El régimen y la oposición le hacen un guiño a Claudia Sheinbaum, Presidenta electa de México

El domingo 2 de junio, Claudia Sheinbaum se convirtió en la primera mujer en ganar las elecciones presidenciales en México y en pocos meses asumirá el cargo, esto representa una oportunidad para un cambio en la política de “no intervención” que ha tomado el gobierno saliente de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) respecto a los regímenes autoritarios en Latinoamérica, como el de Daniel Ortega en Nicaragua.

La oposición nicaragüense está muy atenta a la postura que adopte Sheinbaum sobre Nicaragua, una vez que tome las riendas del gobierno mexicano el próximo 1 de octubre.

El presidente de Unamos, Luis Blandón, cree que bajo el nuevo gobierno mexicano podrían “existir algunas variaciones”, está a espera del nombramiento de quien será el canciller y ver qué rumbo le dará la política exterior respecto a Nicaragua. 

La activista y opositora nicaragüense Haydée Castillo también está a la expectativa de las acciones o posturas que adopte Claudia Sheinbaum. Cree que esta es una oportunidad para la primera presidenta mexicana para que sea “coherente con el papel histórico que las mujeres conscientes de la importancia de la libertad tiene aparte de ideologías”.

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“Nuestra demanda es que tome distancia de la política exterior que Obrador tuvo particularmente con el régimen. Recordando a la presidenta Sheinbaum que Ortega no es ni gobierno ni mucho menos de izquierda. Y que debe recordar que la soberanía, la independencia y la autodeterminación reside en los pueblos y no en una familia dinástica”, sostiene Castillo.

LAS ESPERANZAS DEL RÉGIMEN 

Pero Sheinbaum, que pertenece también al actual partido gobernante Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y quien es cercana a López Obrador, ha dicho que mantendrá la misma postura de “no intervención”.

“Siempre nos vamos a regir por los principios constitucionales de no intervención, y respeto a la soberanía de los pueblos”, dijo Sheinbaum cuando los periodistas mexicanos le preguntaron sobre la situación de Nicaragua, antes de ejercer su derecho al voto este domingo 2 de junio.

Horas después de estas declaraciones y de que se conociera que Claudia Sheinbaum se había convertido en la presidente electa número 66 de México, el dictador Daniel Ortega le envió “felicitaciones” por su “histórica victoria”, con la esperanza de que se mantenga en la postura de no intervención ni condena adoptada por López Obrador.

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“Con admiración y reconocimiento, le auguramos lo mejor, y por supuesto, reiteramos nuestra disposición de trabajar juntos, en todos los campos, por la dignidad, el respeto, la soberanía y el derecho a la paz, la seguridad, las culturas y la vida en nuestros países”, se lee en la misiva firmada por el dictador y Rosario Murillo.

Para el experto en temas de derechos humanos, Uriel Pineda, estas felicitaciones no son más que un anuncio protocolario y no significa que haya una reciprocidad de parte de la presidenta electa de México.

“Es importante precisar que la política exterior mexicana descrita por el mismo gobierno es de no intervención y se va a mantener al márgen de muchos temas internacionales de interés; sin embargo, en la práctica lo que se ha visto en la política exterior mexicana más bien es una tendencia facciosa, es decir, cercanía con Cuba, Venezuela y Nicaragua naturalmente de alguna forma”, explica Pineda.

POSTURA DE MÉXICO NO CAMBIARÁ

Un análisis similar tiene el analista político mexicano Manuel Ramírez Mercado, quien cree que los grupos de la clase política vinculados con Morena y que tienen una relación histórica con Daniel Ortega desde los años 70, van a influir en las decisiones o posturas que adopte la presidenta electa.

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“Lo que estamos observando es que probablemente Claudia Sheinbaum no vaya a variar la interpretación de la ‘Doctrina Estrada’ (de no intervención) y no vaya a variar las opiniones o los juicios que pueda emitir o no respecto a ciertos países, de manera particular en Centroamérica. En el caso de Nicaragua o El Salvador difícilmente veo que puedan emitir los juicios o romper las relaciones”, explicó el analista.

Por estas razones, Uriel Pineda no espera “ningún cambio” en la política exterior de México hacia Nicaragua y tampoco ve elementos como para que la oposición nicaragüense tenga “una expectativa positiva” en este sentido.

“No vamos a ver a un México condenando las violaciones a derechos humanos que ocurren en Nicaragua, no lo vamos a ver alzando la voz por la regresión democrática o la anulación de la democracia en Nicaragua y posiblemente veamos una continuidad de lo que ha sido hasta ahora la relación entre México y Nicaragua”, afirma Pineda.

No obstante, tanto Haydee Castillo como Luis Blandón aseguran que seguirán insistiendo para que la nueva presidenta de México cambie la política de López Obrador de la “complacencia” que ha tenido con el régimen y que sea “contundente con el tema de violaciones de derechos humanos que se vive en Nicaragua”.