El régimen intenta asfixiar económicamente a la Iglesia
Con los nuevos cambios sobre el funcionamiento de las organizaciones, las iglesias deberán pagar el IR. Se prevé una reducción de los servicios religiosos en todo el país.
- Managua, Nicaragua
- agosto 21, 2024
- 01:19 PM
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La dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo está intentando exterminar a la Iglesia católica en Nicaragua. Después de congelarle las cuentas bancarias y aniquilar a Cáritas, ahora tendrá que pagar impuestos tras derogar la exoneración contemplada en la Ley de Concertación Tributaria sobre el pago del Impuesto sobre la Renta (IR).
Desde que las cuentas bancarias fueron congeladas en mayo de 2023, las diócesis han sobrevivido con el dinero de las ofrendas que los fieles depositan en las misas ordinarias. El dinero recolectado es destinado para los pagos de servicios básicos de las parroquias.
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“La Iglesia católica se está manteniendo con el apoyo de los feligreses a través de las limosnas que se recogen durante las eucaristías. Evidentemente, los aportes de los fieles son insuficientes para el sostenimiento a largo plazo de las parroquias y las obras sociales católicas. Con estas medidas coercitivas, unilaterales e ilegales, el orteguismo busca entorpecer al máximo la evangelización que realiza la Iglesia, atentando contra el derecho que tienen los nicaragüenses de profesar de manera libre el catolicismo”, dice el periodista sociorreligioso Israel González.
Debido a la falta de dinero para que los templos puedan continuar su misión evangelizadora, muchas parroquias podrían verse obligadas a reducir los servicios religiosos.
“Buscan llevar a la Iglesia a la mínima expresión y que su margen de acción no pueda salir más allá de los templos. Algo similar pasaba con los regímenes comunistas de Europa del Este. Existían iglesias ortodoxas abiertas, pero eran mínimas en comparación con la población que debía ser atendida. Además, cualquier acción de evangelización o presencia pública del cristianismo estaba ilegalizada”, recuerda el periodista.
Antes de las reformas aprobadas por la dictadura, en algunos templos católicos se presentaban policías acompañados de funcionarios del Ministerio del Interior a pedir información sobre las ofrendas y donaciones que recibían los templos, dice a DESPACHO 505 un sacerdote dentro de Nicaragua.
“Desde que congelaron las cuentas bancarias, en algunos templos llegaban policías y funcionarios del Ministerio del Interior a pedir los libros de contabilidad y los recibos de los servicios que uno prestaba en el mes, para insinuar que habría que pagar cierta cantidad de impuestos, pero ahora ya lo oficializaron descaradamente”, contó el sacerdote consultado para este reporte.
Régimen teme a la Iglesia
González Espinoza considera que la saña de la dictadura en contra de la Iglesia se debe a que la pareja dictatorial teme a la voz profética, por lo que intentan silenciarla desterrando a sacerdotes y obispos.
“La Iglesia goza de una amplia aprobación y es escuchada por todos los actores de la sociedad. Allí radica el miedo del régimen. Los obispos, curas y religiosas son escuchados, y como éstos no están dispuestos a someterse al proyecto totalitario que representan Ortega y Murillo, por eso son perseguidos con tanta inquina y visceralidad”, observó.
La persecución religiosa, también se ha extendido contra los laicos de la Diócesis de Matagalpa, cuyo obispo, monseñor Rolando Álvarez Lagos, fue detenido en agosto de 2022 y desterrado a Roma en enero de este año, junto a al obispo de Siuna y otros 15 sacerdotes.
La Diócesis de Matagalpa ha sido una de las más golpeadas por la represión del régimen. Ahí más del 70% del clero se encuentra exiliado, según el informe “Nicaragua: ¿Una Iglesia Perseguida?”, de la abogada Martha Patricia Molina.
Los pocos sacerdotes que han quedado en esa diócesis del norte del país no puedan poder cubrir las necesidades espirituales de los feligreses, quienes recurren al sacramento de confesiones, comunión y bautismos. Se estima que un poco más de 12 sacerdotes son los que han quedado prestando servicios en las Iglesias de Matagalpa.
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“Son pocos los sacerdotes que quedan para una extensión verdaderamente grande de territorio y con una aplastante mayoría de feligreses que son practicantes. Pero en esto se evidencia la resistencia de los católicos al vivir, aunque sea dentro de sus casas y por medio de las redes sociales, las eucaristías y los actos de piedad propios de la Iglesia, y la animación, en medida de lo posible de los delegados de la Palabra”, puntualizó.