Los jóvenes de abril demandan espacios en una Coalición plagada de políticos tradicionales

Los movimientos estudiantiles han quedado en el centro de una lucha por Los movimientos estudiantiles han quedado en el centro de una lucha por el poder entre partidos políticos y organizaciones opositoras que conforman la Coalición Nacional, que se resisten a dar más espacios a estos. ¿Cuál es el rol y el peso que tienen los jóvenes en el actual escenario político?l poder entre partidos políticos y organizaciones opositoras que conforman la Coalición Nacional, que se resistan niegan más espacios para estos. ¿Cuál es el rol y el peso que tienen los jóvenes en el actual escenario político?

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  • julio 27, 2020
  • 04:25 AM

Los movimientos estudiantiles han quedado en el centro de una lucha por el poder entre partidos políticos y organizaciones opositoras que conforman la Coalición Nacional, y que se resisten a darles más espacios. Pero, ¿cuál es el rol y el peso que tienen los jóvenes en el actual escenario político?

El 18 de abril de 2018 la juventud nicaragüense despertó. Los universitarios abandonaron sus aulas de clases y se tomaron las calles del país para exigirle al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo libertad, justicia y democracia. Sus voces resonaron con fuerza y sus demandas parecieron rescatar la esperanza perdida de millones de nicaragüenses, cansados de los partidos políticos tradicionales, la falta de oportunidades, la corrupción y los desmanes de la dictadura.

Dos años después del levantamiento de abril, el panorama cambió. Miles de jóvenes se fueron al exilio, mientras algunos líderes que quedaron en el país se convirtieron en presos políticos. A los meses de la insurrección cívica, surgieron agrupaciones juveniles que canalizaron las demandas por las que se volcaron a las calles, sin embargo, jamás imaginaron que gestionar espacios sería un camino con obstáculos.

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Así los jóvenes de abril, agrupados en más de 12 organizaciones estudiantiles y juveniles en toda Nicaragua que han acudido al llamado de unidad, se enfrentan a partidos políticos y líderes que fueron cómplices de la dictadura, y que han vuelto a la escena pública para hacer borrón y cuenta nueva, negándoles incluso espacios en la Coalición Nacional, el gran bloque opositor con el que se pretende derrotar a Ortega por la vía cívica.

GANAR ESPACIOS NO HA SIDO FÁCIL

Aunque hay un discurso entre las agrupaciones enfocado en la necesidad de una nueva forma de hacer política, lo cierto es que en la práctica eso está lejos de concretarse, pues las viejas figuras de la oposición han cobrado vida para sacar rédito. A eso le suman las divisiones internas entre las agrupaciones juveniles que no terminan ponerse de acuerdo entre ellas mismas.

Los jóvenes son ovejas que no tienen un norte claro, pero que están tratando de retomar el protagonismo de abril robado por políticos tradicionales, que los analistas califican de “lobos”.

Ariel Sotelo, miembro del Movimiento 19 de Abril, asegura que para los jóvenes no ha sido fácil ganarse espacios en las agrupaciones que surgieron a raíz de estallido social de abril de 2018.

“Demandar nuestros espacios nos ha costado, lo que hemos construido después del 18 de abril, ha sido a base de lágrimas, sudor y sangre, así que no vamos a corrernos al sonido de las chanclas, porque tenemos la capacidad de asumir responsabilidades políticas y la moral para demandar más espacios”, afirma Sotelo.

Y aunque la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia se muestran de acuerdo en darle protagonismo a los jóvenes, algunos ven un intento de lograr mayoría en las decisiones que se tomen en la Coalición Nacional.

José Dávila, delegado de la Alianza Cívica en la Coalición Nacional dijo a este medio que es un desgaste para la Coalición estar discutiendo si se le da una cuota pequeña o grande a los jóvenes, pues su organización considera que los jóvenes se merecen una cuota amplia,  “porque tienen nuevas concepciones, y  les va tocar el arduo camino de construir la democracia”.

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Pero ese discurso no cala en los jóvenes, y es percibido de manera distinta.

JÓVENES SON DESCALIFICADOS

 “En los discursos escuchamos que los jóvenes somos importantes, que  despertamos el país, pero en la práctica nuestras demandas son vistas como chavaladas y quieren que formemos parte del proceso, para que los nicaragüenses  tenga confianza en la Coalición y se crea que estamos  presente”, cuestiona Lesther Alemán, representante de la Alianza  Universitaria  Nicaragüense  (AUN).

En esa misma línea se expresa la lideresa estudiantil Yunova Acosta, coordinadora del Movimiento UNA-19 de Abril: “Nos llaman los aparecidos, los chavalos de barrio que quieren venir a decidir y solucionar los problemas del país, pero si ellos no han podido solucionarlos en años, entonces que le den oportunidad a nuestras ideas y propuestas”.

La respuesta que encuentran los jóvenes a su lucha por más espacios es que no cuentan con la experiencia política para liderar un cambio en el país.

José Antonio Peraza, analista político, dice que la realidad para los jóvenes no es nada simple. Ve falta de experiencia política y agrega una lucha por el poder y manipulación, que pone a los jóvenes en situación de desventaja.

“Los jóvenes no tienen experiencia política y los partidos políticos tampoco la perspectiva de darles oportunidades. Están siendo manipulados por ambos lados, por políticos de vieja data, con experiencia política, pero sin credibilidad e ideas nuevas, y una sociedad civil que quiere plantarle cara a la dictadura, pero sin personería jurídica para hacerlo”, explica Peraza.

El argumento de la falta de experiencia política, los jóvenes lo repelen aduciendo que lo más importante son las propuestas de una agenda país que responda al clamor nacional de justicia, libertad y democracia.

“Hablar sobre nuestra falta de experiencia política es un tema trillado, porque hay gente con más de 20 años en la oposición que no han podido resolver los problemas de fondo de Nicaragua. Nuestro compromiso va más allá, somos jóvenes con valores y  deseos de  tener una Nicaragua justa, donde se respeten los derechos”, enfatiza Acosta.

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LOS ESPACIOS EN LA COALICIÓN

Este 28 de julio los siete miembros de la Coalición Nacional discutirán el número de votos que asignarán a los movimientos juveniles. En mayo pasado, la Coalición anunció que los jóvenes tenían derecho a tres delegados, pero solo uno podría ejercer el voto en la toma de decisiones.

Para cuando se dio la firma de los estatutos de la Coalición, en junio pasado, los jóvenes seguían sin tomar esa silla debido a que demandaban mayor participación.

La Coalición está conformada por la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB); la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD); el Movimiento Campesino; el Partido Liberal Constitucionalista (PLC); el Partido Restauración Democrática (PDR); Fuerza Democrática Nicaragüense (FDN); y el partido de la Costa Caribe Yatama.

La UNAB, la Alianza y el Movimiento Campesino están de acuerdo en darle más votos al sector estudiantil, mientras que los partidos políticos se oponen. Sin embargo, ahora han cambiado de parecer si también se les permite a los jóvenes de su agrupaciones tener voz y voto.

“Estamos disputando espacios dentro de la Coalición Nacional, porque somos conscientes que nuestra propuesta debe impactar en la vida de los nicaragüenses, y no estamos hablando de discursos vacíos”, señala Alemán, quien asegura que los temas principales de su agenda incluyen salud, educación, justicia, seguridad, democracia y desarrollo económico.

La propuesta país que presentan los jóvenes es vista por Peraza como de largo plazo.

“Ellos están más enfocados en discutir sobre la Nicaragua del futuro, pero ahorita no hay tiempo para eso, las elecciones están a la vuelta de la esquina y no podemos pensar que vamos a resolver los problemas que hemos venido arrastrando por años, en meses”, recalca Peraza.

LAS VIEJAS CARAS DE LA POLÍTICA NICARAGÜENSE

Esa visión es compartida por Violeta Granera, miembro de la Unidad Nacional Azul y Blanco. “El pueblo nicaragüense está pidiendo una unidad genuina para sacar a Ortega, y la credibilidad dependerá de la coherencia, solo unidos como Coalición Nacional vamos a lograr derrocar al dictador Ortega”, sostiene.

Pero es justamente la credibilidad lo que se le cuestiona a la Coalición por incluir a partidos políticos que han colaborado con el Frente Sandinista, como el PLC de Arnoldo Alemán. Visto de cara a unas elecciones, las agrupaciones políticas son un mal necesario en el caso de que Coalición no obtenga una casilla y quiera participar en las generales de 2021 en el tablero de uno de esos partidos.

“La Alianza Cívica y la Unidad Nacional cometieron un error, insistieron en meter a los partidos políticos.  Cuando entran los partidos, ellos tienen más experiencia, pero además tiene algo que la sociedad civil no tiene, la personería jurídica, un requisito necesario para un proyecto político”, asegura Peraza.

En su defensa Violeta Granera afirma que dentro de la Coalición han firmado un compromiso con una nueva forma de hacer política, y obliga a los partidos políticos a desterrar los pactos y acuerdos suscritos con Ortega a espaldas de la gente. “Quienes no se alineen tienen las puertas libres para salir”, sentencia.

Por su parte, los jóvenes manifiestan que defender esa credibilidad es parte de su compromiso.

“No vamos a defender a lobos con viejas mañas, lo hemos dicho antes, y se los hemos planteado a la Coalición, tenemos criterios y lamentablemente por eso nos han tachado de inexpertos políticos,  un argumento vacío, por no alinearnos a  intereses particulares”, argumenta Sotelo.

Los jóvenes están claros que el espíritu de abril de 2018 no está representado en la Coalición.

“La mayoría partidaria dentro de la Coalición Nacional es totalmente contradictoria a lo que se respiraba en las calles en abril de 2018. No estamos diciendo que se retiren, sino que den espacio a la dirección de los jóvenes, demandamos mayor participación ¿qué delito hay con esta demanda?”, puntualiza Alemán.

Al respecto, Peraza cree que Nicaragua no ha tenido una transición generacional normal por lo que está totalmente alterada por el caudillismo. 

“El sandinismo y los partidos políticos tradicionales creen que serán eternos y no ceden espacio a otros líderes”, agrega Peraza, quien considera que a pesar que los jóvenes han avanzado y el proceso de cambio generacional ha empezado, el liderazgo en las toma de decisión  aún no  se da.

“La sociedad nicaragüense va a tener que conformarse. Los jóvenes están abriendo sus espacios para tener una participación significativa.  El proceso ya empezó, pero decir que van a tomar el rumbo de Nicaragua en este momento es falso”, dice.

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