Crónica del secuestro del periodista Víctor Ticay: lo engañaron y se lo llevaron en camisola, short y chinelas
El 6 de abril de hace un año, el periodista Víctor Ticay sabía de la detención de dos católicos que habían participado en la tradicional “Reseña” religiosa de Nandaime a la que él había dado cobertura. No imaginó que irían por él
- Nicaragua
- abril 06, 2024
- 09:02 AM
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Eran las 8:22 minutos del Jueves Santo de la Semana Santa 2023. Víctor Ticay recién se había levantado de la cama. Todavía vestía la camisola y el short con el que le gustaba dormir, cuando llamaron a la puerta. Creyendo que sería algo rápido, ni siquiera buscó sus lentes de vista y fue directo a atender a quienes lo buscaban.
Eran dos hombres de civil. Ni a él ni a ningún vecino del barrio “Juan José Quezada” de Nandaime, les pareció raro que lo buscaran tan temprano. Ticay solía recibir gente a toda hora. La mayoría se le acercaba para que los apoyara en la difusión de algún servicio social en el Canal 10 de televisión, donde él era corresponsal en su ciudad.
“Queremos hablar con vos”, le dijeron. Un vecino contó a DESPACHO 505 que los tipos parecieron amables por el tono de voz de las primeras palabras. Todo cambió cuando estuvieron frente al periodista. “Sin decir nada más, se le abalanzaron y le dijeron que tenía orden de captura”, rememora.
Ticay no tuvo tiempo ni de preguntar el motivo. Cuando apenas sintió las manos regordetas y rasposas de uno de sus captores se percató del frenazo de una patrulla policial que manejaba un uniformado. De ella, se bajaron varios más y uno de ellos, que cargaba un fusil colgado en la espalda, lo conminó con la vista a subirse en ella. Se lo llevaron en un día santo, un día como hoy 6 de abril, hace un año.
LO SOSPECHÓ, PERO “NO LO VIO VENIR”
Quienes conocen a Víctor Ticay Ruiz dicen que como hombre de campo es una persona sencilla. Lo describen como un ser humano incapaz de causar daño a terceros con sus acciones, lo que también lo convierte en una persona que tampoco espera el mal de alguien, aunque a sus 32 años le llegó de dos personajes que nunca trató personalmente y que son señalados de sangrar a todo el país desde hace seis años: Daniel Ortega y Rosario Murillo.
La noche anterior a su captura, el día que le dio cobertura a la tradicional “Reseña” de Nandaime que, según el régimen de Ortega y Murillo constituyó una “traición a la patria”, el periodista recibió algún tipo de advertencia que él muy confiado minimizó, al menos es lo que creen sus conocidos.
El periodista supo, por ejemplo, que los represores del régimen -policías y parapolicías- habían secuestrado a dos tradicionalistas que participaron en “La Reseña” de ese año. Un amigo de la familia le recomendó que borrara los videos que él grabó de la actividad religiosa y que había publicado en su página noticiosa “La Portada” en la red social Facebook.
Es posible que haya considerado que ya era tarde, pues los videos estaban en todos lados o que estaba convencido de que no había cometido delito alguno. “Es que es verdad, él solo hizo su trabajo”, dice un periodista local que pide hacer comentarios bajo anonimato para evitar terminar en la cárcel.
EN NANDAIME NADIE OLVIDA
El comunicador recordó que otros medios locales dieron cobertura a aquella actividad religiosa porque nadie vio amenaza “en algo que cada año hacen” los nandaimeños, como parte de una tradición católica. “Víctor (Ticay) no esperaba que vinieran por él, su conciencia estaba tranquila”, afirma su colega.
En la ciudad que lo vio nacer, crecer y hacerse un nombre en su oficio de periodista no entienden la crueldad de Ortega y Murillo. Ticay Ruiz es parte de una familia muy querida en esa ciudad de 40.424 habitantes, ubicada a 67 kilómetros de Managua, la capital del país. “A los Ticay aquí se les quiere porque son gente honrada”, dice un vecino del periodista.
En el caso del periodista, la casa donde alquilaba junto a su esposa, luce “triste y callada”. Nadie olvida la última vez que estuvo allá, aquella mañana de un abril caluroso de 2023.
“El chavalo es bien querido aquí, educado, siempre amable”, señala una señora de la tercera edad que agregó que Víctor, le recuerda a un nieto querido que dejó Nandaime para irse en busca de las oportunidades que el país le niega. “Pobre, ojalá puedan estos ojos volver a ver al muchacho (Víctor) antes que me muera, diosito me lo cuide”, implora.
EL TIEMPO SE DETUVO PARA LOS TICAY
Víctor Ticay se encuentra en una celda del Sistema Penitenciario Nacional de Tipitapa, la temida cárcel de máxima seguridad “La Modelo”. Allá cumplió sus 32 años en enero de este año y pasa sus días aferrado a la fe de que los ocho años de condena que le imputó un juez del régimen en agosto del año pasado no se cumplan.
Al periodista lo acusaron de supuestamente “propagar noticias falsas” y de conspirar para “cometer menoscabo a la integridad nacional” y “traición a la patria”. Pero basta ver los videos que difundió sobre la tradicional “Reseña” de Nandaime, que todavía están en su sitio web, para darse cuenta de que ninguna imagen se relaciona con el contenido de los delitos que le imputaron.
Para el organismo defensor de derechos humanos Nicaragua Nunca Más la condena de Ticay se suma a decenas de casos de “condenas y detenciones arbitrarias e inconstitucionales” que el régimen de Ortega y Murillo ha recetado a quienes no comparten la idea de que ellos deben estar en el poder hasta el último día de sus vidas.
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La organización gremial Periodistas y Comunicadores Independientes (PCIN) recordó a Ticay este viernes en vísperas del aniversario de su secuestro y exigieron su libertad inmediata: “Es víctima de una detención y judicialización arbitraria e injusta. Exigimos su liberación inmediata”, demandaron.
Media hora después de habérselo llevado aquel día, los policías volvieron a su casa, pidieron los teléfonos del periodista y de su esposa y se los llevaron. De los aparatos, uno de ellos un Samsung A30 que era el del trabajo del comunicador, nunca más se supo paradero. Los policías se quedaron con ellos.
Solo a eso del mediodía, se compadecieron de la familia e informaron que sería trasladado a Managua. Nadie en su casa estaba consciente de lo que vendría después. El periodista entró a un tiempo de desaparición forzosa de casi dos meses, incomunicado y en un limbo jurídico que en un estado de derecho real y frente a un juez imparcial el proceso habría caído por sí solo. Pero no. Fue llevado a juicio y condenado a puertas cerradas y sin defensa.
Aquella Semana Santa no hubo almíbar en la casa rural de doña Cándida Ruiz y don Cecilio Ticay. Las frutas que habían recogido y el atado de dulce quedaron burlados. Las primeras se botaron y el segundo nunca llegó a desempacarse. Tampoco hubo por estos días santos que acaban de terminar en este mes. Para los Ticay, aquel 6 de abril congeló sus vidas para siempre, el orgullo de la familia “el famoso Ticay” como hasta ellos mismo le decían con admiración y cariño no está en casa, se lo llevaron hace un año, en camisola, short y chinelas y lo metieron a la cárcel por hacer lo que le apasionó desde que tuvo uso de razón.