Unidad de la oposición entra a fase decisiva, en medio de fuertes fracturas
Las organizaciones que nacieron al calor de la Rebelión de abril sufren una crisis de credibilidad. Han sido un símbolo de esperanza para derrotar a Ortega en las urnas, pero entran a un febrero decisivo en el que pueden certificar su éxito o su fin.
- febrero 05, 2020
- 05:43 AM
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El año 2020, y en particular este mes de febrero, pone a prueba la unidad de la oposición nicaragüense que se enfrenta a la difícil tarea de coincidir en un solo bloque que logre retirar del poder a Daniel Ortega, a través de la vía electoral.
Sin embargo, las organizaciones que lideran la llamada Coalición Nacional, la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, cerraron 2019 con una pérdida de impulso y confianza entre los nicaragüenses e iniciaron 2020 con el anuncio de un acuerdo separación que les restó en imagen y desalentó a gran parte de la ciudadanía, de acuerdo con fuentes muy cercanas a los liderazgos.
Luego, conscientes del desacierto, trataron de convencer a la opinión pública aduciendo que la decisión se tomó en aras de conformar la Coalición Nacional, que anunciaron a los pocos días, tras una inesperada reunión en San Salvador, El Salvador. Persiste la incertidumbre de si podrán o no canalizar la unidad.
Ese fue el génesis de la turbulencia que enfrentan la Alianza y la Unidad Nacional. Al día de hoy se encuentran con el reto de convencer a todos los sectores políticos y sociales que se sumen al proyecto de unidad que ambas convocaron. La carrera es contrarreloj considerando que se pusieron como plazo el 25 de febrero para presentar una proclama de la Coalición, pero que cada día parece difícil de lograr, más cuándo los partidos políticos y organizaciones como el Movimiento Campesino muestran descontento.
De no lograr esa unidad en el plazo fijado fracasarán, señala el analista político Bosco Matamoros.
El año pasado, tanto la Alianza Cívica como la Unidad Nacional, sin ser un partido político, puntearon en encuestas independientes y se mostraron como una opción que podía derrotar a Ortega siempre y cuando se garantizaran elecciones libres transparentes y observadas.
Por ejemplo, la encuesta de la firma Borge & Asociados, realizada entre el 12 y el 20 de septiembre de 2019, reflejó que un 27.2% de la población estaba dispuesta a votar por una coalición opositora, integrada por la Alianza y la Unidad Nacional, en unas eventuales elecciones. La firma costarricense también publicó un sondeo de opinión que dio un puntaje positivo de 44% a la oposición, mientras al Frente Sandinista 36%.
La encuesta de la firma Borge & Asociados, realizada entre el 12 y el 20 de septiembre de 2019, reflejó que un 27.2% de la población estaba dispuesta a votar por una coalición opositora, integrada por la Alianza y la Unidad Nacional.
Los resultados demostraron que había mayor afinidad hacia esas organizaciones que al Partido Liberal Constitucionalista (PLC) y Ciudadanos por la Libertad (CxL).
Mientras tanto, la encuestadora CID-Gallup reflejó, a finales de septiembre del año pasado, que un 44% de la ciudadanía miraba positivo una coalición entre la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia con la Unidad Nacional Azul y Blanco, mientras un 28% declaró una opinión desfavorable hacia esa posibilidad. El respaldo entre algunos ciudadanos continúa, pero saltan las dudas sobre la conducción de estas organizaciones, que se enfrentan también a una crisis de credibilidad.
Aunque no hay recientes encuestas que midan la valoración de los ciudadanos hacia ambas organizaciones, los analistas políticos advierten que sufren una caída de confianza, motivada principalmente por las marcadas diferencias entre ellas y las internas de cada grupo.
“Ambas pasan por una crisis existencial, han dicho que el 25 de febrero van a anunciar que conformarán la Coalición, es una fecha límite mágica porque ya estamos a tres de febrero y veo muy difícil que logren más de lo que han anunciado. Están pasando por una crisis existencial, la esperanza que tuvieron algunos nicaragüenses en gran medida se está disipando”, valora el excanciller de Nicaragua, Francisco Aguirre Sacasa.
El exdiplomático nicaragüense cree que el cuestionamiento de la representatividad de estos grupos ha causado una decepción en Nicaragua. La más reciente turbulencia que afrontó la Alianza Cívica fue el nombramiento de Gioconda Belli como suplente de Carlos Tunnermann, una decisión criticada por varios sectores, pues consideraron que siguen siendo personajes impuestos.
Un mes antes la Unidad también sufrió el cuestionamiento de uno de los candidatos por Masaya a ocupar un puesto en el Consejo Político, tras una elección a puertas cerradas.
“Las prácticas internas continúan siendo excluyentes, ya que no practican lo que predican por lo tanto está aumentando la desconfianza de la población y de sectores importantes de influencia económica y social”, agrega por su parte el analista Bosco Matamoros.
UN AÑO SIN RESULTADOS CLAROS
La Alianza Cívica y la Unidad Nacional son las organizaciones opositoras con mayor reconocimiento por parte de la comunidad internacional. Incluso, el régimen aceptó sentarse a dialogar con la Alianza hasta marzo del año pasado. Desde entonces, según fuentes de la organización, no hay ningún canal abierto con personeros de los Ortega-Murillo.
Esa negociación, mediada por el Vaticano, permitió la excarcelación de una cantidad considerable de presos políticos. El 15 de marzo la dictadura sacó de las cárceles a los primeros 50 opositores ante la amenaza de la Alianza de dejar la mesa de negociaciones. Aunque Ortega cedió a la presión, finalmente decidió abandonar el diálogo.
Y pese a que los nicaragüenses han mostrado su rechazo a los partidos políticos opositores del país, en varias encuestas independientes, los analistas consultados para este reportaje, señalan que son importantes a la hora de una elección, pues el PLC y CxL mantienen un tendido electoral con el que no cuenta la Coalición.
“La crisis se debe a que no han logrado mayores éxitos en cuanto a la democratización de Nicaragua, pero lo atribuyo porque el Gobierno no les pone atención a ninguna de las dos, no hay negociaciones como se dieron el año pasado en el Incae. Después de ese despertar, la gente tenía esperanza que ese diálogo iba a resultar en algo concreto”, comenta Aguirre Sacasa.
Y si bien es cierto que después de marzo se excarcelaron a más presos políticos, Aguirre lo atribuye a la presión de la comunidad internacional y a las gestiones de actores locales como el nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag. “Pero desde entonces, no han tenido mayor beligerancia”, agrega el analista. Aun así, la Alianza Cívica sigue teniendo mayor aceptación en el círculo político que la Unidad Nacional.
Hace dos semanas, representaciones de ambas organizaciones viajaron a Costa Rica para reunirse con el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo para informar de la situación que vive el país y pidieron mayor presión de la comunidad internacional para que Ortega acepte verdaderas reformas electorales que permitan elecciones transparentes y creíbles.
La intenciones de la Alianza y la Unidad por conformar la Coalición parecen estar en un río revuelto de protagonismos e intereses personales y partidarios. Empezando por el PLC, que se resiste a aceptar el código de ética de la Coalición, y aunque se muestra opositor al régimen no da claras muestras de romper con la dictadura ni con el oscuro pasado de corrupción y pacto que protagonizó Arnoldo Alemán.
Le siguen el partido Ciudadanos por la Libertad que cuestiona los liderazgos de la Alianza y la Unidad y rechaza someterse a estas, y por último el Movimiento Campesino que lidera Medardo Mairena, y que también sufre divisiones a lo interno, tal como lo ha denunciado la lideresa Francisca Ramírez. Mairena, dicen los analistas, parece querer crear una tercera fuerza.
A mediados de enero, Mairena mandó un claro mensaje de que si al 25 de febrero no se logra una “verdadera unidad” se vería obligado a tomar sus propias decisiones, alegando que ya no “aguantan” la represión en el campo que ejecuta la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. La decisión a la que se refiere, es tomar el bastón de liderar a toda la oposición del país.
“El problema es que Medardo da la impresión de tener un músculo en, lo que él llama, el territorio, es decir el campesinado en la costa Caribe, que nadie tiene más en la Alianza y la UNAB. Medardo es muy independiente, se proyecta como alguien que tiene representatividad y las otras no”, considera el excanciller Francisco Aguirre Sacasa.
Y pese a que los nicaragüenses han mostrado su rechazo a los partidos políticos opositores del país, en varias encuestas independientes, los analistas consultados para este reportaje, señalan que son importantes a la hora de una elección, pues el PLC y CxL mantienen un tendido electoral con el que no cuenta la Coalición, por tanto, dicen, no debería ser excluyente.
“Hay una prepotencia que ha ocasionado un rechazo en los partidos. CxL y el PLC tienen el tendido electoral y son las dos fuerzas opositoras que tienen la capacidad de movilizar a la gente de Nicaragua, pero están fuera de la Alianza y la UNAB y se sienten incómodas, juzgando por la declaraciones de la Kitty Monterrey (presidente de CxL) eso no pasa desapercibido”, añade Aguirre Sacasa.
Al respecto, Bosco Matamoros, opina que la Unidad y la Alianza han creído que pueden sustituir a los actores políticos, pero los hechos demuestran que no tienen el músculo ni legitimidad. “La ambición es delirante, ellos han querido ser la vanguardia, se necesita despertar a la realidad, ni la Alianza ni la Azul y Blanco son la alternativa al sandinismo, son unos actores, pero los otros actores son el Movimiento Campesino, CxL y el PLC”.
ESPERANZAS
Álvaro Conrado, padre del adolescente del mismo nombre que fue asesinado por la dictadura de Daniel Ortega en Managua, se muestra confiado en que la Alianza Cívica y la Unidad Nacional logren ser el vehículo que permita un cambio en el país. “Estamos claros que tenemos que unirnos, no pierdo la esperanza que ambas organizaciones puedan formar la Coalición, no pierdo la esperanza que logren cohesionar a todos los sectores que están en contra del Gobierno”, expresa.
Conrado en una entrevista telefónica se refiere a las críticas de división y protagonismos que recaen sobre ambas agrupaciones: “No perdemos la esperanza que todos se pongan de acuerdo, que dejen a un lado los protagonismos de muchos líderes que quieren ser Presidente, que quieren aprovechar este momento para ser Presidente y que simplemente se pongan a trabajar a favor del pueblo. Tengo la esperanza que se pongan de acuerdo y se unan con los campesinos y estudiantes”.
Por su parte Francis Valdivia, miembro de la Asociación Madres de Abril (AMA), comentó que tienen pendiente debatir si apoyarán o no a la Coalición Nacional, aunque está clara que sólo habrá justicia para las víctimas una vez que Ortega haya dejado el poder. AMA es un movimiento autónomo que no ha sido miembro de la Alianza ni de la UNAB. El único acercamiento, precisa, fue la firma de un marco de colaboración para visibilizar y denunciar la grave crisis que vive el país desde abril de 2018.
“La Alianza Cívica y la UNAB han tenido roles distintos encaminados a un mismo objetivo, que era y es la democracia y la justicia de Nicaragua”, agrega con cautela la hermana del rapero Franco Valdivia, asesinado en Estelí, durante las manifestaciones ciudadanas de abril de 2018.
El anhelo de una unidad verdadera se percibe incluso en las manifestaciones universitarias que han mantenido estudiantes de la Universidad Centroamerica. Al término de una protesta exprés en ese recinto un jóven universitario se mostró confiado en que la Alianza y la Unidad puedan ser el bloque opositor que permita un cambio en el país y que se garantice la ansieda justicia, libertad y democracia.
“Hay confianza. La combinación de conocimiento y nuevas ideas (de estas organizaciones) son las que le pueden dar frutos al país. Si son capaces de que puedan lograr la unidad de todos los sectores, creo que sí, y se se logra será de mucho beneficio para Nicaragua”, comentó el joven que estudia Comunicación Social, el pasado lunes 3 de febrero, cuando los universitarios tomaron la iniciativa de retomar las acciones de rechazo al régimen.
Ante la incertidumbre que por estos días se vive en Nicaragua, la oposición no parece darse cuenta de que si no logra unirse será difícil presionar a Ortega para que acepte reformas electorales, que son la llave que puede abrir la puerta del cambio en el país.
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Léster Arcia colaboró para este reportaje.