“Mi marido me violó”: El caso de una nicaragüense que evidencia unas de las formas de violencia más invisibilizadas

Sí, hay violación dentro del matrimonio y todo lo que no es consensuado es un delito que debería de ser castigado socialmente, pero también por el Estado, explican expertas.

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  • enero 15, 2022
  • 08:09 AM

La mañana del 31 de diciembre Alexa fue forzada a salir de su casa y caminar hasta un hospedaje. La mujer de 35 años a quien protegeremos su identidad, no puso resistencia por temor, y calló por varios días el abuso sexual al que fue sometida, una de las formas de violencia contra las mujeres más invisibilizadas.

“Él empezó actuando normal, pero ya cuando me tenía encerrada, fue como que se transformó (...) me tomó por la fuerza, me pegó en la cara, me empezó a ahorcar”, narra la víctima. 

Alexa recuerda que gritó por auxilio mientras él le repetía que la iba a matar, "porque según él tengo otro hombre, me insultó, me llenó de chupetes para que miren quién manda en mí".

"Antes de irnos, me volvió a amenazar con matarme”, revela la mujer que comparte su testimonio como parte del proceso que sigue para romper el círculo de la violencia que por años ha callado.

EL MATRIMONIO REAFIRMA AUTORIDAD SOBRE LA MUJER

La socióloga y feminista nicaragüense María Teresa Blandón, del programa La Corriente, asegura que en la creencia muy arraigada en una cultura patriarcal como la de occidente, está establecido en el matrimonio como una institución que reafirma la autoridad y el poder de los hombres sobre las mujeres. Es decir, erróneamente se cree que el hombre que se casa manda sobre la vida de esa mujer, la cual para sostener ese matrimonio le debe obediencia, lealtad y sumisión. 

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“Esa idea, por cierto, es la que está en la base de todas las formas de violencia cuando los hombres creen que son propietarios de la vida de la mujer con la que se casan o con la que viven, y cuando esa mujer no responde a esa expectativa históricamente construida, arraigada, pues entonces él siente que no que no está cumpliendo con la virilidad del macho que sabe debe gobernar y controlar a su mujer y porque también está autorizado para castigarla si ella no actúa de acuerdo a esa expectativa de sometimiento”, enfatiza Blandón. 

En el caso particular de Alexa, la feminista argumenta que esa misma idea de poderío también tiene que ver con el sexo. 

“Para un hombre, las mujeres con las que vive casado o en unión de hecho, tienen la obligación de satisfacerles sexualmente cuando ellos lo requieran. Si una mujer se niega, por las razones que sea, porque no quiere, porque está enferma, porque está muy estresada, porque se siente indispuesta, porque ha tenido conflictos con el marido y eso no le permite, digamos, sentir deseo en determinado momento, el hombre siente que ella está incumpliendo con su deber, que se está insubordinado y que está dejando en cuestión su poder, el poder del macho sobre las mujeres”, resalta. 

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Las relaciones sexuales solo pueden entenderse como un acto consensuado y que todo aquello que no sea consensuado, que sea impuesto, que sea por la vía de la violencia, es un delito que debería de ser castigado socialmente, pero también por el Estado.

SÍ, HAY VIOLACIÓN DENTRO DEL MATRIMONIO 

En esos escenarios de negativas de las mujeres, el hombre recurre a muchos subterfugios, como el chantaje afectivo, a veces el chantaje económico, y peor aún, también a la fuerza, porque cree que puede disponer de ese cuerpo de la mujer con la que vive. 

“Él puede recurrir a una forma mucho más explícita de violencia que es tomara esta mujer por la fuerza, es obligarla a tener sexo, independientemente de su deseo o de su voluntad y esto expresaría clara mente como para este hombre  la sexualidad no es un asunto de placer porque si fuera un asunto de placer pues tendría que ser un placer compartido, un placer consensuado, se trata más bien de un acto de una asociación entre sexualidad y poder y ahí está la clave para entender también la violación dentro del matrimonio”, explicó Blandón. 

Según esta líder feminista, hasta hace muy poco tiempo la mayoría de las legislaciones en el mundo no contemplaban la violación en el marco de las relaciones de pareja del matrimonio, precisamente porque se asumía la prerrogativa de los hombres de acceder a los cuerpos de las mujeres con o sin su voluntad, “pero gracias, básicamente, a las luchas feministas ahora hay muchas leyes que establecen la violación dentro del matrimonio”. 

“¿Puede una mujer ir a denunciar una violación dentro del matrimonio? Sí puede, aunque  habría muchas dificultades para lograr que el relato de las mujeres sea creído y que los maridos sean  sancionados de acuerdo a lo que establece la ley en un delito como el de la violación, que  es un delito grave, pero lamentablemente ni el poder judicial ni la instituciones policiales están preparadas para eso, probablemente lo que va a ocurrir es que desestimen esa denuncia o en el mejor de los casos que llamen a esta mujer a mediar o incluso a recomendarle que sea más comprensiva y más considerada con el marido”, señala. 

LA VIOLENCIA NO ES NORMAL 

Ante este panorama, Blandón considera que por esto las mujeres no se atreven a denunciar, pero las discusiones con los hombres pueden incrementar su malestar, pero también su distanciamiento afectivo y erótico, porque para las mujeres es terrible convivir con un agresor y evidentemente un hombre que te toma por la fuerza o que la obliga a tener sexo chantajeándola con hacerle daño, deja de ser un hombre deseado y deseable. 

“Desafortunadamente, ese hombre puede convertir la violación en una rutina y muchas veces eso resulta causa de divorcio y de grandes conflictos en el marco de las parejas, donde las mujeres están solas. Puede estar sin apoyo, porque muchas veces incluso las propias amigas o las figuras más cercanas van a decirle, bueno, es tu marido, si no querés que se vaya con otra o si no querés que ande haciendo otras cosas vos tenés que cumplir con el deber conyugal”, ejemplifica María Teresa Blandón. 

Con el escenario en estas condiciones, para ella “es muy difícil que la sociedad entienda que las relaciones sexuales, solo pueden entenderse como un acto consensuado y que todo aquello que no sea consensuado, que sea impuesto, que sea por la vía de la violencia, es un delito que debería de ser castigado socialmente, pero también por el Estado”. 

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