El presidente iraní le dio portazo en la cara a Rosario Murillo

Ni a Daniel Ortega, ni a Rosario Murillo, parece haberles ido bien con la visita del presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi. Rasi no le siguió la corriente al dictador nicaragüense que intentó revivir ante él la construcción del Canal Interoceánico y a Murillo, la delegación de Raisí, no le permitió el ingreso a la sala privada después de la actividad a la que si accedió Ortega.    

El menosprecio hacia Murillo quedó expuesto durante la transmisión en cadena nacional de la visita Raisi que el mismo régimen ordenó.  Primero la delegación iraní no le permitió caminar a la par de Raisi y de Ortega y después, le negaron el ingreso al encuentro privado. Murillo se quedó atrás con dos de sus hijos, Camila y Maurice Ortega Murillo.

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Se ve, durante la transmisión, el forcejeo en las puertas para el ingreso y más atrás, un fallido intento de Camila, por abrirle paso a la madre y que le permitan entrar. Ella quejosa entre la multitud, se distingue asida al brazo de Maurice, para evitar que el tumulto la haga rodar por las escaleras. El director de la transmisión ordenó cambio de toma, pero ya fue tarde. La humillación ya había sido registrada.

Murillo, la poderosa vicepresidente, vocera del dictador, fue humillada en su mismo evento el que tanto promovió. Ortega dejó la llamada “Plaza de los No Alineados” con el consejo de Raisi, de resistir las sanciones “confiando en Dios”. Para nada de los 18 minutos con 59 segundos que duró su discurso, se refirió al canal interoceánico en el que tanto insistió Ortega, para intentar convencerlo que por eso Estados Unidos, no “lo dejaba gobernar en paz”.

DESCONCIERTO ENTRE LOS JS

La toma general de la transmisión que se hizo segundos después del bochornoso momento a Murillo y sus hijos, no mejoró la situación para nada. A los militantes de la Juventud Sandinista, (JS), que entendieron lo que pasaba se les miró desconcertados.

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No podían creer la humillación "a la compañera" y menos que "el compañero presidente" lo haya permitido. Pero nada podían hacer, debían esperar hasta que sus "guías" que acostumbran a dirigir su asistencia a esos eventos, les orientara irse del lugar.

Murillo pasó una semana entera hablando de la visita tanto de Raisi como de su esposa Jamileh-Sadat Alamolhoda, una mujer de quien leyó un largo curriculum: doctora en Educación Islámica, profesora asociada de la Facultad de Educación y Psicología, de la Universidad Shahid Beheshti, y decana del Instituto de Estudios de Ciencia y Tecnología de la misma universidad.

Lo que no dijo Murillo, es que pese a que la primera dama tiene una aparente envidiable hoja de vida profesional, representa a un régimen que cree que las mujeres no deben ir a la escuela, donde les es prohibido andar en bicicleta, entrar a los estadios y menos hacer deportes.

UNA INCOMODA ENTREVISTA A LA DOCTORA ALAMOLHODA

Durante una entrevista que la primera dama iraní dio al Canal 4, como parte del programa de la visita, los propagandistas Alberto Mora y Tirsa Sáenz, oyeron con asombro a la misma doctora Alamolhoda quien señaló que el gobierno teocrático de Irán procura que las mujeres sean educadas en casa “para ser buenas madres de familia” y que si van a la escuela solo pueden ser maestras, aunque habló de que en su país, hasta una 40% de las mujeres van a la universidad.

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Mora pareció feliz con todas las repuestas. Pero Sáenz no pudo ocultar su sufrimiento. Fueron inútiles sus intentos de poder establecer con precisión un papel importante para la mujer iraní fuera de lo que la revolución destina para ellas. “Para nuestra revolución, la familia es importante, es lo primero”, reiteró varias veces la traductora de la primera dama iraní y que los propagandistas, no estaban autorizados a rebatir.

Ni Mora ni Sáenz, preguntaron sobre la muerte de la joven Mahsa Amini, por la que las iraníes y el mundo entero, pide justicia desde el año pasado. Amini no salió viva de un hospital tras una paliza de policías del régimen de Raisi por no usar correctamente un velo que en Irán llaman hiyab, mientras caminaba por una calle de Teherán, la capital.

El asesinato ocurrido en septiembre pasado desató la furia de las mujeres iraníes. Irán se lanzó a las calles con las mujeres liderando las protestas. Atiborraron calles y plazas quemando hijabs y cortándose el cabello en público, algo que jamás se había visto en una país donde el control religioso ha sido considerado brutal.

El régimen respondió de forma violenta contra ellas. Ordenó disparar y 500 manifestantes fueron asesinados, entre ellos 69 menores, reportó un informe de Human Rights Activists News Agency.

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La defensora de los derechos de la mujer, María Teresa Blandón, calificó de vergonzoso el recibimiento del régimen a Raisi, el presidente de un país donde se violan sistemáticamente los derechos de las mujeres.  “Hablamos de un gobierno que es heredero de una tradición misógina, sexista, que ejerce múltiples formas de violencia contra las mujeres”, dijo en una entrevista a 100% Noticias.    

Para la activista, el mal rato que le hicieron pasar a Murillo deja una pésima sensación en las mujeres que trabajan para el régimen y que han creído que Murillo es una lideresa que trabaja por la paridad de género en el país. “Ella misma fue irrespetada, rechazada y relegada”, dijo Blandón.