“Papi, necesito verte”, el mensaje desesperado de la hija de Miguel Mendoza sometida a 527 días de tortura sin verlo

Han pasado 527 días sin ver a su padre lo que ha provocado que Alejandra se coma los pellejitos de las manos hasta sangrar y se despierte en las madrugadas pensando que algo le pasa a su padre

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  • noviembre 29, 2022
  • 10:42 PM

"Me dicen que mi padre está vivo, pero yo no lo he visto", expresa Alejandra Mendoza Pozo, de 8 años de edad. "Quiero verlo. Necesito darle un abrazo, sentir que está vivo", agrega.

Ella es la única hija del periodista deportivo Miguel Mendoza, encarcelado por el régimen Ortega Murillo desde hace 527 días. Su delito: expresar en las redes sociales su opinión sobre la realidad política de Nicaragua.

La niña es conocida por escribir cartas y hacer dibujos para su padre encarcelado, a quien el régimen Ortega Murillo nunca le ha permitido recibir esos mensajes.

Desde que su progenitor cayó preso, Alejandra no lo ha visto ni un solo instante. La dictadura no les permite visitas, llamadas, mensajes. Nada. Por eso, Alejandra no sabe cómo está su papá, por mucho que su madre, Margin Pozo, le diga que está bien o que lo ha visto.

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Por las madrugadas, Alejandra se despierta llorando, ansiosa. Margin se levanta a consolarla. "Mamá, no tengo sueño. Es que siento que algo le está pasando a mi papá", dijo la niña en una ocasión.

PROCESO LENTO

Al principio, Alejandra no podía comprender lo que pasaba. Fue un proceso lento y duro explicarle que su papá está preso. Le habían dicho que se había ido de viaje, pero esa mentira no podía sostenerse por mucho tiempo.

Un día, después de que le revelaron la verdad, Alejandra leyó la historia del profeta Daniel en la Biblia, de cuando fue apresado y tirado al foso de los leones para que se lo comieran, pero Dios le cerró la boca a los animales. Cuando terminó de leer, dijo:

"Ahora entiendo donde está mi papá, pero yo sé que Dios está guardándolo".

LOS OJOS LLOROSOS DE UN PADRE

Como una forma de aliviar la ausencia de su padre, Alejandra hace preguntas sobre él. Hace poco le consultó a su madre: "¿Qué dijo mi papá cuando se enteró que yo iba a nacer?".

La mente de Margin se trasladó rápidamente a aquel sábado 5 de abril de 2014, cuando Miguel Mendoza llegó al hospital, porque ya había nacido la niña.

"Él estaba emocionado. No se lo podía creer que era una niña. Llegó con mi hermana, y como en el hospital ese mismo día había nacido otra niña, le comenzó a tomar fotos y fotos a esa otra niña. Pero no era Alejandra. A mi niña la sacaron después. Hasta hace poco, en el celular guardaba él un vídeo de ese día, de cuando vio por primera vez a Alejandra. Seguro que el día que lo capturaron, lo perdió ese video", manifiesta Margin.

Miguel es un padre que ha estado presente en todos los momentos de su hija: el nacimiento, el bautismo, los primeros pasos, la caída del primer diente. Mientras Alejandra estuvo en preescolar, era él quien la llevaba y la traía de la escuela.

Margin, periodista igual que su esposo, comenta que la relación entre padre e hija "es muy bonita".

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"Alejandra lo besaba, lo abrazaba. Siempre le decía: papi, sos el amor de mi vida. Él se ponía muy consentido. También es muy amoroso con ella. Solo era decirle: sos mi ángel, mi muñeca, mi princesa", revela Margin.

Los vínculos entre Miguel y Alejandra se fortalecieron aún más, si es que se podía, durante la pandemia del Covid-19, porque el periodista comenzó a trabajar desde la casa y pasaba todo el tiempo junto a su pequeña.

No poder ver a su hija también ha causado un gran impacto en Miguel. Las pocas veces que Margin ha logrado visitarlo en la cárcel, las primeras preguntas de él son: "¿Cómo está la niña?, ¿Cómo está mi mamá?".

"Cuando él pregunta por ella, siempre tiene los ojos llorosos. Se emociona. Me dice: quiero verla, abrazarla, decirle cuánto la amo", cuenta Margin.

CARTAS Y DIBUJOS

La larga ausencia de su padre ha provocado en Alejandra que se le formen crisis de ansiedad.

Sufre mucha fatiga, se le acelera el corazón, le da mucho miedo y no quiere ir al baño sola o le pide a la mamá que la abrace por las noches. Se come los pellejitos de los dedos hasta que le sangran. Su mamá le llama la atención por esto último y la niña responde: "Mamá, no me doy cuenta cuando lo hago, cuando veo ya tengo los dedos en la boca".

Alejandra está durmiendo poco y sufre repentinos cambios de humor. Llora bastante, razón por la cual su madre la ha estado llevando a atención psicológica. A su corta edad, está bajo tratamiento médico para superar la ansiedad.

Clases de natación y técnicas de relajación son también parte del tratamiento. Alejandra le pone mucho empeño a la natación, porque quiere ser campeona. Siempre recuerda cuando veía los juegos olímpicos con su progenitor, periodista deportivo, este le decía: "Vas a ser la primera en ganar una medalla olímpica de Nicaragua en natación".

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La última vez que Margin llevó a Alejandra a consulta fue el pasado domingo 20 de noviembre, porque un día antes el régimen Ortega Murillo permitió visitas a los presos políticos. Cuando llamaron a la esposa de Miguel Mendoza para avisarle que había visitas, y ella preguntó si podía llevar a la niña. La respuesta fue un rotundo no y la niña se puso muy mal.

"Con solo una llamada a su papá, la salud de mi hija puede mejorar", asegura Margin.

DESEOS DE ESTUDIAR

Lo único que no se ha doblegado en Alejandra es su deseo de estudiar. No falla en la escuela. Lo hace por su papá, porque quiere entregarle buenas notas. En estos días culminó con excelencia académica su segundo grado. Ganó el primer lugar. Para celebrarlo, grabó un video para su papá:

"Hola papi. Hoy obtuve el primer lugar. Estoy muy feliz, pero a la vez muy triste porque no estuviste conmigo. Ojalá pudiera darte un abrazo y un beso. Te extraño mucho. Mi corazón no puede ser feliz sin ti. Te amo, papi", dice Alejandra en el video.

Cada cosa que ella le dice, le escriba o le dibuja a su papá, sale de ella, nadie se lo dicta, explica Margin.

"Alejandra es una niña muy expresiva, inteligente, autodidacta. Yo estoy muy orgullosa de ser su mamá. Lee mucho por sí sola y le encanta dibujar y colorear", cuenta la madre.

LEE LA BIBLIA Y ORA POR SU PAPÁ

En estos días, Alejandra está leyendo un libro de 252 páginas. Le encanta leer enciclopedias, especialmente de dinosaurios y anatomía. Un buen regalo para ella es un libro. Lee también la Biblia y ora mucho por el papá.

Ha hallado en la lectura y en la escritura una forma para aliviar la ausencia de su padre. El problema es que ella cree que es fácil hacerle llegar sus cartas a su papá. "Ella no sabe lo que pasamos nosotros para poder ver a su padre", indica Margin.

Alejandra no se cansa de escribirle a su papá, porque tiene la esperanza de que alguien le lleve sus cartas o dibujos a la cárcel.

"Mamá, seguramente que ahí en la cárcel no todos son malos, seguro hay gente buena", alienta a Margin, con la esperanza de que su padre pueda leer sus escritos.

Para mientras, todas esas cartas y esos dibujos están almacenados en fólderes, para cuando Miguel y los demás presos políticos recuperen la libertad.

Margin dice que su hija no es la única, que hay muchos niños de presos políticos que están en la misma situación. Lo que no puede comprender es porqué hace eso el régimen Ortega Murillo con esos niños. "Tienen derecho de ver a sus padres", finaliza diciendo.

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