Crisis en Ometepe: Cero en llegadas de turistas deprime la economía de la isla

Hoteles y restaurantes de la isla han cerrado ante la falta de turistas nacionales e internacionales. La pandemia impacta a la economía de este destino de Nicaragua.

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  • julio 23, 2020
  • 03:56 AM

Hoteles y restaurantes de la isla han cerrado ante la falta de turistas nacionales e internacionales. La pandemia impacta a la economía de este destino de Nicaragua.

La fluidez con la que zarpaban los barcos del puerto de San Jorge hacia la isla de Ometepe, Rivas, ha desaparecido por una disminución en el flujo de turistas extranjeros y nacionales.

Juan Manuel Duarte Díaz (54 años), capitán del ferri Ometepe I, cuenta que con la pandemia del coronavirus el tiempo parece haber retrocedido unos 20 años. Lo dice mientras zarpaba a las 7:45 de la mañana del puerto de San Jorge, hacia Moyogalpa, con tan solo 22 pasajeros y tres vehículos de carga.

“En los 23 años que tengo de andar en estos barcos, nunca antes había visto esta panorámica desalentadora. Desde que uno llega al puerto de San Jorge se percata que nada es igual, que la demanda de pasajeros es mínima y que por esa razón las embarcaciones zarpan cada tres horas y no cada 30 minutos como antes y que los grupos de extranjeros que llegaban a dinamizar el turismo a la isla de Ometepe, han desaparecido y muchos isleños han tenido que regresar a la agricultura y la pesca”, cuenta el timonel del ferri.

Mientras se aproximaba al puerto de Moyogalpa, que es la principal puerta de entrada a la isla, Duarte recordaba que, momentos críticos como lo que actualmente viven los isleños, solamente se comparan con la situación que se vivió por algunos días durante el huracán Mitch que pasó  por Nicaragua en noviembre del 1998.

“En esos días la isla de Ometepe lucía paralizada como ahora, pero fue algo pasajero, pero en esta ocasión vivimos con la incertidumbre de desconocer con certeza cuando regresaremos a la normalidad, porque es una pandemia mundial que acá tiene congelado el turismo  y ha generado desempleo”, relató.

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Al llegar a Moyogalpa, el administrador del ferry Byli Arcia, confirmó que la caída de pasajeros ha descendido en un 80% , y afirma que antes se movilizaban entre 80 y 150 pasajeros en cada uno de los viajes que realizaban, pero ahora los usuarios que generalmente están haciendo uso de las embarcaciones son los mismos habitantes de la isla, funcionarios públicos y ocasionalmente extranjeros que residen en este oasis de paz.

Al bajar del barco y  adentrarse a la isla de Ometepe, por el municipio de Moyogalpa, la versión del capitán del barco, comienza a reflejarse en las calles.

En el muelle de este municipio han desaparecido los emprendedores que se dedicaban al creciente  negocio del transporte turístico al igual que  trabajadores de hoteles  que llegaban a esperar turistas  con carteles que  anunciaban la oferta de los establecimientos.

El hotel Ometepetl, que tiene el privilegio de ser el primero con el que se encuentran los turistas, permanece cerrado desde el 15 de marzo.

Amanda Luna, gerente de ese hotel, reveló  que tenía planificado hacer la reapertura en junio, pero aseguró que no era viable debido a la ausencia de turistas.

“Abrir significa incurrir en gastos de operación, y con la situación actual no es viable, porque la actividad turística es nula. Ometepe durante las noches es un pueblo fantasma  y a medida que se adentra a la isla de Ometepe la situación es peor”, explicó.

AGRICULTURA Y PESCA OXIGENA

Pero mientras el turismo  luce paralizado,  en medio de la  pandemia del  Covid-19, el rubro de la agricultura, y la pesca artesanal, se han convertido en un  tanque de oxígeno, para la economía de los isleños.

A tan solo dos kilómetros del muelle, Maynor Antonio Gómez Angulo de 48 años, trabaja arduamente  en el cultivo de ajonjolí, tras dejar el negocio de la panadería.

“Yo tenía mi negocio de panadería, pero al estancarse el turismo las ventas se cayeron y paralelamente mi esposa y mi hijo de 23 años que trabajaban en el hotel Charco Verde, quedaron en el desempleo tras el cierre del negocio y los tres tuvimos que dedicarnos a otras cosas para subsistir”, comentó.

Cuenta que durante la noche su hijo se dedica a la pesca y que durante el día, se dedica a ver sus cultivos de ajonjolí y frijoles. Mientras tanto, su esposa trabaja en la venta de sandalias y zapatos.

 “Yo por mi parte tengo un cultivo de 2.5 manzanas de ajonjolí y para dedicarme  a  este cultivo tuve que vender tres cerdos, ya que los isleños también estamos resintiendo la falta de financiamiento  y muchos tenemos que alquilar tierras”, comentó.

 Gómez asegura que pese a las dificultades que atraviesan, no los queda  otra alternativa más que regresar a sus labores de la agricultura y la pesca.  Refirió que la piña de pescado la ofrecen entre los pobladores a 40 córdobas   y que el quintal de ajonjolí lo venden entre 1, 300 y 1, 500 córdobas.

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 En la comunidad La Paloma, donde 17 familias se daban el  lujo de alojar hasta 5,000 extranjeros al año, ahora  hasta las mujeres han tenido que  migrar a  la agricultura, dice el lugareño Walter  Ponce.

 Él es parte  de la  “Asociación Puesta del Sol”,  que surgió en el 2005 para promover el turismo comunitario y entre las iniciativas de este grupo conformado en su gran mayoría por mujeres,  destaca la elaboración de vino de Jamaica.

“La asociación esta conformada por 17 familias, que ofrecen servicios y actividades turísticas, pero desde hace tres meses estamos en cero, incluso este año  ni sembramos jamaica, y el año pasado se perdió la cosecha”, detalló.

Afirma que antes de la pandemia el turismo comunitario tenía buena demanda, pero que  actualmente todo se ha paralizado y que tanto a hombres y mujeres no  les ha quedado otra alternativa que regresar a la agricultura y principalmente al cultivo de ajonjolí.

“Nosotros contamos con guías turísticos, servicios de kayak, alojamiento, restaurante, cultivo  y procesamiento de jamaica, pero todo está en cero, incluso no estamos elaborando  el vino  y té de jamaica,  porque no hay demanda”, aseveró Ponce.

La ausencia de pequeños negocios que proliferaban a orillas de  la carretera adoquinada  que une los municipios de Moyogalpa y  Altagracia, también reflejan el mal momento de la actividad turística.

El empresario turístico Yasser Marín asegura que la mayoría de estos pequeños negocios han decidido cerrar sus puertas al igual que restaurantes, hoteles y hostales. Los que permanecen abiertos y ofrecen servicios delivery, se cuentan con los dedos de la mano, dice.

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Los negocios que están asentados alrededor del volcán Maderas, en el municipio de Altagracia, también lucen inactivos, cuenta por su parte Javier Morales, administrador del hotel  hacienda Mérida.

 “Por mantenimiento algunos tienen sus puertas abiertas, pero la afluencia de visitantes es nula y el extranjero que se observa es el residente y los que no lograron salir de la isla de Ometepe, debido  al cierre de fronteras que implementaron muchos países, como medida de prevención contra el Covid-19”, relató.  

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