Nicaragua, el “gran potrero” de Centroamérica

Nicaragua y Bolivia son los países del continente americano que registraron las mayores pérdidas de bosques en 2023, según un informe de Global Forest Watch

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Bosawas es una de las reservas más deforestadas de Nicaragua. DESPACHO 505
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  • abril 04, 2024
  • 02:41 PM

Nicaragua, uno de los países de América más rico en biodiversidad, ha perdido considerablemente sus bosques en los últimos años. Lo ha confirmado un reciente informe del organismo internacional Global Forest Watch que ubica a Nicaragua, junto con Bolivia, como el país que más taló árboles en 2023: perdió 4.2% de su bosque natural.

“Nicaragua se ha convertido en el gran potrero de Centroamérica”, reacciona un investigador nicaragüense a DESPACHO 505 al conocer los resultados del informe que si bien no son novedosos reafirman que el Estado no está haciendo nada para preservar los bosques de Nicaragua. Algunos ambientalistas, incluso, consideran que la pérdida de bosques en el país debe ser mayor a la estimada por Global Forest Watch.

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Los datos recabados por el Laboratorio GLAD de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y que están disponibles en la plataforma Global Forest Watch, señalan que ciertos países han demostrado voluntad política para reducir la pérdida de bosques pero otros no, por lo que las fronteras respecto a estas pérdidas están cambiando sustancialmente.

“Se contrarrestaron las reducciones considerables en Brasil y Colombia con los aumentos fuertes de pérdida de bosques en Bolivia, Laos y Nicaragua, y con aumentos más moderados en otros países”, reza el resumen divulgado esta semana. La pérdida de bosques primarios tropicales en 2023 alcanzó un total de 3,7 millones de hectáreas a nivel global, “lo que equivale a perder casi 10 campos de fútbol en bosques por minuto”. 

Nicaragua cuenta con “buenas leyes”, pero no se cumplen

La pérdida de bosques no es un tema reciente en Nicaragua. La deforestación empezó con la transición democrática en 1990 que contradictoriamente trajo también la promulgación de varias leyes orientadas a preservar las áreas protegidas del país. “La deforestación ha sido un problema histórico y dónde más se ha perdido bosque en los últimos años es en el Caribe”, dice el investigador nicaragüense que habla bajo condición de anonimato.

La tala de bosques en Nicaragua es producto, principalmente, del avance de la frontera agrícola y la falta de voluntad política por hacer cumplir las leyes, como la Ley General del Ambiente y los Recursos Naturales. “Nicaragua, en términos legales el país es fuerte en instrumentos para contrarrestar la deforestación, pero falla en su aplicación”, agrega el experto. 

Al respecto, el ambientalista Amaru Ruiz plantea que la tasa anual de deforestación en Nicaragua podría oscilar entre 160,000 y 170,000 hectáreas. “Según Global Forest Watch, la deforestación no es la más grande de las regiones del trópico, pero es una de las más rápidas con respecto a su superficie territorial”, advierte Ruiz. 

Tanto el investigador como el ambientalista Ruiz destacan que la ganadería y el cambio de uso de suelo han incidido en la pérdida de bosques nicaragüenses. “Por un lado, tenés el avance de la ganadería extensiva y, por otro, la invasión. La invasión llega, tumba y quema. Luego se usa para la ganadería o para la siembra de pasto”, señala Ruiz. 

El Caribe es la región del país que presenta un grave problema de invasión de tierras. En esa zona, principalmente en el Norte, los colonos obligan al desplazamiento de las comunidades indígenas bajo la complicidad de las instituciones del Estado. De acuerdo con organizaciones de derechos humanos, alrededor de 70 indígenas miskitos y mayangnas han sido asesinados por colonos en la última década.

“Hay una responsabilidad del Estado en promover esta política extractivista que está generando altos niveles de deforestación porque fomenta las concesiones mineras y la ganadería extensiva, y no tiene controles ni regulaciones para la ganadería de cero deforestación”, dice Ruiz. A eso hay que agregar que la dictadura de Daniel Ortega no promueve una política de conservación, algo que sí ocurre en otros países como Guatemala y Costa Rica donde se han recuperado los bosques en las últimas décadas.

Incumplimiento con el Fondo Verde

Además, el investigador independiente plantea que las empresas extranjeras que compran productos agropecuarios a Nicaragua deberían exigir a los productores, grandes y pequeños, políticas de conservación de los bosques. “La estrategia es crear conciencia y quizá en unos 20 años se podrían recuperar los bosques. El mercado de carne, por ejemplo, debería pedir a las empresas una restauración de los hábitats naturales”, menciona.

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El mes pasado, el Fondo Verde para el Clima, que depende de las Naciones Unidas, canceló un desembolso por 64,1 millones de dólares para el proyecto de bioclima que había aprobado a Nicaragua, debido al incumplimiento de las políticas y procedimientos sobre salvaguardias ambientales y sociales del país.

El proyecto, según la ONU, iba a contribuir al desarrollo sostenible con bajas emisiones de CO2 mediante la transformación de la ganadería extensiva, la agricultura y la explotación maderera en formas de producción que evitan la deforestación, y que integran la conservación de los servicios ecosistémicos con una producción sostenible, para aumentar la resiliencia de los pueblos indígenas y los medios de vida locales en el Caribe.

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