Etnocidio en el Caribe: los crímenes de los Ortega Murillo contra los miskitos y los mayangnas

Raza e Igualdad y otros organismos internacionales defensores de los derechos de los pueblos indígenas, denunciaron que la violencia contra los indígenas en el Caribe se ha intensificado desde 2018, promovida por Daniel Ortega y Rosario Murillo

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A la izquierda se observa el territorio mayangna Tuahka en 2007, dividido en áreas de conservación, agricultura, caza, pesca y sagrado. A la derecha, actualmente, invadido por colonos que crían ganado y la parte lila es la concesión minera a Hemco.
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  • septiembre 24, 2024
  • 04:20 AM

Hasta 2014, en las comunidades indígenas del Caribe nicaragüense no se vendían tortillas con cuajadas, como en el Pacífico. En las ventas lo que había, por ejemplo, eran tortillas horneadas con harina de coco y wabul, una bebida de plátano verde y de maíz, alimentos propios de los indígenas miskitos y mayangnas.

Ahora, se ve más la comida del Pacífico, debido a que los territorios indígenas están invadidos de colonos, a como se les llama a los campesinos del Pacífico que llegan a la zona, armados, y se apropian de las tierras indígenas, desplazando a estos últimos.

De esa forma, ya hay muchas comunidades indígenas que han desaparecido y otras están a punto de también ser exterminadas, explican líderes indígenas a DESPACHO 505, como la comunidad miskita Polo Paiwas, en territorio Li Aubra, donde los colonos quemaron todas las casas y los indígenas tuvieron que huir de sus hogares.

Algo parecido ocurre con el territorio mayangna Awas Tingni, con una extensión de 734 kilómetros cuadrados, de los cuales el 90 por ciento está en poder de los colonos.

Las invasiones de los colonos ocurren principalmente en el Caribe Norte del país, región considerada como "un bastión de la cultura indígena", porque ahí se han preservado el idioma, las creencias religiosas y las instituciones políticas de los indígenas, haciendo posible que estos pueblos mantengan el derecho a su identidad y a su relación histórica con la tierra, explican sus líderes.

Raza e Igualdad, así como otros organismos internacionales defensores de los derechos de los pueblos indígenas, denunciaron que la violencia contra los indígenas en el Caribe nicaragüense se ha intensificado desde 2018, promovida por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, "debido a un proceso de colonización que ha llevado a las comunidades al borde de un etnocidio".

“El régimen nicaragüense ha facilitado esta situación mediante la venta ilegal de tierras y concesiones mineras en territorios indígenas, donde los colonos han incrementado sus ataques contra las comunidades, dejando víctimas, entre ellas niñas y mujeres, y causando desplazamiento forzado”, señala la denuncia de los organismos realizada en una audiencia celebrada el día 10 de julio, en el 190 período de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

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"Nos están desapareciendo"

Las invasiones de colonos en tierras indígenas no solo está cambiando el alimento que se come en esa zona, sino toda la vida de los indígenas, explican sus líderes, y ha visto afectada hasta la práctica de la espiritualidad.

Debido a que los colonos llegan armados, y a los indígenas la dictadura los ha despojado de las escopetas que tenían para cazar, a pesar de que estaban debidamente legalizadas, los indígenas han tenido que huir de sus hogares porque son asesinados si intentan desalojar de sus tierras a los colonos.

Desde 2013, más de 78 indígenas han sido asesinados por los colonos, afirman líderes indígenas. Solo entre 2020 y 2023, se contabilizan 42 indígenas asesinados y se han registrado al menos tres masacres.

La primera ocurrió en enero de 2020, en la comunidad Alal, en el territorio Mayangna Sauni As, en el Caribe Norte, donde los colonos abrieron fuego contra los comunitarios, matando a cuatro de ellos, e incendiaron 16 casas, por lo que los indígenas tuvieron que huir.

En agosto de 2021, el ataque de los colonos fue también en el territorio mayangna Sauni As, donde mataron a 13 de 37 indígenas miskitos y mayangnas que realizaban labores de minería artesanal en la mina de Kiwakumbaih, en el cerro Pukna.

La más reciente de las masacres ocurrió en marzo de 2023, igualmente en el territorio mayangna Sauni As, esta vez en la comunidad Wilu, donde fueron asesinados seis indígenas a mano de los colonos.

La situación ha provocado que los indígenas abandonen sus tierras y se han quedado lugar donde cazar, cultivar y pescar. "La gente se ha desplazado por miedo. Los que se han quedado (en las comunidades) están pasando hambre y están enfermos, porque nosotros sacamos la medicina también del bosque. Nos están desapareciendo", se queja un líder indígena.

Otro líder comenta que se está hablando de que en el Caribe ocurre un "etnocidio" porque las invasiones de colonos provocan una "limpieza étnica" y el Estado no hace algo por evitarlo.

Por el contrario, los indígenas de Honduras sí están recibiendo el respaldo de las autoridades, las cuales han emitido decretos para frenar la deforestación y han instalado mesas de diálogos. "Ahí se ve que hay voluntad política, pero, en Nicaragua, si un líder denuncia, ellos lo llevan preso. Eso te dice que el Estado protege a los colonos", dice el líder, haciendo alusión a que recientemente la dictactura encarceló a su asesor presidencial para asuntos indígenas, Steadman Fagor, por denunciar los crímenes de los colonos.

Las invasiones de los colonos está haciendo que exista un cambio cultural en las tierras indígenas, porque ahora hay más colonos que indígenas, se quejan sus líderes, afirmando que se considera que en los territorios indígenas hay actualmente 15,000 familias de colonos, mientras que de indígenas solo han quedado mil.

"Los niños (indígenas) van crecer con otra mentalidad, van a decir que su comida es tortilla con queso", lamenta uno de los líderes indígenas consultados por DESPACHO 505.

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El inicio de las invasiones

Los líderes indígenas consideran que toda la pesadilla que viven los indígenas actualmente empezó en diciembre de 2002, cuando la Asamblea Nacional aprobó aprobó la ley 445, Régimen de propiedad comunal para pueblos indígenas y comunidades étnicas en la Costa Atlántica y los ríos Bocay, Coco y Maíz.

La ley fue aprobada luego de que, en 2001, la comunidad de Awas Tingni le ganó al Estado de Nicaragua un caso en la CIDH, exigiendo el reconocimiento de sus derechos colectivos sobre la tierra.

En 2003, inició el proceso de titulación de las tierras indígenas y llegaron a "mapear" funcionarios de varias instituciones del Estado, mestizos todos, y se percataron que en las tierras indígenas había mucha riqueza natural.

Seguidamente, avisados por esos funcionarios públicos, llegaron empresas madereras a despalar la zona, llevándose los árboles más grande.

Las empresas madereras salieron, pero los trabajadores que tenían, se quedaron en los territorios indígenas porque vieron que había mucho más recursos que saquear y, además, dieron aviso a los ganaderos de Chontales y otras zonas del Pacífico nicaragüense, donde ya no daban para más las tierras agrícolas y las ganaderas.

Así, fueron llegando miles de colonos y se instalaron en las tierras indígenas hasta con iglesias evangélicas.

Al principio, explican los líderes, los indígenas no notaron el problema porque los colonos estaban a unos cuatro kilómetros de las comunidades indígenas, pero, alrededor de 2013, el problema se agudizó porque ya los colonos estaban a medio kilómetro, donde los indígenas tenían sus cultivos.

Así, llegaron los conflictos, porque los indígenas reclamaron sus tierras, pero los colonos llegaron armados, porque sus patrones, los ganaderos de Chontales y Rivas, les daban armas. "Tienen hasta armas israelíes, como las Uzi", denuncia un líder.

Los líderes indígenas señalan que por eso hay muchas haciendas en el Pacífico en las que ya no se ve ganado, porque sus dueños se han trasladado a las tierras indígenas.

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