenazó al emperador Teodosio con la excomunión, a menos que se arrepintiera de la masacre de 7,000 personas que manifestaban en contra de los impuesto en Tesalónica.
Ningún líder religioso había osado a amenazar a un emperado romano antes. Ningún sacerdote se atrevió a interponerse en el camino de las autoridades civiles cuando recaudaron los impuestos. Teodosio era emperador diestro en la batalla y sin misericordia. Había acompañado a su padre en la batalla contra una rebelión en Gran Bretaña y la Galia, por ejercitos de tribus celtas locales y los desertores del ejército romano.
Fue el último gran emperador del Imperio Romano unido. Y él era un cristiano ortodoxo, trinitario, en tiempos en los que la doctrina de cristiana de la identidad de Cristo estaba en debate. Pero el obispo de Milán lo denunció como un bárbaro por la masacre de esos manifestantes tributarios.
Teodosio respondió con enojo que venía a apoderarse del templo de Ambrosio y sacarlo fuera. La respuesta de Ambrose fue una revolución en el mundo antiguo: “No tienes derecho a entrar en la casa de una persona privada. ¿Qué te hace creer que tienes derecho a entrar en la casa de Dios?”.
La respuesta de Teodosio fue la respuesta de un verdadero cristiano: procedió al arrepentimiento. Después de esta reprensión, el Imperio ya no sería el mismo. La intrépida defensa de Ambrosio por la vida, la libertad y la propiedad privada de las personas comunes puso fin al dominio absoluto de los emperadores. Ambrosio se convirtió en el héroe de la gente común. El cristianismo creció en influencia y en números. Si el obispo puede mantenerse firme contra el emperador, ¡cuánto más grande debe ser el Dios de ese obispo!
Muchas son las versiones que relatan estos hechos acaecidos en el siglo IV. Lo que sí está claro es que depués de este episodio, la influencia del cristianismo en la sociedad fue en aumento y que los límites entre Iglesia y Estado quedaría fijados para la posteridad. Efectivamente el estado tenía la autoridad de ejecutar la justicia a través de la espada, sin embargo la Iglesia tenía el poder sacramental, es decir expulsar de la congregación de la fe a los pecadores y apóstatas.
Acertada o no el relato de esta versión, no podemos negar es que este tipo de episodios se ha repetido a lo largo de la historia. Uno de los casos más emblemáticos fue el de los círculos eclesiasticos católicos, fue el del protestante Dietrich Bonhoeffer, quien es bien recordado por su postura contra el gobierno nazi en su tierra natal y su posterior ejecución justo antes de la rendición de Alemania.
Alertó a su nación de los peligros que corría cuando Hitler trabajaba para obtener control de la Iglesia alemana para sus propios intereses. Los hallazgos de que había participado en conspiraciones para derrocar a Hitler lo llevó a ser condenado a muerte en la horca en los últimos días de la guerra.
Juan Pablo II es otro ejemplo. Rompió con la impopularidad de la que gozaba la iglesia Católica en sus tiempos. Millones de personas se reunían para escuchar lo que este Papa tenía que decir. Después de la segunda guerra mundial la posición del clero había sido neutral en materia política, económica y social. Sin embargo cuando el polaco llegó al Vaticano, su popularidad creció cuando se refirió a temas como comunismo, aborto, relaciones internacionales y dictaduras. Entre ellas la dictadura sandinista en la década de 1980.
Nicaragua ha sido testigo en 2019, del realce de otro personaje en la lucha de la libertad y la justicia, el Obispo Silvio Báez. El obispo capitalino ha asaltado el corazón, no solo de los managuas, sino de la nación entera después de sus duras reprimendas al mismo personaje del que Juan Pablo II se referió. Y es que este es un excelente ejemplo de como la autoridad eclesial juega un papel vital en la defensa de los más debiles y desfavorecidos. El servicio de la iglesia y de sus líderes es vital para construir una nación bendecida y próspera, donde reine la justicia, la paz y el gozo. Este Obispo de Managua me hace pensar en aquel Obispo de Milán.
Sin embargo, la repuesta del emperador Teodosio tiene mucho para enseñar a Daniel Ortega y su familia, cuya respuesta ha sido enviar sus fieles turbas a templos católicos y profanarlos. Teodosio no entró en el Templo hasta que se arrepintió y pidió perdon públicamente por la masacre de Tesalónica. Ortegua no ha pedido perdón, ni tampoco ha respetado los templos. Debemos remarcar que los templos religiosos son una suerte de embajada, de un poder o autoridad extraterritorial, que goza de los derechos de inviolabilidad de espacio según el derecho internacional. Ortega parece querer violentar no solo los derechos de los nicaragüenses. Entrar a una embajada por la fuerza, representa una declaración de guerra, y este caso representa un guerra contra el Vaticano. En los círculos protestantes representa una guerra contra el reino de Dios.
Los obispos católicos tienen mucho que aprender de Ambrosio y Baéz, así como los servidores protestantes y evangélicos de Bonhoeffer. Después de todo, la historia nos enseña que los movimientos que han estado a favor de la justicia, son los que más crecen en influencia y número.
Nota: El presente artículo es responsabilidad exclusiva de su autor. La sección Voces es una contribución al debate público sobre temas que nos afectan como sociedad. Lo planteado en el contenido no representa la visión de Despacho 505 o la de su línea editorial.