La historia sobre doña Violeta y la “entrega” de la llave de la Presidencia que Daniel Ortega manipuló

Antonio Lacayo escribió en su libro que cuando ofreció las llaves de la Presidencia para desenmascarar a los sandinistas, Daniel Ortega se quedó en silencio y luego, balbuceando dijo: "No es así la cosa". Esta es la versión de la historia mal contada por el dictador

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  • enero 11, 2023
  • 05:29 AM

"Un día llega el ingeniero (Antonio) Lacayo a la reunión y me dice: Daniel, aquí te entrego las llaves de la Presidencia, dice doña Violeta que ella no puede seguir gobernando de esta manera. Yo le dije: no, nosotros no vamos a tomar la Presidencia, la Presidencia la tiene ella y ella tiene que buscar cómo resolver este problema, y es negociando", contó Daniel Ortega este lunes 9 de enero duante el durante la instalación del periodo Legislativo 2023.

Según Ortega, no quiso darle golpe de Estado a doña Violeta Barrios de Chamorro. Era julio de 1990 y Managua estaba tomada por trabajadores afines al Frente Sandinista (FSLN), quienes habían iniciado una huelga que se transformó en asonada.

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Sin embargo, el fallecido exministro de la Presidencia durante el Gobierno de doña Violeta, Antonio Lacayo, ofreció una versión muy distinta sobre ese mismo episodio en su libro "La difícil transición nicaragüense en el gobierno de doña Violeta".

Según relató Lacayo en su libro, en julio de 1990, doña Violeta tenía solo tres meses de haber recibido el poder y el Frente Sandinista (FSLN) ya le había realizado dos asonadas para desestabilizar su Gobierno: la primera en mayo y la segunda en ese mes de julio. Los protagonistas era trabajadores simpatizantes del partido rojinegro que realizaban demandas fuera de la realidad de las finanzas del Estado, debido a que los sandinistas habían dejado en "bancarrota" el erario público.

Al ver la actitud negativa de Ortega, que manipulaba a los trabajadores, Lacayo decidió dejarlo en evidencia, y fue cuando le dijo que doña Violeta le entregaría las llaves de la Presidencia para que hiciera lo que no había conseguido en los diez años en que estudo al mando del país: gobernar bien.

Lacayo deja claro que la razón por la que Ortega no aceptó las llaves es porque no tenía capacidad para gobernar, pues había perdido el apoyo económico de países comunistas que habían dejado de existir, como la Unión Soviética y la Alemania Democrática. No fue porque no quiso dar golpe de Estado.

LAS PRIMERAS MENTIRAS

En su primera aparición de 2013, Ortega también aseguró que aceptó la derrota electoral de 1990 ante doña Violeta Barrios de Chamorro y que "hubo una entrega (del poder) normal al nuevo Gobierno".

Las memorias de Lacayo, y también las de la expresidenta, en su libro Sueños del Corazón, los desmienten. Durante el periodo de transición, entre las elecciones del 25 de febrero de 1990 y la toma de poseción, el 25 de abril de 1990, los sandinistas saquearon las oficinas estatales y se repartieron propiedades y bienes, una operación que se conoció como La Piñata.

En ese mismo periodo fue cuando el todavía gobierno sandinista aumentó el salario de la gran masa de trabajadores estatales en un 200 por ciento, algo que Lacayo icalificó de "insostenible, aunque fuera justo".

Después, ese aumento de salario sería uno de los orígenes de las asonadas en el que se produjo la historia de la llave de la Presidencia que manipula Ortega.

"Mientras ellos gobernaban y tomaban medidas que no eran consecuentes con los acuerdos que se habían tomado, incluso, de respetar conquistas de la revolución, sí se produjeron protestas, y hubo muertos en medio de las protestas, pero, a nosotros nunca se nos ocurrió decir vamos a dar un golpe de Estado", continuó relatando Ortega el pasado lunes.

Lacayo explicó que el Gobierno de doña Violeta tuvo que tomar medidas porque los sandinistas habían dejado al Estado en "bancarrota".

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Ortega que se reveló en alerta permanente ante el temor de un golpe de Estado, dijo que en esa época para los sandinistas "era muy fácil tomarnos el Congreso y tomarnos también la Casa de Gobierno, para nosotros era fácil, teníamos una fuerza tan grande, desplegada en el país".

Es el único punto que no Lacayo aseveró, en una entrevista en un programa con Avil Ramírez, que la Policía estaba desbordada ante los huelguistas en las calles y en los edificios gubernamentales tomados.

"Cuando hay una orden del partido (FSLN), de montar una asonada, la Policía sabe que, aunque tenga 10 mil efectivos, o 20 mil, no va a hacer nada, porque los sandinistas en la calle, los que trabajaban en el Estado, que eran todos sandinistas, la gente que sigue en ese sentido los dictados de ese partido, no les importa ir a exponer sus vidas, no les importa violar la ley, si reciben instrucciones de Daniel Ortega, ahí van a estar", expuso Lacayo ante Ramírez.

Ortega también habría manipulado los hechos al decir que el Frente Sandinista, durante esos días, estaba "apoyando la negociación" entre el gobierno y el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT).

Según lo escrito por Lacayo, el Frente no estaba apoyando las negociaciones, sino que, en una de las reuniones, "Daniel cometió el error de afirmar que el que levantó las barricadas fue el Frente Sandinista".

"YA TE TRAIGO LA LLAVE"

La revelación que hizo Ortega, sumado a que veía que, por más que se le explicara, el dictador no entendía de razones, hizo que Lacayo sintiera la necesidad de "ponerlo en evidencia".

Alrededor de las 2:00 de la madrugada del miércoles 11 de julio de 1990, Lacayo sacó la llave de su oficina, y con su brazo extendido hacia Sergio Ramírez le dijo: "Esta es la llave de la que era tu oficina, agarrala".

Luego, dirigiéndose a Ortega, Lacayó le pidió que no se moviera, que iba a la casa de doña Violeta: "ella aún no se ha dormido, y te traigo la llave de la que era tu oficina".

"Agarren la llave y gobiernes ustedes. Ni doña Violeta ni yo tenemos ningún interés de estar esta situación", les ofreció Lacayo.

Aunque Ortega dijo el lunes pasado que "nunca" se les ocurrió planear un golpe de Estado, según Lacayo, el ahora dictador nicaragüense no quiso agarrar las llaves de la Presidencia porque no tenía la capacidad para gobernar, ya que había perdido el apoyo económico de la Unión Soviética.

"La Unión Soviética ya había terminado su compromiso con Nicaragua de enviar petróleo por cinco años. Daniel Ortega sabía que ya no tenía una sola gota de petróleo más, de parte de la Unión Soviética. La Alemania que le ayudaba a él, aquel (presidente de la Alemania Democrática, Erick) Honecker, que daba besos en la boca, ya había caído, el muro de Berlín ya había caído. Daniel Ortega sabía que no tenía ninguna posibilidad, ni que hubiera ganado la presidencia de vuelta, hubiera podido gobernar este país", razonó Lacayo ante Avil Ramírez.

En su libro, Lacayo decribe que Sergio Ramírez "estaba blanco como un papel", no agarró la llave ni dijo algo, mientras que Ortega demoró para responder, balbuceando: "No es así la cosa".

Inmediatamente Lacayo le replicó: "Entonces, ¿cómo es la cosa?", mientras bajaba el brazo y ponía la llave de su oficina, la que había sido de Sergio Ramírez, en una mesita.

"El juego, el teatro y el discurso se habían terminado. A Daniel se le acabó el discurso", escribió Lacayo.

Dos horas después, los sindicalistas sandinistas, entre ellos el actual presidente Gustavo Porras, Lucio Jiménez, fueron enviados por Ortega a firmar los acuerdos para solucionar la crisis.

"A mi me dio vergüenza que estos firmaron algo sin saber lo que estaban firmando y yo les expliqué un poco qué es lo que iban a firmar. Terminamos a las 4:30 de la mañana. Dimos una conferencia de prensa en las puertas del Olof Palme y a las 6:00 de la mañana, todos los sandinistas que estaban en las barricadas desaparecieron", finalizó Lacayo.

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