El alto costo de la vida asfixia a los nicaragüenses
La esperanza de vida en Nicaragua es menor en comparación con otros países de la región. Los altos costos de los alimentos carcomen los pocos ingresos de las familias y condenan a mayor pobreza a los nicaragüenses.
- julio 02, 2024
- 08:08 AM
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Miguel y Patricia es una pareja que lleva varios años trabajando en una zona franca donde el salario fijado es de 8,746.46 córdobas mensuales. La suma de ambos ingresos es de 17 mil 492 córdobas, pero ni en conjunto logran cubrir los 20 mil 650 córdobas que cuesta la canasta básica. En su casa los gastos se planifican y todo debe ser bien medido para poder sostener a sus dos hijos y a la mamá de Patricia que es quien cuida a los niños mientras ellos trabajan.
La joven pareja con esfuerzo logró construir su casa, pero aún sigue a medias. Han pasado dos años desde que están viviendo en ella y no han podido poner las puertas de madera principales, por ahora está solo enverjada. Tampoco tiene cocina y de momento se acomodan en un espacio en su sala, y les hace falta construir un cuarto más, ahora solo tiene dos.
La casa no fue finalizada producto de las maniobras que han tenido que hacer con sus ingresos, Miguel dedica su tiempo libre del trabajo en labores agrícolas, como la siembra de arroz, frijoles, maíz y plátanos, este último cultivo le ha permitido generar ingresos extra con los que se han apoyado bastante.
“Hay que buscarla por otro lado, con ese salarito no se vive. Cada día las cosas más caras”, cuenta Miguel. Patricia cuenta que a veces se afligen porque no han podido continuar la construcción de su casa. “Nos hacen falta las puertas de madera, están caras, y ahorita no podemos comprarlas. La cocina y el otro cuarto que tenemos planeado siguen en espera todavía, no hemos podido recoger”, expone la joven madre.
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La calidad de vida no solo tiene que ver con el empleo, el salario, la canasta básica y otros aspectos económicos, también son parte del bienestar: la salud, educación y otros derechos y libertades de los que en Nicaragua ya no se pueden gozar, principalmente desde abril de 2018.
Índice de empleo no es lo que parece
El autoproclamado “gobierno de los pobres” afirman constantemente a través de sus instituciones estatales y funcionarios, que el nivel de pobreza se ha reducido, sin embargo, lo que en Nicaragua existe es una gran cantidad de trabajadores informales con pequeños negocios en las aceras de sus casas y hasta en los semáforos, como es el caso de la capital. Para muchos esos ingresos apenas dan para medio comer.
Según la última encuesta de empleo publicada en mayo de este 2024 por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), el 97 por ciento de los nicaragüenses en edad de laborar está ocupado y solo tres de cada 100 nicaragüenses está desempleado. En esos mismos datos resalta que hay un 37.3 por ciento que se encuentra en el subempleo y es ahí donde según el economista Juan Sebastián Chamorro es que hay que prestar atención.
“El problema con esta definición es que es un estándar internacional. El subempleo es una definición de una persona que hace algo, no necesariamente lo que se podría llamar como un empleo, pero puede estar vendiendo alguna cosa, en un comercio de calle, actividades que no generan una remuneración mayor o igual al salario mínimo o que no trabaje el mínimo de horas a la semana”, explica el economista.
Chamorro, agrega que la mayoría de los nicaragüenses se encuentra en el subempleo con muy poca remuneración que no les permite cubrir la canasta básica, por lo que “en Nicaragua la calidad de vida es lamentable”.
¿Cómo está la salud y la educación?
Para medir la calidad de vida también se deben tomar en cuenta aspectos como la salud y la educación, en cuanto a lo primero, en 2023 Nicaragua alcanzó una esperanza de vida al nacer de 74.8 años, pero según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esa cifra es “inferior al promedio de la región de las Américas”.
En cuanto a la calidad de la educación, cada vez se hace más complicado medir y saber si realmente los estudiantes están aprendiendo y desarrollando habilidades.
Desde hace años el país no participa en las evaluaciones que realiza la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) a través del Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), y tampoco la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) tiene datos actualizados al respecto debido al hermetismo de las autoridades gubernamentales nicaragüenses.
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La Unidad Sindical Magisterial ha denunciado que las estrategias gubernamentales implementadas en el sistema educativo “nada tiene que ver con la calidad educativa” que el país necesita y que más bien “es un adoctrinamiento” a los estudiantes, a quienes les imponen una historia sesgada a conveniencia.
Quienes tienen posibilidades económicas pueden darse el lujo de tener a sus hijos en colegios privados en los que todavía pueden recibir una mejor educación, pero la mayoría de los padres nicaragüenses tienen que optar por la educación pública.
El mayor de los hijos de Miguel y Patricia tiene siete años, ellos quisieran darle una mejor educación, pero como toda la clase pobre de Nicaragua, deben acomodarse con las escuelas públicas y complementar con lo que ellos saben y le pueden enseñar a su pequeño. El otro apenas tiene unos días de nacido y desde ya están pensando en su futuro.
“Con otro hijo, que hasta ahí nos quedamos ya (sonríe), es más dura la situación y hay que buscar cómo jugársela, pero vamos a tratar de darles por lo menos el estudio que nosotros no tuvimos y lo de la comida pues uno se la juega. Ojalá no nos corran de la zona franca”, agrega Miguel entre una sonrisa de nicaragüense que aunque esté mal siempre ve las situaciones con humor.
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¿Qué se toma en cuenta para medir la calidad de vida?
Para medir la calidad de vida, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se basa en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que toma en cuenta aspectos como la esperanza de vida, la educación y el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita.
En 2021, Nicaragua se ubicó en el puesto número 126 en el ranking IDH entre 191 países, con un puntaje de 0.667, según el último dato que ha podido registrar el PNUD, y en cuanto al PIB per cápita, según datos del Banco Central de Nicaragua en 2023 “resultó de 2,608.3 dólares”, por debajo de otros países de América Latina.
Nicaragua sigue siendo el segundo país más pobre de América Latina, tan solo por debajo de Haití, la situación lleva décadas sin tener cambios significativos.
Cuando Daniel Ortega llegó por segunda vez al poder prometió reducir la pobreza, pero las condiciones precarias en las que vive la población siguen siendo igual o peores, lo que junto a la represión estatal desencadenada en 2018 contra la población, ha hecho que miles de nicaragüenses salgan del país y a la vez apoyen a sus familiares a través de remesas.
“Las remesas han venido a jugar un papel fundamental en complementar ingresos económicos a las familias que de otra manera no tuvieran. Es decir, las familias tienen que separarse, irse los adultos que tienen capacidad de trabajar a Costa Rica, a Estados Unidos, a España y mandar las plata en forma de remesas”, agrega el economista Juan Sebastián Chamorro.
Miguel y Patricia, a pesar de que algunos de sus hermanos y varios de sus familiares han decidido migrar, ellos han preferido seguir luchando y aferrarse a Nicaragua, aunque la situación sea cada vez más insostenible.