Sufrimiento, secuestro y muerte, el camino que hacen los migrantes nicaragüenses para huir del régimen y la pobreza

Desde enero del año pasado a la fecha, 112 mil 555 nicas han sido detenidos en México. En un mes cinco murieron durante la travesía y desde noviembre, al menos16 perdieron la vida del otro lado de las fronteras.

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  • marzo 16, 2022
  • 10:17 PM

En otro país y con otros gobernantes, las siguientes cifras colocarían el problema de la migración ilegal como el primero en su agenda pública: en 15 meses, de enero del año pasado hasta hoy, al menos 112 mil 555 migrantes nicaragüenses han sido atrapados intentando cruzar ilegalmente a Estados Unidos, cinco murieron en una semana y ocho están secuestrados por carteles del narcotráfico en México. 

Un dato más de los que se han podido registrar: al menos 16 han muerto en otros países en diferentes circunstancias desde noviembre de 2021 hasta febrero pasado y son los mismos familiares los que han tenido que correr para conseguir el dinero y costear su repatriación. Los fallecidos eran originarios de varias partes del país, pero sobresalen victimas de Estelí, Jinotega, Matagalpa, Managua, Madriz, Nueva Segovia y Waslala.    

“Eso es muy triste, son hijos, hijas, esposas, familia que se van en busca de mejorar y se ven envueltos en tragedia para ellos y para nosotros mismos”, dice a DESPACHO 505, Benjamín Altamirano Alaníz, padre de Marvin Ariel Altamirano, un nicaragüense que salió de Quilalí, Nueva Segovia, en diciembre pasado y murió en enero de este año al recibir una bala perdida de bandas delincuenciales que se enfrentaban en una localidad de Monterrey, México.

Para el retorno de sus restos, Benjamín hizo malabares y con ayuda de su comunidad logró reunir los seis mil dólares que le pedía una funeraria de ese país. “Volvió -dice- pero en una caja. No era así que debía terminar una vida de apenas 35 años”, reclama el padre muy entristecido. “Aquí lo enterramos a él y todos los sueños con que se fue”, dice un Benjamín sin fuerzas para evitar el llanto.   

LOS TERRIBLES SECUESTROS

En Diriamba, Luz Marina Andino tampoco ha dejado de llorar, aunque su hija vive. Esta semana compartió con DESPACHO 505 su tragedia; la muchacha y su esposo se encuentran en manos de gente que ha sido clara con ella: o dan dinero o se mueren. Están secuestrados.

Una familia jinotegana con seis miembros siguen secuestrados. Cortesía

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Luz Marina guarda celosamente su teléfono. En él anda audios de su hija y su yerno, que pueden ser los últimos recuerdos que le queden de ellos. “Por favor no nos deje morir”, se oye en uno de ellos una voz desesperada. Es la de David Pérez Cruz, compañero de vida de su hija, quien le pide que busque el dinero del rescate. La banda mexicana que los secuestró, le ha dicho que si los quiere vivos, pague por ellos 15 mil dólares.

A 184 kilómetros de donde se encuentra doña Luz Marina, se mece en una silla con enjunco Justina Gutiérrez. Ella sufre en su casa de Jinotega la incertidumbre de no saber si volverá a ver a dos de sus hijos vivos. “No sé si podré oír otra vez la voz de mis nietas”, también se lamenta.

Hoy se cumplen 13 días desde que supo que seis de los miembros de su familia, sus dos hijos, dos nietas, su nuera y un sobrino están en manos de integrantes del Cártel de Sinaloa que piden 30 mil dólares para dejarlos ir.

Para otras familias las noticias han sido peores. En la comunidad Ocote Tuma, del municipio de Waslala, en la Región Autónoma Costa Caribe Norte de Nicaragua, lloran todavía la muerte de Clorinda Alarcón Urbina y su hijo no nacido. Ambos murieron cuando hacían el peligroso viaje.  Pero ella solo es una de varios inmigrantes de este país que han encontrado la fatalidad en los últimos días, cuando huían de lo mal que lo pasan en Nicaragua.

TERRIBLE RECUENTO

Para la activista de derechos humanos Haydée Castillo, lo anterior es un recuento terrible de una realidad que se vive en Nicaragua. “Es un claro indicador de que la crisis que ha generado la dictadura Ortega-Murillo en el país ha escalado a niveles insospechados”, advierte.

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A criterio de Castillo, desde hace tiempo “deberían estar sonando las alarmas” y las autoridades tomando el tema muy en serio. Dice estar convencida de que quienes quieren dejar el país viven agobiados por la falta de empleo, los altos costos de la vida y la represión del régimen. “Hay mucha desesperanza y lastimosamente cada vez son más los que quieren irse”, señala.

El Servicio de Aduana y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) reportó que, en los 12 meses del año 2021, fueron detenidos 87 mil 569 nicaragüenses intentando ingresar de forma ilegal a ese país por la frontera con México.

La organización explicó que los números más altos se registraron en los meses de julio cuando capturaron a 13, 509 nacionales, le siguió noviembre con 13,679 y diciembre que fue el más alto con 15,334. En los tres meses que lleva este año, el CBP reporta 24,986 detenciones. Eso quiere decir que, en los últimos 15 meses, ya suman 112,555 los nicaragüenses que se han jugado la vida para salir del país, solo hacia ese destino.

“En el segundo semestre del año pasado se comenzó a sentir más los efectos de la crisis económica. Fue un año de alzas de precios con salarios congelados desde hace cuatro años”, dice a DESPACHO 505  un economista que pide no ser identificado por seguridad.

Explicó que el 2021 fue un año que cerró con la crisis social y política más acentuada por las votaciones que se celebraron en noviembre, pero agrega los efectos de la pandemia que también fue fuerte en esos meses debido a los rebrotes. “La gente tenía esperanza en que las elecciones significaran un cambio de rumbo, pero no, quedó más de lo mismo y solo ha empeorado”, dice.

Ello explica porque este año en vez bajar las cifras de las migraciones han aumentado rápidamente. Solo en enero, por ejemplo, la cantidad de nicaragüenses interceptados en México fue de 11,630, según los reportes de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM).     

FINALES QUE DUELEN

Neyling Rizo Gutiérrez vivió bastante bien sus 26 años. Sacó una carrera pronto y se casó bastante pronto también. Hacía tres años luchaba para cumplir el sueño de encontrarse con su esposo en Estados Unidos. No tenía tanta prisa así que hizo gestiones para obtener visa para viajar a Estados Unidos, pero fracasó dos veces.

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Neyling Rizo Gutiérrez Q.E.P.D. Cortesía

Era mercadóloga y este año decidió que era el indicado para intentar cruzar México ya resignada a hacerlo sin papeles. Salió de su casa en Estelí y todo iba bien hasta el 9 de marzo que una corriente del río Bravo la arrastró hasta arrebatarle la vida. Se ahogó y con ella muchas ilusiones. El INM reportó el rescate de su cuerpo. “Parece mentira lo que ha pasado”, dijo a un canal local la mamá de Rizo Gutiérrez horas después de conocer la noticia.

Hace cinco años Clorinda Alarcón Urbina decidió dejar las aulas de clase. Estaba en tercer año de secundaria y su familia ya no pudo más con los gastos escolares, dificultades típicas de en una zona como en la que ella vivía, Waslala, el Caribe Norte. Sus hermanos la recuerdan de la mejor manera. “Se reía mucho y de todo”, contaron. El día que supieron que había muerto, no lo creían.

La joven embarazada que viajaba en un tráiler sin ventilación junto a otros 46 nicaragüenses, se dio por vencida en un hospital de México. Según los reportes del caso, los nacionales estuvieron bajo una sensación térmica de hasta 40 grados centígrados por largas horas. Fueron abandonados en una carretera de la ciudad de Monclova, Coahuila, al norte del territorio azteca.

Clorinda Alarcón Urbina, (izquierda), con su mamá y su hermano. Cortesía

Días después de su deceso, el martes 8 de marzo, otro tripulante del tráiler, Jaime Moreno Mendoza, de 39 años, también falleció por las secuelas del viaje y en esa misma semana se reportó la muerte de una niña de cuatro años que se ahogó cuando cruzaba junto a su madre el río Bravo, igual que el fallecimiento de la mercadóloga Neyling Rizo Gutiérrez.

DESESPERACIÓN LOS LLEVA A LA MUERTE

La activista Haydée Castillo reitera que las familias en Nicaragua viven desesperadas. “Han caído en eso porque no hay oportunidades en su país de origen. Ya no pueden sobrevivir en Nicaragua y están apostándolo todo, hasta la vida”.

Agrega que las tragedias, secuestros y muertes, es solo lo que vemos. Recordó que muchas familias venden sus propiedades, prestan sobre ellas para costearle el viaje a los que se van con la esperanza de que al llegar al destino soñado, trabajen para pagar las deudas adquiridas. “Pero, ¿si pierden la vida? Pierden todo, el drama crece”, dice Castillo.

Justina es una de las que habla Castillo. Ella dijo que para financiar el viaje a sus hijos se vio obligada a prestar dinero sobre su vivienda ubicada en la Villa Norte, de Jinotega. Luz Marina contó que al verse su hija sin dinero y sin trabajo, vendió todo lo que tenían para emprender una travesía que ahora se volvió desgracia.  

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