Preocupación, tristeza y ansiedad: la desnacionalización rompe a los presos políticos desterrados
Los desterrados por Ortega expresan temor por el futuro de sus familiares que ocupan los bienes confiscados. "Es una noticia muy dura", dicen.
- septiembre 10, 2024
- 12:50 PM
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Los excarcelados políticos que fueron desterrados por la dictadura de Daniel Orega y Rosario Murillo a Guatemala están “tristes” y “muy preocupados”, luego que se conociera que han sido despojados de su nacionalidad y de sus bienes en Nicaragua.
José Enrique Sánchez es uno de los 135 nicaragüenses que fueron desterrados el jueves 5 de septiembre, y ahora desnacionalizados por parte de la dictadura. En entrevista con DESPACHO 505 dijo sentirse “un poco triste”, pero que era algo que ya esperaba por los antecedentes con los primeros 222 presos políticos que fueron expulsados a Estados Unidos.
“Tengo un gran temor de que mi familia reciba repercusiones por todo esto que me ha pasado”, agregó Sanchez, aunque mencionó que no tenía bienes.
Quien sí tenía casa, carro y un negocio es Pedro Gutiérrez que antes de ser encarcelado se dedicaba a la compra y venta de vehículos. Ahora sus bienes van a pasar a manos del Estado.
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“La noticia obviamente fue algo que me traspasó el alma corazón, a ver lo que está pasando con todos los nicaragüenses que se opongan a la dictadura porque simplemente en su corazón hay un deseo de ver a una Nicaragua libre y entonces estamos condenados a sufrir a pasar todos estos embates de la dictadura y sinceramente me llena de mucha impotencia no poder hacer algo al respecto”, expresó Gutiérrez.
El excarcelado, que atendió nuestra llamada mientras salía de un hospital de Guatemala donde se estaba atendiendo problemas de salud desencadenados por los 18 meses de encarcelamiento, agregó que la noticia ya la esperaba, pero no tan rápido.
“Nosotros aún estamos aquí en un proceso un proceso con Estados Unidos y Guatemala y pues no nos esperábamos tan rápida la noticia”, resaltó Gutiérrez.
Un “duro” golpe
Otro encarcelado que nos pidió omitir su nombre, indicó que todos están “muy preocupados” porque además de la confiscación de sus bienes “es duro saber que ya no eres en papel nicaragüense”, y que la noticia los tiene “muy mal, es algo traumante”.
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“Está bastante tenso el ambiente, todos los compañeros y compañeras al recibir la noticia de que estamos perdiendo nuestra nacionalidad, obviamente no nos sentimos del todo bien porque es algo duro”, afirmó.
Salvador Paguaga, también desnacionalizado, recibió la noticia “como un balde de agua fría”, aunque al igual que los demás ya se esperaba que le despojarían de su nacionalidad, no pensó lo de la confiscación de nuestros bienes.
“Ahora a seguir adelante una nueva vida, una nueva lucha, Estados Unidos preferiblemente, mi familia reside allá”, apuntó Paguaga.
El excarcelado que nos pidió anonimato expresó que todos están muy preocupados por las familias en Nicaragua que podrían ser expulsadas de las viviendas u otras propiedades que estaban a sus nombres.
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“No están seguros nuestros familiares en nuestro hogar, ya que si estaba a nombre de nosotros ya ellos no van a poder seguir viviendo en ese lugar. Entonces la verdad que hay bastante llanto, tristeza, dolor, ansiedad, la verdad que es algo bastante difícil, ya que la alegría quizás que tuvimos al inicio al saber de que habíamos sido liberados un poco momento se nos vino abajo”, detalló.
“Venganza y castigo”
El abogado Danny Ramírez-Ayerdiz del Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh) alega que la desnacionalización y confiscación es una “forma extrema de venganza y castigo” adoptado por el régimen contra quienes se atreven a criticar sus desmanes.
“Ya sabemos que no tienen ninguna legalidad. Si empezamos por la Declaración Universal de Derechos Humanos, es claro que a nadie puede arrebatársele la nacionalidad. La Corte Suprema de Justicia está juzgando a personas en ausencia, les quita la nacionalidad… nadie puede ser juzgado en ausencia, y otros derechos que también se violan masivamente en esta decisión. El régimen sigue quedando en evidencia de que comete crímenes de lesa humanidad de manera brutal de manera simultánea”, sostiene Ramírez-Ayerdiz.
En medio de tristezas por la apatridia y de los temores por lo que pasará con los bienes que son ocupados por sus familias en Nicaragua, los desterrados no pierden su fe en Dios y están a la expectativa de si algún país les ofrece la nacionalidad. Asimismo, la mayoría de ellos espera poder dirigirse a Estados Unidos a través de los programas de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).