Miskitos en Costa Rica: Entre la pobreza, la discriminación y el desamparo

La mayoría de los miskitos exiliados en Costa Rica viven en condiciones precarias y bajo discriminación laboral, por la barrera del idioma.

None
En este cerro de Alajuelita habitan más de 500 familias, en condiciones precarias, la mayoría son nicaragüenses. Despacho 505
default.png
Despacho 505
  • San José, Costa Rica
  • abril 22, 2025
  • 01:31 PM

El frío de la noche se mezcla con el fuerte viento propio de San José. Keisha Hodgson toma un pedazo de cartón para quemarlos y espantar las nubes de zancudos que asechan la casita improvisada de plástico negro y láminas de zinc podrido. Ella, junto a un buen número de nicaragüenses, se asentaron en un cerro en el cantón de Alajuelita, al sur de la capital de Costa Rica.

En abril de 2019, la mujer de 35 años de edad, originaria de la comunidad de Río Coco, en la Costa Caribe Norte, llegó a Costa Rica en busca de protección porque la invasión de los colonos ya había cobrado la vida de uno de sus familiares. El día que Keisha salió a Costa Rica, llevaba a un hijo de 5 meses de nacido y una bolsa plástica con unas cuantas piezas de ropa para su pequeño hijo.

Lea: Francisco, el Papa que alzó la voz por Nicaragua ante el autoritarismo de Ortega y Murillo

Actualmente, trabaja limpiando una casa en los alrededores del cantón. Su hijo estudia primer grado en un colegio público cercano al lugar donde habita. Subir o bajar el cerro le toma unos 30 minutos.

“No he podido encontrar un trabajo estable como los demás nicaragüenses que hablan perfectamente el español. Tengo mi permiso laboral y a pesar de ello no he podido encontrar un empleo formal en alguna empresa”, cuenta con la dificultad para hablar el español.

Keisha gana al día 10 mil colones (aproximadamente 20 dólares según el cambio oficial), una cantidad insignificante para un país con una alta inflación, donde, para sobrevivir en promedio se necesitan 20 mil colones al día.

En un primer momento, la mujer rentaba un cuarto en un barrio de Alajuelita. Cuenta que los dueños del local le cobraban 90 mil colones al mes (aproximadamente 180 dólares), justo lo que lograba ganar en una quincena de trabajo, pero la necesidad de economizar dinero y poder garantizar los tres tiempos de comida, la llevó a habitar en la parte alta del cerro ubicado en el barrio Montealto, en el Distrito de Concepción Abajo, en el cantón de Alajuelita.

“Una amiga me dijo que en el cerro que está al lado de Concepción Abajo la gente estaba poblándolo, decidí aventurarme y a la fecha no nos han sacado, pero estamos seguro que eso ocurrirá porque es inhabitable la zona y nos economizamos ese dinero que lo podemos invertir en alimentos, ropas y medicinas”, relata.

Cuando se enferma, se automedica, porque por la falta de un seguro médico, no puede ser atendida en el sistema público de salud, porque para acceder a atención médica, los mismos ciudadanos costarricenses deben contar con un seguro médico al día para que sean atendidos.

“No tenemos atención médica”

En igual condición se encuentra Jordy Bucardo, otro indígena que desde 2018 emigró a Costa Rica en busca de una mejor calidad de vida. Bucardo escapó del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo porque para 2018, se manifestó exigiendo un cambio de gobierno. Habita en San José, pero no ha podido encontrar un mejor empleo y desde que llegó, ha trabajado en construcción.

“Un muchacho que habitaba en uno de los cuartos donde vivía al inicio, me ayudó en encontrar un trabajo como ayudante de electricidad. Gracias a Dios aprendí mucho y en el trabajo me pagaban quincenal, me pagaban seguro, pero reconozco que el dinero se me va en el alquiler del cuarto y los pasajes. La comida es bien cara y como nicaragüense, sobrevivimos con el arrocito y los frijoles”, comparte.

Jordy tiene 25 años de edad y desde julio de 2018 habita en San José. Espera que las autoridades migratorias de Costa Rica le brinden la resolución sobre su solicitud de refugio y poder cambiar su estatus a refugiado y así poder aplicar a un mejor trabajo.

“He trabajado recolectando café, en construcción y en limpieza. He querido entrar a trabajar en instituciones públicas, pero no me aceptan porque aún soy solicitante de refugio, estoy seguro con el estatus de refugiado, la paga será un poco mejor y podré tener una mejor calidad de vida”, señala.

El joven originario de Waspam, en la Costa Caribe Norte, afirma que algunas veces ha quedado desempleado y se ha enfermado, y a pesar que ha buscado atención médica, no es atendido por no contar con su seguro médico vigente.

“No hay atención médica si no tenes ese seguro médico al día y en algunos casos te atienden cuando es una gravedad, pero aún así, te mandan la factura a la casa para que pagues en abonos, de lo contrario te morís. En este país la situación es muy difícil para el migrante”, comenta.

Por su jornada laboral de 10 horas al día, Jordy gana 18 mil colones (unos 36 dólares en promedio), pero de ese dinero, le deducen el seguro. “En este país los miskitos estamos sobreviviendo y las organizaciones que defienden los derechos humanos poco hacen por las comunidades afrodescendientes”, dice.

Sin cifras oficiales de miskitos en Costa Rica

Se desconoce cuantos miskitos habitan en Costa Rica porque las autoridades de Migración y Extranjería han mantenido el dato bajo estricto sigilo. En el precario asentamiento, habitan un poco más de 500 familias a lo largo y ancho del cerro, todos en condiciones insalubres y de alta peligrosidad.

Lea más: La OEA analizará el desacato del régimen Ortega-Murillo a la Corte Interamericana

En 2024, Costa Rica recibió un total de 28.306 solicitudes de refugio o asilo, de las cuales 23.444 fueron presentadas por ciudadanos nicaragüenses que huyen de la crisis económica y sociopolítica generada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Ayúdanos a romper la censura, necesitamos tu apoyo para seguir informando

Donar