Ejército de Nicaragua "refuerza" al Quinto Comando Militar Regional y al Destacamento Militar Sur con equipamiento y recursos militares

La entrega de medios al Quinto Comando Militar Regional y al Destacamento Militar Sur expone la instrumentalización de las fuerzas armadas en la narrativa de control y propaganda oficialista.

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Foto tomada de medios oficialistas
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Despacho 505
  • Managua, Nicaragua
  • enero 24, 2025
  • 10:51 AM

En un acto celebrado en Juigalpa, Chontales, el jefe del Ejército de Nicaragua, Julio César Avilés Castillo, oficializó la entrega de fuerzas y medios al Quinto Comando Militar Regional y al Destacamento Militar Sur. La ceremonia, marcada por una retórica patriótica y la exaltación de la "soberanía nacional", revela una vez más el papel central que las fuerzas armadas han asumido en el mantenimiento del control político del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Según Avilés, el reforzamiento de estas unidades militares busca fortalecer la seguridad en 24 municipios de Boaco, Chontales y parte de la Región Autónoma del Caribe Sur.

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Además, se mencionó la entrega de sistemas de armas, municiones y la coordinación con cuerpos especializados como el Batallón de Acción Rápida y el Comando de Operaciones Especiales, todo bajo el pretexto de salvaguardar la seguridad nacional y combatir amenazas como el narcotráfico, el crimen organizado y la migración ilegal.

Sin embargo, estas acciones del Ejército no pueden analizarse de forma aislada. En el contexto actual, el régimen de Ortega-Murillo ha utilizado a las fuerzas armadas como un brazo ejecutor de su estrategia de control social y político, disfrazando su autoritarismo bajo una fachada de orden y progreso.

La narrativa presentada durante el evento en Chontales enfatiza una supuesta cercanía con sectores productivos como ganaderos, agricultores y mineros, quienes agradecieron la "protección" del Ejército en el campo. No obstante, este respaldo público parece cuidadosamente orquestado para legitimar el poder militarizado del régimen.

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El discurso de Avilés, cargado de referencias a la soberanía nacional y a la herencia del General Sandino, intenta vincular las acciones del Ejército con un supuesto mandato popular. Frases como "el pueblo mismo uniformado trabajando en su propio beneficio" no hacen más que reforzar una construcción simbólica que desvía la atención de los graves problemas de derechos humanos que enfrenta el país.

El fortalecimiento del Ejército no solo representa un despliegue de poder, sino también una advertencia para cualquier sector que se atreva a cuestionar al régimen. Las fuerzas armadas, que deberían actuar como un ente neutral y al servicio de la ciudadanía, se han convertido en un instrumento político bajo el mando directo de la dictadura Ortega-Murillo.

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