Monseñor Álvarez: No se debe dejar a unos pocos el futuro del país
El obispo de Matagalpa insta a los nicaragüenses a ejercer su poder y no dejar a la providencia divina, ni a unos pocos, el futuro del país. "Grave equivocación sería si algunos piensan que el pueblo únicamente es receptor de decisiones”, señaló.


- mayo 26, 2019
- 06:18 AM
- Despacho 505
- Copyright Despacho 505
El obispo de Matagalpa insta a los nicaragüenses a ejercer su poder y no dejar a la providencia divina, ni a unos pocos, el futuro del país. “Grave equivocación sería si algunos piensan que el pueblo únicamente es receptor de decisiones”, señaló.
Monseñor Rolando Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, exhortó a los nicaragüenses a ejercer un rol protagónico en los procesos que se viven en el país y no dejar en manos de unos pocos las decisiones que definirán su futuro.
El obispo, uno de los más críticos al régimen de Daniel Ortega, señaló que en el contexto actual los nicaragüenses enfrentan tres tentaciones gravísimas: la desesperanza, el odio y la tentación de la indiferencia; sobre lo último recomendó no perder de vista que el poder lo tiene el pueblo y que “no se puede dejar a la providencia divina” la resolución de las situaciones que se enfrentan.
LEA: Policía se toma ruta de marcha por la libertad de los presos políticos en Nicaragua
“Un pueblo sin esperanza está sepultado, un pueblo que odia se autodestruye, y un pueblo que es indiferente está muerto en vida”, subrayó el obispo en su homilía dominical, desde la catedral San Pedro de la ciudad de Matagalpa.
“Todos somos responsables de la marcha de la historia, ninguno de nosotros podría dejarle solamente a la providencia divina el curso de los acontecimientos, de los sucesos y de las situaciones históricas, porque Dios siempre esperará nuestra cooperación”, insistió el jerarca católico al señalar que no ser indiferente significa “tomar conciencia social” y “sentirnos todos protagonistas de nuestra historia”.
“No podemos, no debemos y es antievangélico dejarle a otros, y peor todavía sería a unos pocos, el destino y la decisión del futuro y presente de nuestra nación”, advirtió al reiterar que “siempre tendrá que ser el pueblo el que tenga la última palabra”.
LEA: Proponen ruta jurídica para liberar a presos políticos, sin amnistía ni arreglos
“Grave equivocación sería si algunos piensan que el pueblo únicamente es receptor de decisiones de otros o, como les decía, peor aún de pocos”, dijo al instar a contrarrestar la tentación de la indiferencia.
ESPERANZA NO ES PASIVIDAD
Monseñor Rolando Álvarez también habló de sumar, construir y proponer. “Nuestra palabra no es ni puede ser nunca para destruir, para rehuir”, dijo.
Durante su exhortación, el religioso orientó cultivar una esperanza de ojos abiertos y con los pies en la tierra. “Esperanza que no es pasividad, sino que es trabajo y esfuerzo, lucha y conquista por lograr lo que se espera”, aclaró.
También animó a no tener miedo y a mantener firmeza ante los ultrajes, insultos, calumnias, condenas y ante el grosero y grotesco hablar.
“Nadie ni nada que se revista de odio, de lenguaje de odio, de actitudes de odio, de reacciones de odio se puede sostener ante el amor”, sentenció el obispo de Matagalpa.
LEA: Comisionado Joel Hernández: “El Estado falló”
Y prosiguió: “La que odia es una débil, pobremente débil, porque no ha sabido ser capaz de ser dócil al espíritu que arrecia los corazones. Porque no ha sido capaz de arreciar su corazón, su corazón grande, su corazón libre de esos sentimientos de iniquidad”.
REPRIMEN DERECHO A MARCHAR
Monseñor Álvarez dirigió su sermón mientras en Managua, una vez más, la Policía Orteguista, se desplegó para reprimir la manifestación cívica para exigir al régimen de Daniel Ortega la liberación de todos los presos políticos antes del 18 de junio.
Organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos dirigieron pedidos de respeto al derecho a la manifestación, pero el régimen no retiró el despliegue del que ha sido su principal brazo represor.