Anexa Alfred: “La justicia internacional es el camino que nos toca seguir para Nicaragua”

La abogada nicaragüense recientemente fue nombrada como experta de las Naciones Unidas para el Mecanismo de Expertos sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de ese organismo internacional.

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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • abril 09, 2025
  • 04:35 AM

En medio de la persistente crisis sociopolítica y de derechos humanos en Nicaragua, Anexa Alfred Cunningham, lideresa indígena originaria de la Costa Caribe e integrante del Grupo de Expertos en Derechos Humanos sobre Nicaragua de las Naciones Unidas (ONU), ha emergido como una figura clave en la visibilización y denuncia de las sistemáticas violaciones que afectan a los pueblos indígenas y afrodescendientes del país.

“La comunidad internacional no puede apartar los ojos de Nicaragua. Lo que vivimos es una dictadura que ha secuestrado al país y a su gente”, afirma Cunningham.

Desde su rol en las Naciones Unidas, la nicaragüense ha contribuido con la elaboración de informes claves que documentan crímenes de lesa humanidad, persecución sistemática y el colapso del Estado de derecho bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

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La abogada nicaragüense sumó un nuevo logro profesional en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ya que fue nombrada experta para el Mecanismo sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de ese organismo internacional.

Desterrada de facto

Su compromiso ha tenido un alto costo personal. El 28 de junio de 2022 viajó a Ginebra, Suiza, para participar en sesiones del Consejo de Derechos Humanos. Al concluir su labor, intentó regresar a Nicaragua tomando una ruta que incluía Ámsterdam y Ciudad de México.

“Había tomado el primer vuelo de Ginebra a Ámsterdam, con conexión a México y luego Managua. Fue ahí, en Ámsterdam, donde una encargada de la aerolínea me dijo que no podía abordar. El gobierno me había prohibido la entrada a mi propio país”, relata.

Desde entonces, Alfred Cunningham vive en el exilio forzado, sin poder regresar a su tierra ni a su comunidad. Esta situación refleja el patrón de represión y destierro impuesto por el régimen contra quienes defienden los derechos humanos y denuncian la violencia estatal.

A pesar de ello, su voz no se ha silenciado. Desde la Plataforma de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes, continúa visibilizando las graves violaciones que sufren las comunidades indígenas, especialmente en la región de la Costa Caribe.

“Desde 2014 venimos documentando masacres, desplazamientos forzados y desapariciones en territorios indígenas, sobre todo en zonas como el río Coco y la Reserva de la Biósfera de Bosawás”, denuncia. Señala que esta violencia sistemática, ejercida con participación u omisión del Estado, constituye un etnocidio vinculado a un ecocidio, ante la invasión de colonos y empresas extractivas.

Sus comienzos

Su camino como defensora comenzó en las aulas de la Universidad Centroamericana (UCA), cuando era estudiante de Derecho Constitucional notó la ausencia de discusión sobre los derechos de los pueblos indígenas. Ese vacío la motivó a investigar, conocer la historia de la resistencia indígena y comprometerse con la creación de mecanismos para garantizar los derechos territoriales. “El derecho a la tierra es la base para el ejercicio de todos los demás derechos”, afirma.

Alfred Cunningham participó en el impulso de la Ley 445 y posteriormente trabajó en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como abogada especialista en pueblos indígenas. Desde ahí, contribuyó al desarrollo de estándares internacionales que luego llevó de vuelta a Nicaragua, con el objetivo de fortalecer los procesos de demarcación y titulación de territorios.

Desde el derecho internacional

Hoy, desde el exilio, insiste en que el derecho internacional de los derechos humanos es el camino a seguir. “Sabemos que en Nicaragua no hay división de poderes ni mecanismos internos efectivos. Por eso tenemos que apostar por la justicia internacional, por la Corte Penal Internacional, por la jurisdicción universal”, subraya.

Para Alfred Cunningham, la salida del régimen de Ortega y Murillo de organismos como el Consejo de Derechos Humanos, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Internacional para la Migración (OIM) no ha generado el aislamiento que buscaban.

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“Ha sido un error. Lo que ha logrado es que aumente la atención internacional sobre Nicaragua. La reciente resolución que eleva el caso al ítem 4 del Consejo de Derechos Humanos lo confirma”, explica. Este cambio significa que la situación de Nicaragua será vista no solo en Ginebra, sino también ante la Asamblea General de la OEA.

“Tenemos esperanza en la comunidad internacional”, concluye. “Pero también sabemos que la lucha es del pueblo nicaragüense. Una lucha por recuperar nuestra tierra, nuestros derechos y nuestra dignidad, sin violencia, pero con firmeza.”

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