Cárcel a artistas críticos y festín millonario entre los leales a la dictadura

La dictadura Ortega-Murillo ha desbocado su tren represivo contra el arte incómodo y rebelde. La captura de los jóvenes músicos de Monroy&Surmenage, Saxo Producciones y La Antesala saca a flote la política de palo para los críticos y mieles para los leales.

El premio a los fieles consta en un millonario contrato gubernamental que fue repartido entre artistas, conjuntos y agrupaciones que tienen la tarea de amenizar fiestas populares en balnearios y centros recreativos del país. Su trabajo es parte de la estrategia oficialista desplegada esta Semana Santa para aparentar normalidad mientras desata el terror contra opositores que conmemoran el cuarto aniversario de la Rebelión de Abril, que marcó el inicio de la crisis que cada vez deja heridas más profundas.

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Según consta en documentos oficiales, la dictadura Ortega-Murillo a través del Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur) repartió 7.4 millones de córdobas entre 36 artistas y agrupaciones, entre los que se incluyen el grupo Costa Azul, la Rondalla Nicaragua Mía y el cuestionado Gustavo Leytón aparecen con las partidas más cuatiosas.

El contrato de Leytón, quien en 2021 al enfrentar un juicio por pensión de alimentos para sus hijos se declaró en bancarrota, es por 575,000 córdobas.

En la repartición de fondos públicos también aparecen: María Fátima Marín de Expresiones Folklórica Carmen Toribio con C$686.000; Carlos Andrés Zúñiga del grupo musical Costa Azul con C$861.000; y Yáder Martínez Ortiz de la Rondalla Nicaragua Mía con C$637.500.

También resultaron favorecidos Róger Antonio Membreño de Xolo Batucada con C$414.000; Francisco Ramón Sobalvarro, director de la Camerata Bach con C$475.000; y José Iván Robles, de Wajira en concepto de perifone C$475.000.

El total, el orteguismo derrochó 7 millones 477 mil 600 en amenizar fiestas en chinamos, centros recreativos y balnearios durante la Semana Semana.

CÁRCEL PARA ROCKEROS CRÍTICOS

En la otra acera están los músicos críticos quienes por no comprometer su arte en tarimas ni poner precio a su conciencia social, han sido enviados a la cárcel, sin que existan cargos delictivos en su contra.

Los detenidos son el vocalista de la banda Monroy y Surmenage, Josué Monroy; alos productores Xóchitl Tapia y Salvador Espinoza, gerentes de Saxo Producciones; y Leonardo Canales, director de La Antesala, un espacio cultural de la capital.

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Salvador Espinoza es hijo del subdirector del Teatro Nacional Rubén Darío del mismo nombre y, por tanto, un funcionario afín al orteguismo.

Pese a que todavía no presentan cargos contra los artistas, las detenciones han sido calificadas como venganza política porque supuestamente el pasado 2 de abril en un concierto en la Alianza Francesa por el 15 aniversario de la banda Monroy y Surmenage  la banda habría interpretado su canción «En el ojo del huracán», un tributo a las víctimas de la represión de abril de 2018 en Nicaragua.

La canción incluye frases como «Un grito fuerte desde abril«, «Todos gritan presente» y «No nos van a callar». También se dice que pudo haber llegado a oídos de la dictadura que al final del concierto, Josué Monroy habría gritado «abril no se olvida».

La lírica de la canción dice: "¡En la lluvia se acercan y corren hasta alcanzar, los vientos de la nueva era brillan al respirar, en la lluvia se aferran todos juntos de las manos, gritar no es en vano, no nos vamos a callar, un grito fuerte desde Abril: todos gritan presentes, un estallido sobre mí, un murmullo de la gente. En la lluvia se acercan, mueren de par en par, luciérnagas como estrellas brillan al escuchar un grito fuerte desde Abril, todos gritan presentes, un estallido sobre mí, un murmullo entre la gente!".

La producción del evento estuvo a cargo de Saxo Producciones, cuyos gerentes además son managers de la banda, lo cual "justificaría" su detención.

MURILLO ANUNCIÓ PERSECUCIÓN

El arresto de los artistas ocurre días después de que la sancionada vicepresidenta Rosario Murillo lanzara ataques verbales contra la oposición nicaragüense a la que considera "cuantitos" y contra la jerarquía de la Iglesia Católica.

Tanto Murillo como Daniel Ortega mantienen la teoría de que la Insurrección Cívica de Abril fue producto de un intento fallido de golpe de Estado, pese a que la protestas cívicas surgieron después que Ortega intentara imponer unas reformas a la Seguridad Social y los jóvenes se sumaran a acuerpar a los ancianos que verían mermadas sus paupérrimas pensiones.

"Este otro episodio que vivimos en abril, no duró tanto pero impusieron destrucción, terror, crímenes, el mismo odio, la misma cultura de muerte, porque muchos de los que sembraron terror y odio en abril vienen de esas raíces terribles y temibles del somocismo y por eso decimos con odio nunca más, somocismo nunca más", advirtió Murillo en su monólogo.

"Esos arranques de histeria, de odio, aquí nunca más", sentenció el pasado 7 de abril.

Murillo amplió sus amenazas "para quienes se atrevieron a bendecir los crímenes no puede haber perdón y no puede haber olvido". Es un "sacrilegio" que los "pastores" hayan traicionado la confianza del pueblo y eso es "imperdonable", dijo amenazante.