Esta es la estrategia del régimen para judicializar a los opositores
Julio Montenegro explica cómo están operando policías, fiscales y jueces para llevar a la cárcel a ciudadanos que se oponen a la dictadura.
- marzo 14, 2021
- 03:34 AM
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Aplicar la teoría del “fruto del árbol envenenado” es la estrategia que han puesto en marcha conjuntamente la Policía Orteguista, Fiscalía y jueces, para acusar y condenar a presos políticos por delitos relacionados principalmente con el tráfico de drogas, portación ilegal de armas de fuego y tenencia de artefactos explosivos.
Para los juristas el término del “fruto del árbol envenenado”, se refiere a las pruebas que se obtienen ilícitamente, para presentarlas en un proceso penal en contra de una persona. Según Julio Montenegro, abogado de la Comisión Permanente de los Derechos Humanos (CPDH) esta es la realidad que prevalece en los procesos judiciales que enfrentan los presos políticos.
Montenegro asegura que de los 120 presos políticos que aproximadamente existen en Nicaragua, a él le ha correspondido representar a 40 y que en todos los casos se alega la teoría del “fruto del árbol envenenado”.
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“Se alega que hay fruto del árbol envenenado porque al momento del operativo, casi siempre se mueve a la persona del lugar donde supuestamente ha cometido el delito y lo llevan a la Dirección de Auxilio Judicial, donde ya los ponen con paquetes de drogas, armas que supuestamente les han ocupado y una serie de cosas que aparentemente constituyen delitos”, explicó el defensor de presos políticos.
Agregó que mover de la escena de los hechos a las personas que son detenidas, antes se consideraba como una violación a la cadena de custodia porque al trasladarlo de un lugar a otra las pruebas se contaminan y asegura que al contaminarse se pierde la garantía de demostrar la comisión del hecho.
El especialista explicó que “cuando se descubre la comisión de un hecho delictivo lo primerito que se hace es acordonar el lugar, poner cintas amarillas comenzar a tomar fotos, graficar cómo vestía la persona, fotos del lugar, de la sustancia u objetos ocupados y otros detalles que indican que la persona efectivamente se andaba dedicando a esa actividad, pero en estos casos, los presos son trasladados a la Dirección de Auxilio Judicial, donde les realizan una foto tabla ilustrativa para luego iniciar el proceso”, refirió.
Montenegro detalló que posteriormente la foto tabla ilustrativa se convierte en una de las pruebas en contra de los presos políticos y durante el juicio se suman las declaraciones de los oficiales de la policía.
“Los testigos en su gran mayoría por no decir casi todos, son oficiales de la policía, salvo rarísimas ocasiones que he tenido casos de presos políticos en los aparece una o dos personas como víctimas, pero que tras investigarse el caso uno se percata que pertenecen a una estructura partidaria.
También señala que en los juicios, los testigos llegan a contradecirse y que pese a que llegan a generar contradicciones que dan la razón a la defensa, los jueces terminan declarando culpable a los presos políticos por temor.
“Esto de las contradicciones de los testigos de la Fiscalía, es una característica en todos los procesos, pero el más reciente y que es un caso ícono es el de Sergio Beteta”, explicó.
Beteta es el joven que fue detenido el 21 de diciembre del 2020, cuando protestaba con la bandera de Nicaragua frente a las instalaciones de la Universidad Centroamericana (UCA) y mientras gritaba consignas también quemaba una bandera del FSLN y su protesta quedó grabada en un vídeo del medio de comunicación Artículo 66, pero fue acusado por tenencia de armas y tráfico de drogas.
Pese a que las imágenes del medio de comunicación confirmaban el lugar donde se encontraban el joven y lo que realmente estaba realizando, los oficiales de la Policía llegaron a contar en juicio otra versión.
“Decían que no andaba con una bandera azul y blanco y todo mundo sabe a través de un video que hasta la blandía con ambas manos, frente a la UCA. Ellos (policías que fueron de testigo) tampoco vieron que estuviera quemando una bandera de un partido político y en el video aparece incluso avivado las llamas y aunque todo mundo miró que estaba frente a las inmediaciones de la UCA, ellos decían que era 150 o 200 metros al este de Enel Central”, explicó Montenegro quien detalló otras inconsistencias por parte de los oficiales que llegaron a rendir declaraciones contra el preso político. Las imágenes del medio de comunicación verifican que llegaron a mentir.
El abogado defensor a la vez detalló que a los presos políticos ahora se les acusa de delitos comunes y no de terrorismo, crimen organizado, daños a la propiedad y entorpecimiento de servicios públicos como sucedió después de las protestas de abril de 2018.
En este sentido detalló que la tónica es acusarlos por delitos ligados al tráfico de drogas, portación o uso ilegal de armas y tenencia de explosivos, pertrecho y robo, para confundir a los defensores de derechos humanos y la opinión pública.
“Es una manera de tratar de ocultar un delito real, de uno de origen político y al menos para mí era un reto identificar entre uno y otro”, aseguró Montenegro tras decir que esto también tiene como finalidad evitar que los defensores de derechos humanos representen a las víctimas tras hacer creer que son personas que se dedican a actividades ilícitas.
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El defensor agrega que imputándoles estos delitos también se pretende que los presos políticos permanezcan detenidos sin ser identificados hasta el día en que sus familiares se enteran que están siendo acusados.
Esto ocurrió con Julia Cristina Hernández Arévalo y su pareja Eduardo Morales quienes fueron detenidos el 7 de enero y fue hasta 12 días después que sus familiares se enteraron que los estaban procesando por motivos políticos.
Al final explicó que algunas personas que no logran distinguir estos casos, hasta les preguntan por qué defienden a presos que cometen estos delitos, pero que en el caso ellos ya han encontrado la clave para detectar cuando están en presencia de un caso político.