Represión orteguista y pandemia de coronavirus, las realidades que enfrentan los periodistas en Nicaragua
Los periodistas señalan que 2018 marcó un antes y un después para la profesión, pues la dictadura aceleró más el socavamiento de la libertad de prensa. Estos son algunos testimonios de hombres y mujeres que día a día informan al país.
- marzo 01, 2021
- 02:31 AM
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Desde 2007, cuando Daniel Ortega retomó el poder, la libertad de prensa paulatinamente se ha ido extinguiendo, a la vez que aumentado la represión. Aunque en los primeros años, algunas instituciones del Gobierno mantuvieron en línea sus sitios web con información pública básica relativa a su quehacer, esta nunca fue amplia y de suficiente calidad.
Luego, poco a poco, la información fue desapareciendo de los sitios web gubernamentales, o en el mejor de los casos, reducida de tal manera que resultaba poco confiable, parcial y desactualizada. Este modelo de secretismo o de poca información tanto a la ciudadanía como a los periodistas independientes fue implementado por la actual vicepresidenta, Rosario Murillo, quien en ese entonces solo fungía como coordinadora del Consejo de Comunicación y Ciudadanía.
Según investigaciones, Murillo ha calificado su modelo de secretismo como “incontaminado”, al centrar la vocería gubernamental en ella misma y solo ofrecer informes en sus acostumbradas intervenciones de mediodía en medios de comunicación propiedad de la familia presidencial o afines al Gobierno. También al limitar el acceso a la información pública a los ciudadanos y la prensa, y obstaculizar la labor de la prensa independiente.
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Aunque en Nicaragua existe y está vigente una Ley de Acceso a la Información Pública, el Gobierno ha limitado fuertemente el ejercicio de este derecho ciudadano, no permitiendo incluso el acceso a la prensa independiente a las actividades oficiales y negándose a informar oportunamente a la ciudadanía sobre temas de interés nacional.
Además de impedir el acceso a la información, desde que Ortega regresó al poder, se han identificado diferentes agresiones a periodistas por diversas razones, y la destrucción de algunos medios de comunicación, como, por ejemplo, la de tres radios –en 2008- pertenecientes al grupo Corporación de Radios de Occidente S.A. (Corasa), en represalia por su apoyo a las elecciones municipales de ese año.
Así, con el paso del tiempo, la prensa independiente en Nicaragua ha tratado de ser aislada por el régimen y ha tenido que informar, en muchas ocasiones, no citando a la fuente o gracias a documentos filtrados. “Por parte del Gobierno de Daniel Ortega no hay acceso a los funcionarios públicos de preguntar para contrastar nuestra nota, sobre el trabajo que estamos haciendo. No tenemos acceso a preguntarle, y en el caso cuando lo tenemos, corremos el riesgo de que alguien nos bloquee... es casi imposible”, expresó Leonor Álvarez, periodista del diario La Prensa.
Para el fotoperiodista de ese mismo rotativo, Óscar Navarrete, con más de 30 años de experiencia en la profesión, el retorno de Ortega como presidente de la República solo significaba la continuidad de lo sucedido en los años 80; no obstante, resultó peor de lo que pensaba.
En 2018, con el estallido de la crisis sociopolítica, el poco acceso a la información que se pudo haber tenido con anterioridad se cerró prácticamente en su totalidad y la fidelidad de la Policía Nacional a las órdenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo fue evidente al atacar no solo a los ciudadanos opositores al Gobierno, sino a los periodistas y fotorreporteros encargados de cubrir las protestas y marchas que iniciaron ese año.
“En una marcha, un paramilitar me puso una (pistola) de 9 milímetros en la sien. También fui vapuleado el 12 de diciembre de 2019 en una protesta de las madres de prisioneros políticos e inclusive recuerdo que en una marcha en el parqueo de Metrocentro me quedé ahí para tomar una buena foto, y sí, corrí demasiado riesgo, me apuntaron tres veces (con un arma), me iban a quebrar la cámara y un oficial que estaba a cargo de los antimotines les decía que yo era fotógrafo de La Prensa, que me quitaran la cámara, entonces yo les decía que no me dispararan, que no iba a hacer fotos, pero mentira, seguí haciendo fotos entre el alboroto”, contó Navarrete.
En el escenario de la crisis y cubriendo las protestas de 2018 fue asesinado el periodista Ángel Gahona, pero hasta ahora no hay responsables encarcelados. Este hecho puso aún más en temor a los periodistas por no respetarse la vida de un reportero que solo estaba haciendo su trabajo.
“Creo que temor tuvimos todos en algún momento, al vernos en medio de las protestas y el hecho de poder salir lastimado. Tuve un par de situaciones que no me gustaron, yo viví cerca de donde está la casa de Ortega, donde queda el perímetro de seguridad y a mí me hacían fotos entrando a la casa, entonces yo trataba de no decir nada, me limitaba un poco en las redes sociales también en cuanto a las cosas que estaban pasando”, expresó Ivette Munguía, periodista de Confidencial.
La periodista añadió que más allá de la agresión, vivió una etapa de mucha incertidumbre por no saber lo que iba a suceder en el país y en algún momento sí pensó en la posibilidad del exilio, pero a la vez se preguntaba cómo haría en un lugar nuevo y de qué iba a vivir, teniendo ya una carrera formada en Nicaragua.
Con la etapa de un antes y un después a raíz de 2018, los periodistas no solo experimentaron amenazas tanto verbales como físicas, sino también fueron víctimas de robos por parte de simpatizantes de Ortega.
“Además de ser agredida también me ha robado la misma gente que apoya al Gobierno de Daniel Ortega. Esto ha sido claro. Yo no es que no tenga claro que si fue un robo de un ladrón común. No. Yo estoy segura que fueron simpatizantes de Ortega que nos robaron. No solo a mí, porque andábamos trabajando como periodistas y además de ser agredida y robada, también nos ofendieron verbalmente de que no decimos la verdad”, comentó por su parte Leonor Álvarez.
Para Wilih Narváez, periodista de Divergentes, el cambio en el ritmo de trabajo que llevaba fue bastante radical. Al inicio de las protestas aún laboraba cubriendo el área de Sucesos en el periódico HOY, pero con el estallido de la crisis, la información que recibía por parte de las autoridades policiales empezó a ser nula.
“Funcionaba hasta ese tiempo el área de Secretaría que tienen todas las delegaciones policiales, que es el medio por el cual tienen que ser atendidos los periodistas, eso dejó de funcionar de un tiempo para acá, incluso la Policía cerró el servicio para que los periodistas independientes no llegaran a hacer un tipo de cobertura a la institución”, recordó Narváez.
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Poco tiempo después, el periodista inició labores en el Noticiero Acción 10, donde en más de una ocasión fue agredido por oficiales policiales al momento de cubrir una actividad relacionada con temas políticos. “Hemos recibido intimidación por parte de la Policía y grupos civiles que siempre están dando apoyo a la institución. El 23 de enero de 2020 me agredieron y un mes después lo volvieron a hacer. En ese momento prevaleció la impunidad, es decir, la Policía te puede golpear, te puede despojar de tus pertenencias y eso queda impune. Ese es el permiso que tienen y ese es el mensaje que la misma institución le envía a los simpatizantes del Gobierno”, señaló.
LA PANDEMIA
Con la llegada de la pandemia del Covid-19, la forma de hacer periodismo cambió, pues ya no solo se trataba de llegar a un lugar a hacer una entrevista, sino de tomar todas las medidas como el uso de mascarillas, caretas o guantes para evitar contraer el virus. Algunos colegas se contagiaron y otros fallecieron producto de la enfermedad.
“Aquí estás con un enemigo muy difícil. A mí me tocó andar en el mercado, me iba a meter al Oriental, al Mayoreo, me iba a meter a los hospitales, me metí a andar buscando entierros exprés, sacando cadáveres. Es parte de mi trabajo, yo decía que si yo no hacía esa imagen quién la iba a hacer, nadie la iba a hacer, pero siempre andaba protegido y cuidándome para no contagiarme. En algún momento sentí temor, es normal”, recordó el fotoperiodista Óscar Navarrete.
El Covid-19 representa un peligro latente. Nicaragua ha tenido que sobrellevar la pandemia en medio de un secretismo por la falta de transparencia del Ministerio de Salud (Minsa) al informar sobre la cantidad real de personas contagiadas y fallecidas por causa del virus. Ante eso, el periodismo ha tenido que apoyarse de organizaciones médicas independientes para brindar información a la ciudadanía.
“Más allá de que se han cerrado aún más los espacios, documentar la crisis, la situación en los hospitales, creo que el periodismo independiente ha hecho un gran trabajo buscando información de donde es posible, hurgando entre documentos, fuentes filtradas. Creo que a la falta de libertades sí existe una voluntad por parte de los periodistas de seguir ejerciendo, nadie ha podido mermar esa vocación”, consideró Ivette Munguía, de Confidencial.
Para estos cuatro comunicadores, Nicaragua necesita recuperar la institucionalidad a través de un cambio de Gobierno, que les permita seguir informando de manera veraz y lograr una verdadera libertad de prensa.