Monseñor Álvarez llama a la unidad y no esperar que la solución a la crisis venga de afuera

“Un pueblo indiferente es un pueblo acabado”, advirtió monseñor Rolando Álvarez abogando por la unidad, a no paralizarse por el miedo, ni permitirse caer en la desesperanza o el odio en estos tiempos de crisis. La solución debe construirse desde adentro, no esperar que venga de afuera”, exhortó.

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  • agosto 12, 2019
  • 12:28 AM

“Un pueblo indiferente es un pueblo acabado”, advirtió monseñor Rolando Álvarez abogando por la unidad, a no paralizarse por el miedo, ni permitirse caer en la desesperanza o el odio en estos tiempos de crisis. La solución debe construirse desde adentro, no esperar que venga de afuera, exhortó.

Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, cerró su sermón dominical con un llamado a la unidad para enfrentar los problemas derivados de la profunda crisis que padece Nicaragua desde abril de 2018, y que se agudiza ante la negativa del régimen de Daniel Ortega a retomar las negociaciones con la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

“Ante estos enormes desafíos que tenemos (en Nicaragua) la caridad de Cristo nos urge para salir de nuestros egoísmos, o de nuestra frontera, y poder ir al encuentro del otro y juntos los nicaragüenses, unidos por los mismos ideales de la patria, podamos construir nuestra propia historia”, dijo al instar a la unidad, llamado con el que el obispo selló su homilía, cuyo mensaje central fue no esperar a que las solución a la crisis venga de afuera.   

Luego que Ortega diera por descartadas las negociaciones que sostenía con la Alianza Cívica para buscar una salida negociada a la crisis, la organización cívica anunció que trabajarán por la consolidación de una coalición plural y fuerte para sumar esfuerzos que presionen al régimen. Como parte de ese esfuerzo el Movimiento Campesino este domingo marchó en Costa Rica, una manifestación multitudinaria que fue calificada como exitosa.

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“Un pueblo indiferente es un pueblo acabado”, advirtió Álvarez quien llamó a reflexionar sobre las cuatro tentaciones del demonio que acechan a Nicaragua: la desesperanza, el odio, el miedo y la indiferencia; las dos últimas —dijo— son las más peligrosas.

“El odio porque después del odio procede la sed de venganza y después de la sed de venganza procede la muerte… (por eso) hay que acabar con el odio, eliminarlo, sacarlo del camino”, instó.

Y aconsejó:

El indiferente no quiere saber nada del otro, no quiere meterse en esos problemas, que sea el otro, los demás que arreglen esos problemas, el indiferente prefiere quedarse, callado, prefiere no actuar, se aparta, se automargina.

Ningún creyente puede quedarse indiferente ante la situación que estamos viviendo, ninguno. Todos tenemos que estar en el corazón de nuestra historia, de nuestros problemas, de esta crisis terrible que estamos viviendo, del dolor del que sufre.

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https://www.facebook.com/diocesisdematagalpa/videos/405162516786251/

LA IGLESIA NO PUEDE ESTAR AL MARGEN, “ES ABSURDO”

Monseñor Álvarez insistió en que solo tomando conciencia de la responsabilidad social que implica este momento de crisis, entendiendo que encontrar la solución “nos compete a todos… es que vamos a ser constructores de nuestra historia, en esa misma medida es que no vamos a permitir que sean otros los que nos vengan a construir nuestra historia ¿Cómo podemos pensar eso?...La historia nuestra la tenemos que construir nosotros”, enfatizó.

“Nosotros no somos objetos de la historia, aunque algunos nos miren así… Cuando uno recibe nada más lo que otros reciben, es cuando nos tratan así, como un chunche viejo… por la dignidad que tenemos no somos objetos de la historia, por la dignidad que Dios nos ha dado somos sujetos de nuestra historia”, señaló el obispo desde el Monasterio de las Hermanas Clarisas en Ciudad Darío.

Citando el Evangelio, el jerarca también hizo notar que las posiciones de “no podemos escucharte”, “otro día te escucharemos” como las que recibió Cristo de los apóstoles, “esas palabras son muy duras, ¿quién las puede resistir?”.

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Álvarez, una de las voces más firmes en su crítica a la represión ejercida contra la ciudadanía descontenta que exige el fin del régimen Ortega-Murillo, además defendió la participación activa de la Iglesia en procesos como los que vive el país.

“El Evangelio está encarnado en el hombre, en el ser humano, en la historia. Hay gente que quisiera que nosotros leyéramos la historia, viviéramos la historia ajena al Evangelio, o el Evangelio ajeno a la historia y eso es para nosotros un imposible, un absurdo; no podemos”, acotó.

CUIDADO CON EL DEMONIO

Al ahondar en las tentaciones demoníacas que acechan en Nicaragua en estos tiempos de crisis —desesperanza, odio, miedo e indiferencia—, Álvarez dijo que “el demonio sabe que un pueblo desesperanzado es un pueblo sepultado en vida, que un pueblo que odia se autodestruye, sabe que un pueblo con miedo se paraliza y el demonio sabe que un pueblo indiferente, indiferente a su propia historia, a los problemas, indiferente a las crisis… deja que otros sean los que arreglen las cosas”; fue entonces que advirtió que “un pueblo indiferente es un pueblo acabado”.

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