De locutor de radio a reciclador de polines

El emprendedor dejó los micrófonos para transformar los polines en muebles para cocinas y bares. Siga la serie sobre hombres y mujeres que continúan con sus ideas de negocios, pese a la crisis económica que azota a Nicaragua.

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  • julio 06, 2021
  • 03:01 AM

Néstor Saballos ha trabajado los últimos seis años reparando embalajes de madera, mejor conocidos como polines.  Inicialmente, laboró como locutor de radio por muchos años y ahí conoció a la mujer que hoy es su esposa. 

A través de su suegro, incursionó en el negocio de los polines. Pero cuenta que esta decisión le tomó tres años tomarla, porque emprender en un oficio desconocido para él, significaba dejar su estado de comodidad en que se encontraba, percibiendo sus ingresos como profesional.

“Estaba acostumbrado a percibir mis ingresos como asalariado, con los anunciantes que ya tenía. Empezamos sin nada de capital. Otras personas tienen la oportunidad de invertir dinero para comenzar, pero nosotros empezamos de cero”.

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Los polines son regletas hechas de madera de pino y son utilizadas por las empresas de transporte pesado, como camiones, furgonetas, barcos y aviones. Sobre esas cajas de madera, suben la mercadería, para que no se deteriore o se quiebre, durante el viaje. Una vez que las empresas transportan y entregan la mercadería, descartan la caja de madera. 

Según Néstor, 10 años atrás, cuando el polín era utilizado, era desechado o quemado. Esta acción crea un impacto en el medioambiente, generando basura sólida o quemas no controladas. Además, los bosques de pino eran desplazados para fabricar polines nuevos.

Con la creación de políticas de reciclaje, el polín fue tomando otras utilidades. Ahora, los emprendedores los reutilizan. “Los polines vienen de todas partes del mundo. Nosotros los procesamos. Hay un procedimiento de limpieza, reparación y fumigación para que no vayan con la polilla. Nosotros reconstruimos los polines y los revendemos a otras empresas, que se dedican a la exportación”, comenta.

A lo largo de la Pista El Recreo, en el centro de Managua, se pueden notar varias cuadras con sus aceras llenas de polines. Muchos de estos negocios, son constituidos por familias enteras. La fábrica de Néstor, se llama Venta de polines Jehovah Jireth y se puede localizar en las redes sociales.

Los polines también son convertidos en modestos muebles para el hogar o para bares y restaurantes. Esta innovación de reutilizar la madera, ha dado buenos resultados económicos tanto para los que procesan la madera, como para las familias que compran muebles con precios bajos. Néstor y su familia fabrican piezas solo por encargo porque no tiene una bodega para almacenarlas.

Entre los más populares están las mesitas de cocina, que sirven como auxiliares y tiene un costo de 400 córdobas. Pero también tienen demanda las sillas, bancas y fruteras. 

Con la llegada del invierno, las casitas para perros, disparan las ventas. Una casa de perro de tamaño mediano cuesta entre 800 y 1,200 córdobas. Una casa para perro grande, puede costar hasta 2,000. También ofrecen servicio de acarreo o envío con costo adicional, cuenta.

Y para predicar con el ejemplo, Néstor tiene los gabinetes de su cocina, hechos de polines. “Un mueble de madera de cedro, puede costar alrededor de 30 mil córdobas. Pero el mismo mueble hecho de polines, puede costar la mitad”, asegura. 

Actualmente, el emprendimiento de Néstor, beneficia con trabajo a 16 familias. La fábrica se mantiene abierta y produciendo todo el año, aunque la reconstrucción de polines es variable y fluctúa según la temporada.

Según su experiencia, el temor del emprendedor va relacionado a su convicción y sus creencias. Néstor es un hombre muy creyente en su fe y da testimonio durante toda su entrevista. 

El dice que la bendición de Dios, no añade tristeza y que cree en las promesas de Dios. “El país puede estar en una situación económica difícil, pero son nuestros pensamientos los que nos hacen creer en el fracaso y vivir una vida así. Si comenzamos a hacer cosas nuevas, nos damos cuenta que nosotros mismos cambiamos el entorno de lo que queremos ver”, reflexiona.

El cree que el emprendedor puede frustrarse al no ver resultados inmediatos, porque el temor siempre está presente en el humano. Cuenta que la primera vez que sintió temor, fue cuando iba a adquirir un camión. Pensar en la deuda y la incertidumbre de cómo lo pagaría. Pero luego reflexionó que, sin endeudarse un poco, jamás iba a tener ningún bien para mejorar su negocio. 

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“A veces no vendíamos nada, pero estábamos seguros de que todo era un proceso y teníamos que seguir caminando firmes y creyendo en nuestra visión”, recuerda.

También aconseja que, para tener resultados positivos, los emprendedores tienen que enfocarse en el objetivo del negocio que quieren hacer y pone como ejemplo, a personas que comenzaron a vender un artículo. Luego, si este plan no les da resultado por unos días, abandonan la idea y se dedican a vender otra cosa o a iniciar otro proyecto. Con esa acción, pues, no están creyendo en nada. Eso podría llevarlos a una desilusión, reflexiona.

Este artículo forma parte de la serie de microhistorias sobre emprendedores nicaragüenses.

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