Nicaragua ante unas elecciones municipales que no importan 

El 6 de noviembre el régimen de Daniel Ortega pondrá en escena otro circo electoral que no cambiará ni incidirá en la vida sociopolítica del país. Las municipales, que poco importan para  la comunidad internacional, consumarán el totalitarismo en Nicaragua.

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  • junio 16, 2022
  • 09:53 PM

A cinco meses de las elecciones municipales del 6 de noviembre, en el tablero político de Nicaragua hay una parálisis que puede ser vista desde tres ángulos: el primero, Ortega consolidando un sistema dictatorial que se aceleró a partir de 2018; el segundo, una oposición fuertemente golpeada con líderes encarcelados y diferencias que no congenia; y el tercero, partidos políticos que a cualquier precio están dispuesto a jugar el juego de Daniel Ortega y Rosario Murillo. 

En Nicaragua, y en la comunidad internacional, no hay interés por las elecciones municipales, porque al final será una repetición del circo electoral del año pasado y una muestra más del totalitarismo que vive el país bajo los Ortega-Murillo. Los expertos consultados para este reporte coinciden en que este proceso político no augura ningún cambio para el país. Al contrario, las potencias occidentales están más interesadas en la libertad de los presos políticos que en unas elecciones que históricamente no tienen la trascendencia de unas generales.

A corto plazo no hay una salida al atolladero político. “Si antes la participación de la población electoral era mínima, ahora lo será más. Hay una parálisis política total en el país”, valora un experto que habla con DESPACHO 505 bajo anonimato. Al día de hoy, hay más de 180 presos políticos, restricción de libertades, un estado policial de facto, medios de comunicación confiscados y miles de nicaragüenses saliendo. 

“Hay que decirlo, estas elecciones no le importan a nadie. Sólo le importa a los partidos zancudos y a Ortega. Si ves, no hay ningún llamamiento de la comunidad internacional para que sea un proceso democrático. A eso se une una oposición muerta”, expone. Su análisis se queda corto si se le agrega que el mismo Ortega muestra la irrelevancia del proceso: su Consejo Supremo Electoral no ha convocado cuando debió hacerlo desde el mes de mayo.

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Lo más reciente es que el periodo de campaña será más corto — en términos sencillo el CSE organizará las elecciones en tres meses — y que se amplió el número de electores en las Juntas Receptoras de Votos (JRV) como consecuencia de unas reformas a la Ley Electoral que aprobó el Parlamento el pasado 5 de mayo.  Para Olga Valle, del organismo Urnas Abiertas, si persiste este ambiente de falta de libertades, y de violaciones a los derechos humanos, las elecciones municipales previstas a desarrollarse en noviembre próximo serán carentes de legitimidad y de credibilidad. 

Pero eso es una realidad evidente. Los expertos creen que los sectores de la oposición debieron pujar por un proceso medianamente democrático y recuperar el liderazgo en territorios del interior. El discurso de la oposición, que es escaso, evidencia que está desorientada y sin estrategia clara para presionar al régimen. “Eso no es culpa de la oposición, es que Ortega se encargó de descabezarla”, señala un analista político. 

SIN REFORMAS PROFUNDAS

José Dávila, miembro de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia que vive en el exilio, considera que mientras en Nicaragua no haya reformas electorales profundas que faciliten elecciones libres y honestas, no se cambie a los magistrados afines al régimen en el CSE y no haya observación electoral internacional, el país seguirá empantanado en una crisis que no tiene salida a corto plazo. “Es una burla llamar elecciones a eventos que no son expresión de la voluntad popular, que no son pluralistas, que los votantes no vayan en libertad, y que los votos no sean contados por autoridades electorales imparciales”, expresa. 

En las elecciones municipales de 2017, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se asignó 135 alcaldías de las 153 que hay en todo el país; las restantes fueron repartidas de la siguiente manera: 11 para el Partido Liberal Constitucionalista (PLC); seis para Ciudadanos por la Libertad (CxL), cuya personería jurídica fue cancelada en agosto pasado, y una para la Alianza Liberal Nicaragüense (ALN). En los comicios municipales pasados se registraron hechos de violencia que dejaron al menos cinco fallecidos y fueron los últimos en los que la Organización de Estados Americanos (OEA) desplegó una misión electoral que recibió 219 denuncias.

Un experto en temas municipales, que pidió omitir su nombre por temor a represalias, señala que las elecciones locales son vistas por el partido orteguista como un negocio ya “que las alcaldías son las alcancías de los políticos territoriales del FSLN que mantienen a las estructuras del partido y que sostienen el terror en la población”. Son un instrumento de control social. 

“A nivel de un proceso electoral, no tienen (los comicios municipales) la más mínima importancia ya que no hay condiciones para que se den unas elecciones con los estándares aceptables para el mundo civilizado”, comparte otro experto, a la vez augura que en noviembre próximo habrá un alto nivel de abstencionismos como el de las generales del 2021, que rondó según Urnas Abiertas, el 81.5%. 

MANIOBRA PARA MAQUILLAR ABSTENCIONISMO

Pero esta vez ese abstencionismo será “disimulado” ya que por medio de las reformas electorales de mayo pasado se amplió de 400 a 600 el número de electores, con lo cual se reduce el número de Juntas Receptoras de Votos (JRV). “Eso ya dará una impresión falsa de participación, aun así, la participación en las municipales es más baja que en las generales”, comparte el experto, quien señala que el régimen necesita mantener entre su militancia la “ilusión de poder absoluto”. 

Según el experto, la falta de legitimidad en las municipales expone a Ortega otra vez ante la comunidad internacional porque  suma un proceso sin legitimidad. “El corto tiempo del proceso le da la oportunidad de seguir buscando esa salida que le permita mantener el poder, el dinero y la familia a salvo, esté o no en la presidencia”, analiza. Por el lado de los partidos que fueron ilegalizados, Ciudadanos por la Libertad en concreto, no hay ni el más mínimo interés por expresar cómo se mantienen las estructuras en los territorios y cómo mantienen a sus bases.

Para algunos especialistas, las municipales pudieron ser una oportunidad para Ortega de encarrilar el país a la senda democrática. Pero ni las sanciones han logrado que dé marcha atrás en su cruzada anti democrática. Los líderes opositores que están en el exilio tampoco trazan una ruta que permita al país recomponerse, aunque se tiene claro que lo importante ahora es que los presos políticos sean libres sin ninguna condición. “Las elecciones municipales en sí, no importan, no hay entusiasmo ni dentro ni fuera del país”, dice un exdiplomático. 

* Con reporte de Emperatriz López.

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