Caponeras invaden Managua: opción económica entre el caos vial, la informalidad y la discriminación
En Managua, las caponeras se han multiplicado en los últimos años, convirtiéndose en una alternativa económica para miles de usuarios, pero también en una fuente de conflictos viales, irregularidades legales y tensiones con otros gremios del transporte.


- Managua, Nicaragua
- abril 21, 2025
- 10:02 AM
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Desde hace tres años, Maycol recorre las calles del barrio 19 de Julio en Managua a bordo de una mototaxi. Este pequeño vehículo, también conocido como caponera, se ha convertido en una solución de transporte para cientos de personas que entran y salen del mercado Oriental, el más grande de Centroamérica. Sin embargo, su trabajo no es fácil: enfrenta discriminación, riesgos viales y precariedad laboral.
“Nos tratan como si fuéramos nada. Los buseros nos dicen que estorbamos y algunos hasta nos quieren echar el bus encima, y eso es diario”, denunció Maycol en entrevista con DESPACHO 505.
Pese a las dificultades, él y otros conductores continúan ofreciendo el servicio. La mayoría trabaja jornadas de más de ocho horas, sin acceso a seguridad social y dependiendo únicamente del ingreso diario. El alquiler de una mototaxi ronda los 500 córdobas diarios a través de cooperativas, y las ganancias suelen oscilar entre 300 y 500 córdobas, lo que muchas veces apenas alcanza para cubrir el pago del vehículo.
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En Managua existen varias cooperativas de mototaxis, que agrupan a conductores de diferentes barrios y zonas populares. Estas cooperativas les permiten operar bajo ciertas reglas internas, alquilar las unidades e incluso acceder a beneficios como mantenimiento colectivo o espacios de estacionamiento. No obstante, siguen funcionando dentro de un contexto de informalidad y falta de regulación clara.
Sin licencia y sin control
Un problema visible que incrementa la tensión y los riesgos en las calles es que muchos conductores de mototaxis no tienen licencia de conducir. Esta falta de preparación y formalidad ha derivado en accidentes y conflictos con otros sectores del transporte.
“Hay mucha gente que no anda licencia, y muchos de ellos se han visto involucrados en accidentes y después no saben qué hacer en esa situación. Y por ellos es que nosotros, los que andamos todo en regla, terminamos pagando los platos rotos”, reclamó Maycol.
Una opción más accesible
Para quienes usan este medio de transporte, las caponeras representan una alternativa frente al alto costo de los taxis tradicionales.
“Yo voy diario al mercado a hacer compras para mi comidería y me sale mejor abordar una moto. Me cobran 50 córdobas, mientras que el taxi no baja de 100. Incluso ya tengo el contacto de uno de los caponeros y se me facilita”, relató una usuaria.
Aunque reconoce que el servicio suele ser accesible, también señaló que algunos conductores intentan cobrar como si fueran taxis formales. “Una vez me quisieron cobrar como si fuera taxi, y eso no es justo. Tienen que ser más sensatos con los usuarios”, reclamó.
Circulación fuera de ruta y accidentes
A pesar de los beneficios que el régimen ha otorgado a este sector —como facilidades para organizarse en cooperativas o acceso a combustible subsidiado—, la circulación de caponeras fuera de las rutas autorizadas continúa siendo un problema.
La ley establece que este tipo de transporte debe circular únicamente por caminos comarcales, vecinales o calles municipales. Sin embargo, es común verlos en vías principales, rotondas, carreteras y pasos a desnivel, lo que ha generado roces con otros sectores del transporte y contribuye a la congestión vial y a los accidentes de tránsito.
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La Dirección de Tránsito Nacional contabiliza actualmente más de 21 mil caponeras en circulación en todo el país. En Managua, el aumento ha sido especialmente notable desde 2022, impulsado por la crisis económica y el desempleo, que ha obligado a muchos a buscar alternativas de subsistencia en este tipo de transporte.
Entre la necesidad y la informalidad
Los caponeros siguen operando en una delgada línea entre la necesidad económica, la falta de regulación efectiva y el rechazo de otros gremios. “Seguimos porque no hay de otra. Nos movemos, ayudamos a cargar a la gente, llevamos chavalos a la escuela. Buscamos cómo ganarnos el pan de cada día”, afirmó Maycol.
Mientras tanto, Managua sigue adaptándose al crecimiento de este sector informal, que plantea nuevos retos en materia de movilidad urbana, seguridad vial y regulación laboral.