Juan Carlos Ortega Murillo desempolva idea de partido único

En la práctica, “Daniel Ortega gobierna bajo el modelo de partido único y en ninguna parte se ve otro beneficio que el de su control total”. La afirmación viene de la comandante guerrillera y exdiputada Mónica Baltodano, quien analiza la extraña recomendación de Juan Carlos Ortega Murillo, sobre encaminar al país hacia ese modelo.

En Nicaragua, como en ningún otro país, lo que dicen los hijos de Ortega cobra relevancia, porque el régimen no solo los mantiene en planilla estatal, sino que los ha elevado a funcionarios con rango y poder de ministros. “Lo que esos muchachos digan, no debe a verse menos, recuerden que ellos (los Ortega-Murillo) son una monarquía gobernando el país”, critica el analista político Julio López Campos.

Juan Carlos Ortega Murillo, señaló en su cuenta de Twitter que el “sistema de partidos políticos debe reinventarse o tomar el camino más sano, que es hacerlo desaparecer y establecer el modelo de partido único, empoderando a los gobiernos locales con mayor capacidad de gestión sobre el gobierno nacional”.

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Baltodano recordó que en las últimas votaciones en las que Ortega se atornilló al poder usando al mismo Estado como arma, se autoeligió corriendo como un candidato de partido único: con siete competidores que podrían ganarle en la cárcel por sus mismas órdenes y con al menos tres partidos que se percibían opositores de verdad, anulados por su tribunal electoral.

“Ya era un candidato único en un partido único, porque los otros partidos eran sus comparsas y obedecen sus órdenes”, explica Baltodano.

ASESINOS DE AUTONOMÍAS

Hoy Ortega controla todos los poderes del Estado. Tiene más que la mayoría calificada de votos en la Asamblea Nacional, por ejemplo, y si le faltara algo, cohabita con opositores de mentira a quienes les cedió unos cuantos curules para aparentar pluralismo.

Baltodano, quien también es una experta en temas de municipalismo,  advierte, que pese a vivir en este sistema “de partido único de facto”, los gobiernos locales no se han visto beneficiados, al contrario, el régimen ha destruido su autonomía “alineándolos a fuerza” so pena de promover destituciones ilegales como ha ocurrido con alcaldes de varios municipios tanto del partido Frente Sandinista como de partidos de oposición.

Hasta enero de 2016, 36 alcaldes habían sido destituidos por órdenes del régimen y después de 2018, ordenó persecución y ahogo a al menos cinco alcaldías que están en manos de los partidos de oposición que también mandó a anular.

“Desde que Ortega llego al gobierno aplastó la autonomía municipal, la hizo añicos”, acusa Baltodano. “Entonces no se entiende que ahora sean ellos mismos los que digan que ese modelo que ya implementan por la fuerza garantice autonomía, nada más falso, es hipocresía, dicen algo pero hacen lo contrario”, señala Baltodano.

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Comenta que al régimen Ortega-Murillo, la palabra autonomía les produce una especia de alergia. “Ellos destruyeron la autonomía de los pueblos caribeños, han ido sobre las universidades y acabaron con la autonomía universitaria, confiscaron universidades, se tomaron los concejos de rectores y han impuesto ahí a sus militantes. La ley establecía plena autonomía sobre ellas”, criticó.

CASTIGOS DESDE EL CARMEN

La destrucción de esa autonomía municipal de la que habla Baltodano tiene sustento también en lo que han dicho otros expertos en temas municipales relacionado al tema de las transferencias del gobierno central, una asignación que establece la Ley de Municipios pero que el régimen condiciona a “la obediencia” y al “alineamiento” de sus políticas.

Después de las manifestaciones de abril de 2018, Ortega ordenó castigar a las alcaldías que apoyaron la rebelión cívica. En un país donde 78 de las 153 municipalidades dependen de esa partida para completar los recursos con que operan, la venganza ha tenido serias consecuencias en sus gestiones municipales.

Por esa época, 18 de alcaldías estaban en manos de la oposición, pero maniobras políticas impulsadas por el orteguismo las ha reducido a no más de cinco.

“El modelo hasta ahora visto es que los alcaldes orteguistas funcionan como menos autoridad que un ministro, reciben órdenes directas de Rosario Murillo sobre lo que van a hacer, sobre en qué invertir los recursos”, señala Baltodano.

Denuncia que la Ley de Municipios, establece que “son autónomos y que pueden administrar sus recursos ya sean por impuestos o por transferencia, como ellos lo vean conveniente. Pero ¿Qué pasa? Si no obedecen los destituyen, una destitución que es ilegal porque son personas electas por voto directo, no nombramientos”, agregó.  

“¿Qué empoderamiento –se preguntó— le cedería un modelo que ya funciona de facto? Deberían estar mejor las alcaldías, pero nada de eso hay. ¿De qué autonomía habla (el régimen) si la ley ya lo establece? Si cumplieran con la ley, sería otra cosa”, aseguró Baltodano.

¿LIBRETAZO O ALGO SE COCINA?

Tras los tuits de Juan Carlos Ortega Murillo, considerado uno de los propagandistas del régimen dictatorial de sus padres, en un minuto con 60 segundos recibió 46 comentarios que lo calificaron como otro de los desatinos de la familia que no duerme pensando en que un día podrían amanecer lejos del poder absoluto que ahora ejercen.

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El 27 de mayo 2010, tres años después que Daniel Ortega volviera a sentarse en la silla presidencial, se reunió con el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), en el Incae. Ortega no se anduvo con rodeos, propuso “disolver la Asamblea Nacional e instaurar en el país un nuevo sistema de gobierno popular, si ustedes me dan su apoyo”, dijo. Por supuesto, no lo obtuvo.

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Para un analista que pide hablar con identificación reservada, lo que dijo Ortega Murillo es muy parecido a la propuesta del dictador, solo que sin las “golosinas de empoderar a los gobiernos locales”. “Es una falacia para más control, claro dicho en un año electoral municipal no se debe ver a la ligera”, aseguró.

Julio López Campos, por su lado, insiste en no perder de vista alguna intención. “Podría ser un libretazo del muchacho en un intento de formular ideas. Nadie puede negar los problemas de la democracia, pero su propuesta como contraparte al problema de la democracia es ridícula, pero además peligrosa,  ojalá y solo sea pobreza ideológica”, dijo Campos.